Se me pide que no grite, que escriba sobre el grito. Lo primero que me viene a la cabeza es el poema de Susana Thénon que copio al final de estas notas.
Se viene el gol. El gol no se dice, es necesariamente gritado (La post verdad llegó al fútbol y se llama Var. Se festejan goles que no son).
Si lo vemos de este modo, en las ramas cargadas de brotes vive el alarido de las raíces, la tierra. Eco de multitudes soplan en la memoria, el corazón. Conectan con los ritmos más cebados. Los hongos. El sonido. (el graznido metálico del carancho/ el hielo en la coctelera/ rechinar los dientes/ un micro con hinchas/ los tangos que tocaba mi abuela/ frotarse las manos/ el patio de la escuela/ la verba trasnochada).
En nuestro rock hay distintas vertientes de grito. Por ejemplo:
Palo pica, perfuma. Es el desahogo y lo spinettiano del asunto.
Dárgelos sobreactúa. El groove se pone cachondo: “la piel, los labios donde roza la bambula. Serán mi prado, mi vergel”.
Miguel Abuelo es chamán. Su aullido es himno, cruza el mar.
Ante la pérdida hay un grito sordo. Hacia adentro. Secuencia que se escurre entre los dedos.
Cosechar, compartir, agradecer, no son actos para andar a las corridas, gritando. Son pliegues del alma. Escritura.
“¿por qué grita esa mujer?
¿por qué grita?
¿por qué grita esa mujer?
andá a saber.
esa mujer ¿por qué grita?
andá a saber
mirá qué flores bonitas
¿por qué grita?
jacintos margaritas
¿Por qué?
¿por qué qué?
¿por qué grita esa mujer?
¿y esa mujer?
¿y esa mujer?
vaya a saber
estará loca esa mujer
mirá mirá los espejitos
¿será por su corcel?
andá a saber
¿y dónde oíste
la palabra corcel?
es un secreto esa mujer
¿por qué grita?
mirá las margaritas
la mujer
espejitos
pajaritas
que no cantan
¿por qué grita?
que no vuelan
¿por qué grita?
que no estorban
la mujer
y esa mujer
¿y estaba loca esa mujer?
ya no grita
(¿te acordás de esa mujer?)”
Federico Lescano (Bode), poeta, jardinero. Co-editor de la mítica revista Sexycangrejo.
hastalavictorlaplace@gmail.com