Fernando Capece: «Ángela»

Anoche necesité ver una peli que me gusta mucho: “Angel A”.

¿Por qué digo que me gusta mucho y necesité verla? Para tratar de desmenuzar esto que escribo, tengo que entender que las respuestas giran en torno a una novia que tuve hace mucho tiempo.

Fue ella quien me la recomendó y con quien la vi. La peli es preciosa y el argumento gira en la idea romántica de que alguien te hace ver la vida de otra manera y te salva.

Esto último me suena muy familiar.

También, es muy probable que haya querido ver esta peli porque en estos días se cumplen seis años de nuestra separación. Últimamente ando con la piel finita y utilizo mi patético recurso de viajar al pasado para encontrar algún tipo de respuesta. En el dos mil quince yo estaba con ella cenando en un bar mientras pasaban un partido de fútbol y recuerdo que antes de que llegue la comida, discutimos y luego lloramos.

A los pocos días nos separamos.

En tiempos donde lo digital llega para emparchar soledades y tristezas, antes de irme a dormir se me ocurrió subir una imagen de la peli en una historia de Instagram.

Esta mañana me levanté, prendí la compu, abrí Instagram y (acá viene la parte donde esto se pone interesante), chequeando quienes vieron mi historia me aparece el nombre de ella.

¿Y esto?

Pongamos en una licuadora emocional lo siguiente: ganas de cagar, alegría, nervios, palpitaciones, miel y un poco de vinagre. Todo esto en una milésima de segundo ni bien vi su nombre.

Print a la pantalla, guardar imagen, abrir imagen y verificar que efectivamente, ella había visto mi historia.

Primera pregunta que se me viene a la mente: ¿Qué hago?

No tengo la menor idea.

La catarata de preguntas viene al acecho: ¿Por qué la vio? ¿Será nuestro destino volver a encontrarnos? ¿La llamé con el pensamiento? ¿Me extraña y quiere saber de mí? ¿Quiere verme? ¿Quiere coger conmigo mientras con los ojos cerrados nos besamos apasionadamente jurándonos amor eterno?

En el medio de este torbellino recuerdo un taller falopa de respiración que hice hace mucho, donde me dijeron: “Cuando estés fuera de control, cerrá los ojos, respira hondo e imagina el recorrido del aire al inhalar y al exhalar”.

Bajo la pantalla de la notebook, apoyo la cabeza en el respaldo y cierro los ojos.

Respiro. Una, dos, tres veces.

Abro los ojos, agarro el celu y voy a los mensajes. Como no la tengo en mis contactos, supongo que es muy probable que me haya escrito y aparezca como spam.

Nada de eso. Ningún mensaje.

Vuelvo a respirar y estornudo. Una voz interna me advierte: “Ni se te ocurra somatizar absolutamente nada”.

Abro la notebook y decido seguir escribiendo.

La última vez que nos vimos fue en un semáforo de Villa Urquiza. Yo iba a terapia, ella a comprar milanesas. Nos dimos un fuerte abrazo, caminamos un par de cuadras y nos despedimos llorando.

Con el tiempo supe que se fue a vivir con su pareja, se casó y tiene dos gatos.

Vuelve la pregunta: ¿Qué hago?

Se me viene a la mente el cuento de Dolina: “Balada de la primera novia” y, aunque esté pensando en mi última novia, tengo el presentimiento de que algo de ese cuento me va a servir. Me doy vuelta y voy hacia la biblioteca, tomo el libro y busco: “Balada de la primera novia – Página 64”. Voy a la 64, 65, 66…71, acá está, esta es la parte que necesito.

Las aventuras verdaderamente grandes son aquellas que mejoran el alma de quien las vive. En ese único sentido, es indispensable buscar a la Primera Ultima Novia. El hombre sabio deberá cuidar -eso sí- el detenerse a tiempo, antes de encontrarla”.

Me quedo pensando en el partido de futbol de aquella cena, que oficiaba de mediador para salvarnos del declive que estaba sucediendo en esa mesa, en el protagonista de la película, que quiere salvarse y en un “visto” que quiere transformarse en un salvataje de lo monótono.

A lo mejor no escribo para contar historias ficticias, sino para salvarme de historias reales.

Fernando Capece, escritor, músico, terrícola y porteño del 80. Músico, estudió jazz con el maestro Néstor Astarita. Toca y graba en los circuitos under desde el 94. Fue partícipe del fenómeno musical y teatral Tribu Fandango, banda con la que realizó cientos de shows. Giró durante varios años con la banda de rock Gauchos Rabiosos, incluyendo la grabación de su último disco, «Vol.3». Participó del disco «Greatest Hits Vol 1», de Astrohungaro, proyecto con el cual grabó un Live Session. Participa de los talleres literarios de @siempredeviaje desde hace tres años. Escribe poesía y narrativa. Leyó en varios ciclos de poesía, incluyendo La Feria Del Libro. Actualmente se encuentra trabajando en su primera novela.

@fersacce