Como es arriba es abajo; como es abajo, es arriba.
El kybalión
Es diciembre, el aire está aún fresco, y el firmamento patagónico se impone. No hay hueco en la negrura sin que algo brillante lo ilumine. Imposible contar las estrellas que miran a la señora Emma. Ella, sentada en la mecedora de jardín, no está contemplando el cielo en su casa del lago como lo ha hecho tantas veces. Tampoco está absorta en sus pensamientos.
La señora Emma siente la exaltación de un comienzo por la presencia de Justino. Hace mucho tiempo que no compartía esa escena con otra persona. No sabe muy bien por qué lo invitó. Pero ahí están, bajo una victoriosa noche sin luna.
—Es un cielo propicio para ver lluvia de estrellas —dice Justino, cuando un potente haz de luz cruza el cielo—. Se acercan mis favoritas: las Gemínidas.
Ni siquiera pasan unos minutos y la señora Emma comienza a contar en voz alta los meteoros que llegan desde la constelación de Géminis. Luminosos granos de polvo blanco y amarillo, mezclados con algunos de tonos verdes y rojos, entran a la tierra sin cesar. No llega a decir nueve, que ya está la décima estrella, cayendo encima de ellos.
Nunca he presenciado un evento tan conmovedor. ¿Debo pedir un deseo, como dicen las leyendas? Jung escribió en el siglo XX que la psique es un cielo sembrado de planetas y constelaciones, luminoso y con poder mágico.
Sacude las ideas y ríe en un suspiro. Siente la mirada de Justino atravesando su mente. La beatitud de su rostro cremoso la reconforta.
Yo no sé cuál es mi anhelo más profundo.
Al cabo de una hora, una última partícula, roja y fulgente, se vaporiza sobre la cumbre de la montaña. Se intensifica el frío. La señora Emma, entra a la cabaña a buscar mantas. Justino, está refregándose las manos para entrar en calor. Toma el abrigo con gratitud y dice:
—En el inicio del siglo XXI, encontraron evidencias sobre las semejanzas, entre el despliegue de las galaxias y el desarrollo de la red neuronal del cerebro humano. No solo en las formas sino también en el funcionamiento. Es por eso que nuestros deseos reflejan patrones más importantes en la totalidad del universo.
Justino alarga una mano hacia la señora Emma. Ella pone la punta de sus dedos sobre la palma. La mano se cierre bruscamente. Emma no dice nada. Justino continúa con paciencia como si le hablara a una alumna.
—Los hallazgos pueden ser inexplicables. Pero se trata de hechos que la ciencia no podrá seguir ignorando. El mundo humano y el mundo celeste forman parte de una misma sintonía cósmica.
La señora Emma mira la corriente incolora del lago. Sin demasiado esfuerzo, esta vez pide su deseo.
Gaia Orbe, escritora, poeta, gestora cultural, docente, farmacéutica, radialista, viajera. Socia fundadora de la cooperativa de trabajo La Taba, que desarrolla y comercializa servicios de comunicación. Escribe Fuga de Palabras, una columna mensual para Revista la Taba y Relatos domingueros en IG: @cooperativalataba. En 2014, publicó el libro Cartas a Nashira. El camino de las sombras largas. Y los relatos: “Hágase la luz”, en la Antología Jada Sirkin (Peces de la ciudad, 2017), “Hechizo de jazmines”, en Ecos (Cuatro hojas, Madrid: 2019), en El Mago (Cuatro hojas, Madrid: 2021 y su primera poesía fue publicada en Cuaderno de Artista (Cuatro hojas, Madrid: 2022). Además publicó la nouvelle “Ninguna noche en Calicut” (GES,Argentina 2021).
