Debajo de mis párpados se encierra
el furor de la noche.
Hay un escarabajo de ardiente metal
volando en mis sentidos.
Vicente Gerbasi
Estando en la casa me dispuse a cerrar la ventana, y por momentos sentí que la brisa golpeaba, sin embargo, me dije que quizás era lo que usualmente hizo por muchos días. Solo que hoy hizo un mayor eco por todo lo que había pasado.
Me detuve y quise palpar nuevamente el cielo, así que volví a abrir el ventanal y permanecí mirando fijamente al Ávila, fue tal el nivel de conexión que me llevé esa imagen a la cama. Como un eco reverberaba en mí.
Así que dormí lleno de los sonidos de la Gruta y con el manantial mágico de su corazón.
Dormido comencé a sentir que el cielo estaba tan cerca de mí que se entronizó en mi piel y me convertía en parte de la noche. Todo era desconocido parajes de hondonadas antiguas, con llovizna y una brisa llegaba desde muy lejos. Trajo oleajes y voces, capitanes que demandaban sus barcos, sin timonel iban abrazados del tiempo, con los ojos saltones buscando el arribo a algún puerto.
De repente apareció una dama de pelo negro y piel oscura me llamaba. Me invitó a caminar a las orillas de un gran río que bramaba suavemente.
Me levanté y me fui en su compañía.
Soy la noche me dijo en tono suave.
Ahí adentro vestido de estrellas
con la brisa danzas,
silba elegías con tus espigas azules
tomada de árboles
subido en voces,
anidan cuentos
túneles imaginarios en la noche.
Cuando pasamos
sonámbulos de hadas y encinas
retamas y olivares,
con sus aspas riegan
la noche clara
boscaje gnomos bailan
en las ramas silencios melodiosos.
Oh, oscurana amada,
santificas cantos y secretos,
oficias misa día tras día
pueblas tu espíritu sideral
noche de voces y coros
en siluetas,
dibujan azules relámpagos
amagan al quebradizo horizonte
en los ojos fisuras bajeles
semblantes infinitos del viaje a altamar.
Traes el océano
colmado de azares,
narcisos e higos nocturnos abiertos
noche eterna
de luces temblorosas
tan alta resuenas
con tus campanas de silos titilan
en los ojos tus velas lloran
sueñan el claustro y el infinito
pasan por tus arterias.
Temen mis ojos
de irse en tu espesura alba y antigua
hilado de misterios.
En los bordes tus labios lustros,
cuando pronuncias
mi cuerpo enluta tu sueño,
miles de años perseguidos viajas
hasta que descansan en mis pupilas.
Reposas
recinto de sed
estanque del amor con tus ojos enarbolan.
Miran los besos secretos y
la oscura lumbre lidia.
Has dejado todo
excepto el bello traje del sueño
traes como luz de la noche,
poesía del Orinoco sideral,
Éufrates mortal de lenguas
llegas infinita
y dulce.
De algún muelle zarpaste
de algún sol, de algún Sirio emerges,
de alguna flor naciente viniste,
más con tu rostro
lleno de brizna y trasnochos
y el canto en las venas desiertas,
sin memoria arribas.
Por mi te puedes quedar
la vida risueña hasta la muerte
Mujer espejada brisa de la noche inmensa
inadvertida mujer acicalada de polvos
cantas con el pecho oriundo
de boscajes y cuentos.
Mujer de sobrias maneras y jardines
con delgados dedos tocas
hondo el clavicordio
la catedral resuena en el río mío.
El otro río, espejo de luna
cielo claro de sueños.
Noche de noches
traes soliloquios
tocas y besas hasta
con el más sutil sonrojo.
Me sentía con tal regocijo que mi cuerpo pendía a una altura importante, como si me columpiara en una hamaca tomada de la noche.
Cuando el despertador sonó y mi cuerpo que estaba profundamente dormido se fue despertando, parecía como si le hubiesen arrancado un poema del pecho. Con esa imagen me desperté con los ojos aún entre dormidos. Mi cuerpo aún lo estaba, había quedado en una especie de embrujo. La brisa y el alba se insinuaron más fuertemente, así que mis ojos dejaron aquel sueño, cuando ya estaba de pie frente al espejo, tratando de ordenarme para el día.
El día transcurrió como la luz, se inicia alba, se va en su voz volviendo algo grave, hasta que termina.
Enmudecida llena de oscuros. Así de raudo paso el día, sin mayor agitación y con un concierto melodioso de nocturnos en el alma que me acompasó hasta la noche.
Llegó la hora y parado frente la ventana me dispuse a leer el mensaje dejado en la hoja,
“No intentes seguirme y menos detenerme.
Acompáñame en sigilo y verás en tus ojos crecer el amanecer”
El viento
Comencé a pronunciar el mantra cuando ya estaba enfrente de la Gruta.
Buenas noches, me dijo la voz. El visitante le espera.
Pasé inmediatamente y me dirigí por la hondonada hacia la terraza. Estando allí, me puse cómodo y al voltear tenía sentado al visitante.
Buenas noches ¿Cómo estás? Conversamos en el sueño. Ah, por supuesto la Noche.
La Noche: Aquí están los retoños de tus ojos,
se fueron ciegos
hacia la hondura de la noche
y ahora el soplo incierto del viento
y la dulzura del pétalo.
Una voz declama,
regresan anochecidos de cosmos y cometas,
se llevaron en la piel su herencia.
Apenas tenían agua para la sed.
Se fueron como si nada, arrobados,
y ahora, con la noche más adentro
que los tuétanos
de falanges y fémur
en su retina más profunda que
el sueño
tienen alforjas, le pesan tanto.
Buscan un estanque para verter
el viaje,
voces inasibles
y silencio abrumador
en catarata tan alta
en su diafragma y huesos descansa.
Noche de noches
más alta que la noche,
que las piedras formadas en Sirio,
más astuta
que una sombra ebria
en desierto enlunado.
Intenté retenerte en las manos,
tomarte por algún cabello crespo
dibujarte en alguna cola de cometa,
en algún relámpago de ojos plata
o posarme en la luna inquieta,
canta derramada en el pozo del sueño.
O quizás asirme de tu voz,
inútil,
tu mar es tan frágil y hondo
ni con verbos,
ni con anhelos el alma
alcanza a tomar tu espesura abandonada.
Hincada en ojos reposas
escultura sutil
imágenes de arena indispensable
un tiempo innombrable.
Urdida por ecos del empeño
a los cuales no puedo silenciar.
Me sobrepasan
para tomarlos en la mirada
incierta busca tu viaje,
busca en la memoria
sin atisbar tu voz.
¿Cuán alto son tus astros?
¿Cuán indescifrable es tu idioma?
En anagramas soplas y
ojos se cansan de lagunas violetas
serpentean llenos de vigor.
Intentan subir,
subirte a tus sueños
Moldear tus templos lejanos
perderse en brazos
abrazarme
incesante raudal nocturno.
Yo: Ya lo sé
era inevitable
te hablé desde la marcha vas dejando
día tras día,
pues sé que planchas al viento
y como los rostros se habitan
de pájaros y túneles de la otredad.
Ya lo sé
llevas en tu cuerpo la anchura
cóncava del infinito
y que muestras el océano de estrellas
inconsolables de brillos platican.
Ya lo sé me has invertido
los dibujos que junto al verano
y los días de ocio suelo hacer.
En cualquier parte trazo
líneas delgadas de perfiladas siluetas, blanquecinas.
Y en cualquier parte
encuentro hermosas damas
de ojos claros
bañan con sus piadosas miradas,
arrepentidas quién sabe
dulcemente ornadas de labios
la flor amanece, junto al silencio
se llevan aromas a las verjas de la memoria.
A ver si estas pueden conmover la finitud
y logran el vuelo hacia la distancia
volando sobre los ramajes
y alzan la mirada a las altas colinas
desvestidas de azules.
Ya lo sé, con tus azules de luces penetrantes
y magas de secreto te robas
los rostros, ocultas
en silencio
persuades ventanas del alma
abran sus ríos y permitan
la luna pasear por los bulevares se entablen
los encuentros de la memoria
y el imaginario canturrea la brisa
desviste el tedio
y poda aquellas ramas inservibles, caducas.
Las manos dulces tocas la flauta
con unos labios de excelsa timidez
logras melodiosa sembrar de infinitud
la garganta de ríos y astros cantan
como orfeones en soledad se juntan.
Te has llevado el verano,
la primavera, el otoño
guardas en tu gigante venas
el pulso del sueño.
Y ahora que te he visto
despiadada en tu oscurana.
Me espejas en mi voz
y no sé, si soy en tu oscura boca otro
o si es mi anterior el que dormita mientras
en el día las horas silenciaban su voz.
Ya lo sé,
eres mucho más de lo imaginado
no temo a tu silencio.
No hay nada ya que debo temer.
Si te he invocado
hasta con los íntimos atuendos
si he sembrado tu canto
si he visitado el sueño y
he anochecido noche tras noche
buscando en tus puertas algo,
quizás una mirada piadosa, no lo sé.
Ahora sé que eras mucho más
que una esfinge negra
en el medio de la oquedad
muchos más que el océano placido
y fulgurante de navíos.
Si con esas batallas de habitarte
y habitarnos con los olores
que se van en tu piel
como semen imperceptible tus tallos
y troncos habitan.
Si con el remanso de tus nubes
y silencio
me he quedado a tu lado.
Ya lo sé,
te has encarnado a tus brazos
la sombra y mi otro
el que descansa y solo despierta
cuando lo habitas
de noche y lo desdibujas
a tu antojo
con las caricaturas inusuales
le dibujas vértigo
y soledad, el sueño y alegría.
Cuando plantas tus voces
de dama silenciosa y eterna.
Ya lo sé debo irme
en ti, embriagarme
en tu mirada hasta la simiente
de tu hondura.
Ya lo sé ahora
soy tanto como quise
y quizás más y eso
te lo debo
tan alta como los
muros inasibles del cielo, más altos.
Noche de mi noche
y de otras me tocas los pasos cuando
me intento tocar en la piel
te siento hasta en el sueño
despierto de ti.
Me dispuse a indagar a la noche, pues era tarde había dejado su nota encima de la mesa, e iba hacia la hondura en busca del tren. La perdí en la niebla.
Me levanté y dispuse de unos minutos para estirarme, me fui lentamente hacia la salida. La voz me intercepta y me dice que no lo esperamos.
—
©Luis Gilberto Caraballo, La Gruta del Ávila: Aguadilla, Puerto Rico: Letras Salvajes, 2022.
Luis Gilberto Caraballo, poeta y artista plástico con más de cuatro décadas de trayectoria. Entre sus poemarios publicados están Encuentros con el Sur (Venezuela, 2007), El árbol de las casas vacías (España, 2008), Los caminos del tiempo (España, 2009), Poemas de números y series infinitas (Portugal, 2012), Arpa Invisible (Letras Salvajes, Puerto Rico, 2020); Es tiempo de volver destellos de un regreso (Del Sur a Sur Editores, España, 2021) y La Gruta del Ávila (Letras Salvajes, 2021). Su libro Celajes de noche salió en febrero de 2022. Y sus libros Ráfagas y Poemas, retazos y mares de un poema salieron en Venezuela a finales de ese año. En el 2025 publicó Iluminaciones de un lienzo para la editorial De Sur a Sur de España. Luis Gilberto tiene alrededor de 35 libros más no publicados. Incluidos de poesía en prosa, poesía de verso libre y libros de aforismos.
