Sigue siendo el silencio del domingo
Entre sorbos de luz por las esquinas
Mientras cantan los pájaros bonanza
Algún tema de amores imposibles
Que doblegan las nubes en bengala
Cuando el cielo se tiñe de agua triste
En las trampas que tengo por persianas
Rematando el nudo en el camino
Con un cuarto de leche en la memoria
Donde un vaso rebosa de ilusiones
Una pálida estrella que se apaga
Fermentando los huecos de la noche
La maleza voraz sobre el traspatio
Acarrea columna de enemigos
Cuando vuelve el recuerdo en el alero
Con racimo de hojas que se parten
Y resbala el pudor a ras de suelo
-Se susurra que el tiempo se entromete-
Una cándida flor se desparrama
Entre musgo y húmedas raíces
Donde el moho asienta su destreza
Tapizando el piso con sus llagas
Mientras suelta sus lánguidas esporas
Y se incrustan de espinas los talones
Cascabel de tiranos microscópicos
Del unguento voraz de la materia
Donde pongo y empato las historias
Porque todo es un laudo del murmullo
Entre el páramo gris del infortunio
Y la sorda mirada que se asombra
Este inútil pulsar de los relojes
Que sentencian el vicio del poema
Por desgaste de locas manecillas
Con intervalos tristes de palabras
Donde rompen la línea del capricho
Y se aprieta el vestido la distancia
Se interrumpe Se vuelca Se incolora
Se desplaza rufián en la entrepierna
Se somete Se incrusta Se enmaraña
Se coito en el vértigo del humo
Se penetra despacio en las heridas
E incorpora caricias a la nada
Marina Centeno, poeta, dibujante. Oriunda de Progreso Yucatán, México. Tiene 13 libros de poesía. Traducida a diversos idiomas. Sus dibujos se han expuesto en el Museo de arte erótico de Cuernavaca, Morelos; en la Galería digital La Náusea y en la revista Disidentes.
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