EL SUEÑO ABRE LA BOCA Y NOS OXIDA El infierno respira sobre el dintel y el gato imanta nuevas lunas. Se enhebra lentamente la noche y baña mi apenas torso con niebla de espuma sobre el borrador de mi arrecife. El sueño afila sus molares, observa la lumbre y se traga el hedor de la vida, su espejismo, el nombre indescifrable de la sed, su violenta caligrafía, y el ostentoso perfume de la angustia. El sueño abre la boca y nos oxida nos torna crepusculares sobre el musgo y rezuma frío, boquea rehenes sin alas con toda la miseria atravesándonos. LA ESTATURA DE MI SOMBRA La cicatriz se hace escama y muerde mi cuerpo. Busco la sonrisa del mar y su puño me recuerda cómo duele su interminable geografía, el golpe del coral que escribe con violencia mi alfabeto. Calles líquidas me interrogan. El murmullo de los pasos, la silueta oculta de tus ojos y tu nombre conforman la estatura de mi sombra, te adivino tras el viento que me define como la espuma secreta de todas mis criaturas, todas imitando tu muerte, todas vertiéndote y regresándote, pero en este vestíbulo azul no cabe ya el escándalo de la sal, ni el nombre solo de un invierno ni mis manos urgentes y sin remite, tan sólo la soledad del mundo contemplándome. MIL MANERAS DE ESTAR EN EL MUNDO No debiste nacer y estarás frío para siempre. En esta casa que no te conoce, los nombres cantan bajito por amor a los muertos. Los sitios mudos recuerdan habitaciones inclinadas como labios, carcoma en las fotografías, el redoble de un verde-negro, párpados casi rotos que inventan océanos apátridas y paisajes que mueren mordidos. Hay mil maneras de estar en el mundo pero todas caben en la hoguera. No debiste llover ni abrir el equipaje ahora es ya muy lejos para repujar con angustia tu líquido autorretrato. LA HUMEDAD DE MI FUGA Se pierden las palabras, crujen en el otoño del verbo insalubre. La herida se queda sin voz y paraliza mis dos manos que olvidan nombres y geografías bajo el insomnio del océano y se ponen a bailar con cientos de interrogantes. Perdemos el corazón en ese baile mientras se vierte el mundo y nos salpica, y queda muy poco por hacer, por palpitar, por revelar con tanta sombra tallada en la frente. Sigo bailando y perdiéndome, se abisma la humedad de mi fuga, los peces ya no son de colores, se pierde el sol cuando me desclavo de la noche hambrienta y sobrevuelo mi líquido naufragio siempre contigo, contigo, contigo navegándome la garganta.
Todos los poemas pertenecen al libro aún inédito “Mi fonética de calcetín zurcido”.
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Marian Raméntol, poeta, escritora, traductora. (Barcelona, España, 1966). Reconocida por su obra, es también Directora de la revista cultural La Náusea. Y miembro del grupo musical O.D.I.
Brutall y brillant