No termina de apoyar
los miembros
a los costados del plato.
Es como un nubarrón cargado de palabras
que iba conteniendo
dentro del murmullo de la charla,
los tenedores cruzando la mesa, los platos de madera, la única fuente de metal.
Uno más de hombros gruesos, presentes,
sentado de espaldas contra la pared y un mueble antiguo más que viejo.
La casa, un eco de pasos nuevos,
de los que se levantan con un pedazo de carne en la boca,
hasta la calle,
o en un desvío
(desvarío)
hacia alguna habitación.
Una chimenea de piedra,
que en invierno
el frío
Cerca.
La puerta de entrada
a cada rato, el viento constante
en enero,
cuando los bocinazos llenan la calle empinada, a un codo del mar,
una náusea nerviosa, un eructo de no poder decir
lo que te quiero los veranos,
la cena de los sábados.
"Hoy no sé qué decir", parece decir.
Intenta como ahora contar algo y se tienta en distintos amagues.
Frustraciones.
Estar loco de alegría. Los críos saludando al amigo del padre
de la moderada vida.
... No te entendemos. Tranquilizate y contá...
Excitado se le ríen las costillas. Las encías.
... Sos muy nervioso, tano... le dice el hijo de su amigo de 6,7 años.
Sin embargo no se entiende las cenizas que a veces cubre
(encuentra en)
la chimenea.
Tampoco es mugre.
Cuando normaliza la voz y los demás comienzan a escuchar,
las moscas zumbadoras nadan por sus nervios,
no puede no tentar
el destino chispeante en sus ojos.
Todos se tiran a la cara, trozos de charlas de diálogos dispersos,
pero no se burlan.
Una frase permaneciendo
como una media luna
entre tus brasas
se desvanece
morada de vino.
Federico Vecchio, escritor, actor. Estudió con Dalmiro Sáenz, Vicente Zito Lema; teatro con Pablo de Nito, Omar Fantini, Pompeyo Audiver; periodismo de investigación en la Universidad de Las Madres. Ha editado el libro de cuentos «Huérfana luz de invierno» (2010).
Facebook: Federico Vecchio . Instagram: Frederiksolar
porvecchio.blogspot.com
