Damián Jerónimo Andreñuk: «Noches y Marianelas»

Marianela Dámaris

Con un té y una manzana funda un paraíso.

A lo lejos el hedor de la devastación.
El histérico sonido del miedo y la avaricia.
Psicópatas insomnes esforzándose por pervertir.
Mercachifles con miradas de reptil
haciendo todo negociable.
Un alboroto gris de simios excitados.

A lo lejos los príncipes del odio.
Los pensamientos suicidas, una jauría de hienas
como bestias gangrenosas.
Un niño torturado que lleva un fusil.
La frustración en un espejo.
La inmunda sonrisa del pedófilo.

En sus ojos una fiesta
de nubes y amapolas.

En sus labios una luz
de diosa desterrada.

En sus manos un silencio
de pájaros dormidos.

Más allá de la arboleda

Anochece.
La brisa huele a pinos, a savia.
Resplandecen los enjambres de luciérnagas
como constelaciones diminutas en lo oscuro del bosque.
Una niña muy extraña conversa con las aves
desde una tierna y poderosa y clara sensibilidad.

¡Hay tanto inmenso paraíso
en las semillas de manzanas!
¡Hay tanta sed inexorable
en cada gota de rocío!

Anochece.
La transparente mansedumbre
del cielo rojizo
entibia el aire y lo perfuma.
Al otro lado del arroyo
andan caballos salvajes.
Más allá de la arboleda
se divisan las cabañas de roble.

Marianela

Parece frágil su clara sensibilidad.
Pero es capaz de desafiarlo todo.

Sabe limpiarse el desengaño
que endurece los rasgos.
No bebe de las copas
que ofrece la inconsciencia.
No se somete al juego sucio
a la avidez carnívora.

Marianela
y su gracia
su intensa luz contra alimañas y reptiles
su voz sincera (sin displicencia ni entusiasmo interesado)
su fresca alegría femenina
su piel tibia como una flor del paraíso
sus manos bellas como las ganas de vivir
como escuchar en un silencio milagroso
el corazón de los pájaros
como un amable gesto que da paz
al recordarnos que la bondad existe
como acercarnos a un ángel de pureza absoluta
que nos obliga a desnudar lo que realmente somos.

Noche y puerto

Noche y puerto. Indefensa embriaguez
de barcos violetas, el viento deja
una única flor en la espalda de lo irrecuperable.
Hay alas cenicientas desplegándose.
Imágenes con niebla en el sueño enrarecido
del Ahora palabras y palabras para justificar
un desconcierto más extenso que cualquier esperanza.

Noche y puerto. Indefensa sensibilidad
de liebres huyendo, de brotes diminutos, de pájaros mareados.
Impresión, crepúsculo naciente.
Hay ternura de la fe en lo que nunca.
Imágenes con tallos inclinados zozobra de ostras
para penetrar de inocencia las alturas.

Noche y puerto. Indefenso oráculo
de quienes celebran el desasosiego.

Damián Jerónimo Andreñuk, poeta nacido en City Bell en 1986 y reside en Villa Elisa, ambas localidades ubicadas en el partido de La Plata, Buenos Aires, Argentina. Publicó once libros, todos a través de certámenes en diferentes editoriales: Omisiones (Raíz alternativa, 2010), Portales al vacío (De Los Cuatro Vientos, 2011), Formas
concretas (Hespérides, 2013), Silencio de crisálidas (Literarte, 2015),
Metástasis (Luz del alba, 2015), Vértigo insondable (Mis Escritos, 2017),
Música del polen (Hespérides, 2021), Yamila (3K, 2021), Donde orinan
los lobos (Fela, 2021), Dimensiones de lo breve (Mis Escritos, 2022) y
Pelear contra la niebla (Trinando, 2023). Además, a nivel nacional e
internacional, obtuvo distinciones en concursos y fue seleccionado
para colaborar en revistas y antologías.

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