El día que ya no me quieras Nada que adivinar ya no hay parpadeos soy el que sale de caza a levantar las piedras de la calle para encontrarle la luz a la Luna no aprendí conjugaciones todos se quejan porque aprender este idioma resulta complicado yo apenas me complico ni bien empiezo a decirte que ni sé en qué día escribo mucho menos en qué lenguaje la ciudad esconde las formas en las que inútilmente busco hacer poesía va y me nombra lleva de mí alza sus fosas de alumbrado y me perfora el corazón hablar en vano es como si el concepto del amor terminara acá mismo ¿no habrá otro deseo otra carga sanguínea o sanguinaria? se acerca la noche a los gritos nadie sabe de dónde sacó voz tanta oscuridad habla cuenta cosas canta terminará evocando apariciones inconvenientes conjurando contra sí que el viajero que huye dicen que tarde o temprano dicen detiene su andar ya estoy quieto de toda quietud abuso de la hoja en la que escribo sacrifico la nacionalidad de mi egoísmo que vaya y se declare extranjero mañana todo esto servirá de poco busquen poesía entre los muertos. Silencio: "ya todo está en calma".
Daniel Quintero, escritor.