Ernesto Gayá: «Pasos de postas»

Los derechos humanos constituyen un bien crucial de nuestra cultura. Cierta mañana de otoño que nos encontró en un bar porteño, Ernesto, referente de H.I.J.O.S. (Regional Capital), eslabona su compromiso en tal hacer colectivo, reanudando al expresar su criterio contextos históricos, políticos y culturales ligados al devenir del país y de la agrupación. 

Devenir111:
  Contanos qué es la agrupación H.I.J.O.S., cómo surgió, cómo la definirías…
Ernesto:
  La definición “emocional” por decirlo así… H.I.J.O.S. es una herencia, una herencia de lucha. Hemos heredado la lucha por la reivindicación, el compromiso político y las consecuencias de la desaparición y asesinato de nuestros padres. Lucha que enarbolaron inicialmente nuestras queridas “viejas”, las “madres” y las “abuelas”, los familiares, los ex detenidos, la gente que sobrevivió, aquellos que le han puesto el pecho a la tormenta más negra de nuestra historia.
  Por otro lado está la definición “oficial”; somos un organismo de derechos humanos, por “memoria, verdad y justicia”, que caracteriza a Argentina también a nivel mundial… Lo cual no es un parecer mío sino una acumulación de testimonios y opiniones a la vez extranjeras que dicen: “Argentina tiene el tango, el asado… y el pañuelo de las Madres de Plaza de Mayo”; que sintetiza en un símbolo esta lucha a la cual nosotros nos hemos subido en los años 90.
  H.I.J.O.S. nace… Pasada cierta época de experiencias un poco más atomizadas, de talleres de asistencia psicológica a niños que habíamos quedado violentamente sin nuestros padres, de espacios culturales… Nace oficialmente en abril del 95 a partir de un campamento que se realiza en Córdoba donde confluyen compañeros adolescentes/jóvenes de varias provincias, como se convocaba en esa época a través de telefoneadas u otras formas analógicas porque no había lo digital de redes sociales, que deciden autobautizarse  y usar este acrónimo que quiere decir Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio.
  El nombre no fue casual. Se eligió en un marco de reconfiguración del mundo donde parecía que la historia había llegado a su fin y que el capitalismo iba a solucionar los problemas de la humanidad. Poco antes se había producido la caída del Muro de Berlín, la izquierda había pasado a cuarteles de invierno y el liberalismo parecía ser la única verdad. En ese contexto al gobierno de Menem le resultó propicio indultar a los últimos militares responsables del genocidio que habían quedado condenados por los juicios iniciados por el gobierno de Alfonsín. Era un año previo a cumplirse el vigésimo aniversario del golpe cívico-militar. En la televisión… había cierta sed de morbo, de exposición pública de nuestros dolores como si fueran un producto más del mercado…  mechaban historias de nuestros padres o testimonios de torturadores con una receta de cocina, una nota de fútbol, un rumor de la farándula… Ese era el espacio en donde la impunidad nos interpelaba.
  Entonces, ya no siendo niños, se tomó esta decisión de salir al espacio político-público, a discutir desde nuestro pequeño y humilde lugar lo que sentíamos como una afrenta a nuestras humanidades, a las de nuestras familias y a las de nuestros padres.
  Yo llego a H.I.J.O.S. en julio, unos meses después de la fundación. Hasta el día de hoy la experiencia fue sanadora en muchos aspectos, de mucho compromiso, de poner el cuerpo, de tener idas y vueltas en la relación con el Estado y la sociedad. Una reconciliación con la historia propia y un compromiso público con la historia colectiva…
  Porque nuestra historia personal, o tragedia familiar, no deja de ser parte de la tragedia argentina. Por caso, a mí me pasa, yo trabajo en la zona de Congreso, y ni siquiera en la crisis del 2001 que fue la que más trágica económicamente vi en el país, ni siquiera en ese momento vi tantos jóvenes y tantas familias viviendo en situación de calle y proveyéndose de la basura, como hoy. En esas tragedias personales actuales, entiendo la tragedia colectiva argentina. Que fue parida ahí, en el 76.
  A partir del golpe del 76 Argentina cambió de paradigma y nuestra sociedad retrocedió 50 años en su calidad de vida, en el reparto de la riqueza. Entonces más allá del dolor familiar, de la ausencia de quienes nos faltan, hoy todavía los crímenes de la dictadura son constantes. El principal –el tema es poder relacionarlo con esa dictadura- es la miseria planificada de la que habló Rodolfo Walsh en su Carta. Vamos por la tercera experiencia de reinstaurar ese modelo de reparto de la riqueza. La primera con Martínez de Hoz, la segunda con Cavallo que termina con De la Rúa, la tercera que inicia con Macri y hoy continúa con Milei en su versión más salvaje. Una sociedad para los que tienen, descartando a los que fuimos despojados. Porque fuimos despojados de nuestros derechos. Nosotros en particular, los hijos de desaparecidos, de nuestras familias y de una historia posible que no pudimos tener. Pero esto no nos aísla ni escinde de la tragedia colectiva argentina.

Devenir111:
  Supongo que quienes fundaron e integran H.I.J.O.S. encontraron y encuentran en la agrupación al menos tres valores: emocional, identitario, político… que a la vez la constituyen.
Ernesto:
  Exactamente; hay esa complejidad de planos… Que incluye el de ser un nexo con la historia viva. Por eso hablaba de herencia, de ser herederos de una historia de lucha que si bien nos pertenece en lo individual, también asumimos en lo colectivo, al enarbolar el reclamo de las “madres”, de otros compañeros, y de otras tragedias: no nos cerramos en nuestro único reclamo, aunque sea el que más nos define.
  Volviendo a los planos, para dar un ejemplo en términos de lo “humano”… Yo me crié en la segunda mitad de la dictadura y el advenimiento de la democracia… En edad escolar yo era raro, patito feo, un niño que no tenía par; no conocía otros hijos de desaparecidos. Explicar a mis compañeritos o a la seño mi estructura familiar era incómodo, traumático; pues era parte de una vergüenza de la cual la sociedad no quería saber y al sentirse parcialmente responsable asumió para referirse a esa tragedia, el silencio, la distancia. Eso cambió definitivamente para mí ese invierno del 95, cuando soy avisado por un compañero del colegio que la agrupación se había conformado hacía poco tiempo y estaban convocando a todos quienes fueran hijos de desaparecidos. Recuerdo como si fuera hoy el primer día que llegué al local de “Familiares”, que nos albergaron ahí en la calle Riobamba, porque nosotros éramos pibes. Y me encontré con decenas de pibes y pibas que me dieron la bienvenida, yo pude decir quién era, me preguntaron mi historia, quiénes me faltaban, qué sabía… y me dijeron “Bienvenido compañero, ahora sos parte de H.I.J.O.S.”. Ese acto fundacional, en lo humano, dejó una huella en mí, para los que son religiosos como una comunión… A partir de ahí fui otra persona, un tipo normal como cualquiera, pero con esa responsabilidad asumida y ese constante diálogo de re vincularme con mi propia historia como parte de lo colectivo, de mi pueblo, y aunque me enoje con circunstancias de la política, nunca más pude escindirme de mi compromiso activo militante…
Devenir111:
  ¿Podés agregar algo sobre ese encuentro?
Ernesto:
  En verdad… mi arribo “no oficial” fue una semana antes… Mi amigo del colegio me llevó a una ronda de las “Madres” en la Plaza y me parece que las pibas y los pibes de H.I.J.O.S. estaban allí. Es muy curioso, no sé cuál será la sensación pero sí la tuve yo respecto de mis hijos… Cuando un papá acompaña a su hijo a la primera clase en Jardín y va de la mano y lo suelta y el pibito siente que “Bueno, ahora es por las mías”. Algo así fue, ahora me acuerdo mientras te lo cuento, fue en la Plaza que las pibas y los pibes me invitaron a la asamblea del jueves siguiente en el local de “Familiares”. Yo tenía 20… 21 años, con todas las contradicciones y la ilusión a esa edad de que nunca se va a acabar el tiempo de cosas para hacer y opciones por delante…

Devenir111:
  Tomando eso último de otro modo… ¿Cómo pensás el lugar de H.I.J.O.S. más allá de los acontecimientos históricos concretos que contextuaron su fundación?
Ernesto:
  H.I.J.O.S. ha sido y es parte del proceso histórico por “memoria, verdad y justicia”. Más allá de nuestra voluntad, no fue algo buscado… Nos tocó la circunstancia, asumimos esa responsabilidad, aportamos desde nuestro lugar, y lo seguimos haciendo. Han pasado décadas desde el 95, el año que viene cumplimos 30 años.
  Hoy muchos de nuestros hijos tienen la edad que nosotros teníamos cuando iniciamos la militancia en este espacio. Varios de ellos decidieron durante la pandemia conformar una nueva agrupación de derechos humanos que los contiene en su propia identidad de nietos de desaparecidos. Claro que influenciados por las historias de sus abuelos, de sus padres –la mayoría son hijos nuestros y tratamos de no interferir en su camino-; pero una agrupación con lógica y dinamismo propio. Se bautizaron como “Nietes”. Que en el acrónimo de su definición utilicen el “inclusivo” ya habla de las nuevas luchas, los nuevos derechos adquiridos… y acumulados.
   La historia de la humanidad, la historia de los derechos humanos, es una acumulación de luchas, de conquistas y de derrotas, apiladas unas sobre otras. Las cosas que hoy consideramos naturales, las virtudes que hoy gozamos –y que el Gobierno negacionista actual denomina privilegios- son derechos que han sido paridos a través de la sangre y la vida de infinidad de personas que nos antecedieron. Entonces cuando uno disfruta de un contrato laboral, vacaciones pagas, acceso a la salud y educación públicas, del derecho a amar a quien quieras amar y casarse con quien uno quiera… Cualquier derecho que hoy disfrutás naturalizándolo como algo que te corresponde, hay que entenderlo como una construcción de aquellos que se ofrendaron para consagrarlos.
  Hay una continuidad, un “paso de posta” entre generaciones. A nosotros las queridas “viejas” nos marcaron el camino, humildemente la agrupación hizo lo que pudo con esa historia, y con la misma humildad tratamos de acompañar en sus primeros pasos a estos pibes y a esta generación; a Nietes y más allá, a todas las juventudes militantes que hacen de su vida un compromiso colectivo. Que tendrán en nosotros un acompañamiento, un consejo, un oído… No somos más que eso.
  La biología hace su trabajo y en algunos años las queridas “madres” van a dejar de estar entre nosotros físicamente –simbólicamente el pañuelo nunca se va a ir-. Lo mismo pasará con los genocidas. Esto no quiere decir que Argentina vaya a prescindir de un capítulo de su historia. Entiendo que nuestro mayor aporte o intento de mayor aporte se ligó a subsanar lo que consideramos errores de nuestra sociedad en términos de políticas de impunidad, a partir de perseverar en “memoria, verdad y justicia”. Algo que en los gobiernos de Néstor y Cristina se asumió como política de Estado y que tantas veces se quiso echar atrás desde el 2015 a la fecha.
  Creo que viene por ahí… Por darle continuidad, por no separar nuestras tragedias familiares y personales de la colectiva, ni nuestro compromiso militante del colectivo. Una huelga de trabajadores por sus derechos, un corte de ruta de los sin nada por el derecho a ser visibilizados, alguien que pierde a una hija o un hijo por un acto de violencia no política… Todas esas cosas que comprendemos desde lo humano, tratando de aportar, ir de la mano… Y linkear, linkear lo nuestro con el todo.

Devenir111:
  ¿Un pincelazo sobre el presente político-social que transitamos en Argentina?
Ernesto:
  Aspiro a que sea un eslabón más en esta cadena de aprendizaje de nuestro pueblo, desde la Revolución de Mayo hasta acá…
  Si me circunscribiera a una foto lo veo como un error trágico. También producto de un odio construido por los mismos mandantes de los criminales de la dictadura, dirigido a quienes, con falencias, al menos han intentado acciones beneficiosas para las mayorías. 
  Cuando se justifican aquellos crímenes caracterizando las circunstancias como una guerra, hay cuestiones técnicas que definen qué es una guerra o un crimen de guerra y qué no, que dan por tierra esos argumentos. Pero nosotros solemos apuntar a los invisibilizados. No me refiero a los que no tienen nombre o cuyas familias no reclamaron por ellos. Hablo de los invisibilizados ejecutores del crimen. Los reales beneficiarios, las empresas internacionales o nacionales hoy de gran capital financiero que crecieron nutriendo sus venas con la sangre de los asesinados, capital que lavan en paraísos fiscales o convirtiendo su deuda en pública/externa. Este crimen se articula con aquellos –como el de haber asesinado a mi tía embarazada-. Entonces lo personal, se inscribe en lo político.
  En ese marco, entiendo al pueblo argentino que hoy al ver su calidad de vida deteriorada apele al enojo… pegándose un tiro en el pie. Tendremos que hacernos responsables de eso. Digo tendremos porque no me saco el sayo de lo que me corresponde, en lo colectivo. Y bueno, sin rencor, los brazos abiertos a nuestro pueblo.
  Hay algo que con los años fue mutando en mí. Al principio en los 90/2000 sentía la impotencia y la urgencia de que “Hay que resolverlo ya, esta afrenta no se puede tolerar, hay que contestar”. Y el tiempo me fue dando paciencia, comprensión, y me reconcilié con esta cadena histórica a la cual pertenecemos.
  Entender por ejemplo que muchas de nuestras queridas “abuelas” se irán aceptando la congoja de no haber encontrado a sus nietos, darles un abrazo; pero también con la certeza de haber hecho todo para que eso sucediera, sembrado experiencia y transformado ese dolor en amor.  
  Desde ese lugar, a todos el paso de los años nos va interpelando. Hoy creo que estamos en esa etapa, dialogando con la realidad, desde nuestra experiencia aprendiendo, aportando, y denunciando cuando hace falta.

Devenir111:
  Creo que fue en el 2013 cuando te realizaron una entrevista a la que se puede acceder https://youtu.be/8oqdY61udBo?si=kAtJyDsuaVhInvNB y donde contás tu historia. Trazo una serie a propósito del disparador de este número de la revista: tu abuelo paterno, tu tío –hermano mellizo de tu viejo, también desaparecido-, tu padre, vos –que también sos padre-… Entonces… ¿qué es ser padre, para vos?
Ernesto:
  (Sonríe) A ver… Una alegría, un orgullo, un hecho meramente biológico, una elección, un gran acto de amor, un adjetivo un sustantivo y también… un eslabón más en esa cadena en donde vamos heredando, el apellido, tu identidad, gustos… A veces no heredamos el club de fútbol (Sonríe); mi viejo era gallina, yo soy bostero… y mi hijo es cuervo. Uno a veces le discute al padre desde los lugares que puede. A mí me gusta el heavy metal, mi hijo me dijo durante un tiempo que sí y después descubrí que no (Sonríe)… Pero es eso, acumulaciones de momentos simpáticos, lindos, de cosas difíciles, ausencias, discusiones, diferencias, reconciliaciones, coincidencias… Y también es ser humilde. Una cosa que yo aprendí sin que nadie me lo enseñara… Aunque en realidad –mientras lo digo voy pensando- a nadie le enseñaron a ser padre. Ni siquiera al que ha tenido su padre y lo ha criado. Porque siendo padre de mi hijo también sé de mis yerros como padre, de sus yerros como hijo… Y lo que aprendí es la humildad; que uno viene sin libreto…
Devenir111:
  Vos tenías dos añitos cuando asesinaron a tu mamá y secuestraron a tu papá a quien después asesinaron; fuiste criado por tus abuelos paternos.  Supongo que ellos te habrán contado de tu padre, y que en algún momento vos debiste interesarte por saber más sobre él, consultando otras fuentes…
Ernesto:
  Hay varias instancias. Mis abuelos y mi tío que era el hijo mayor vivo que ellos tenían, siempre me contaban de la infancia de mi viejo, de la adolescencia hacia abajo; su vida en el barrio, sus amigos, que le gustaba mucho el fútbol, que era el más bueno de los dos mellizos, el conciliador… Pero nunca me contaban de su juventud y de su final; era una etapa que no se nombraba, a lo sumo se decía “Cuando secuestraron a tu papá”. Lo entiendo… Una vida efímera cortada a los 26 años, el 80 % fue adolescencia y niñez. También entiendo que caminar con el dolor, y la intención de cuidarme, los llevó a no contarme las cosas más dolorosas ligadas a la pérdida de su hijo y de su hermano.
  A qué partido pertenecía, los momentos de militancia, los sé un poco más a partir de mi tío. Aunque en forma acotada porque mi padre le ocultaba mucho de lo que hacía, por cuestiones de seguridad, para preservarse y preservarlo.
  El corolario de lo que pude incorporar sobre lo que hizo mi viejo, sus últimos momentos, fue a partir de un compañero de cautiverio de él, un sobreviviente, que dio testimonio en la causa Orletti. Que preguntó por mí, coincidimos en una actividad, y cuando me vio se emocionó mucho, porque si bien esto fue hace tiempo y hoy yo duplico la edad que tenía mi viejo cuando lo mataron, físicamente soy muy parecido. Me contó amorosamente, como pudo, entiendo también que preservando ciertas escenas que él no quería compartir, de la nobleza de mi viejo, incluso en las circunstancias más difíciles para una persona.
  Y que una de las cosas que mi viejo compartió en ese momento con él, fue que era papá. Y que deseaba y esperaba que su negrito esté bien…

Devenir111:
  ¿Algo que quieras agregar?
Ernesto:
  No… Bueno, un deseo. Cumplí años anteayer; soplando la velita un poco más tarde deseo que nuestro pueblo salga rápidamente de este momento oscuro con un aprendizaje propio, que se respete el amor y la convivencia democrática en esa experiencia, en beneficio de las mayorías populares, los escondidos, los relegados. Que haya una reconciliación del pueblo trabajador con la historia de sus derechos entendiendo que no podemos caminar uno sin el otro, que lo que nos falta hoy –así sean familiares o el derecho a la vivienda- fue pergeñado y aprovechado por una minoría muy pequeña, que somos más y nos quieren dividir porque somos más, que si lo entendemos vamos a poder construir una sociedad más justa y solidaria sin negar al otro, aprendiendo del otro…


Ernesto Gayá, referente de H.I.J.O.S. (Regional Capital).
Mail: hijos@hijos-capital.org.ar Ig: h.i.j.o.s._capital Fb: hijoscapital

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