Desde que era niño mi familia se reunía para celebrar la navidad en casa de mi abuelita, era un día tan esperado por todos que incluso a partir del veinte de diciembre, muchos de mis tíos viajaban desde otros estados de la república y el extranjero solo para disfrutar un poco más de esta mágica temporada.
Sin embargo, todo cambió durante la época decembrina de hace cinco años, cuando los muertos se levantaron de sus tumbas.
Hasta la fecha no sabemos qué lo provocó y aunque algunas explicaciones científicas sugieren que todo se debe a una infección cerebral provocada por la presencia de algún parásito que invadió las tierras donde se hayan los cementerios, nada explica la motivación de los resucitados.
Pues a diferencia de muchas películas y libros donde los muertos devoran a diestra y siniestra cada ser vivo que se cruce en su camino, los “hogareños”, como así los llamamos, tienen como único propósito perseguir y asesinar a todos los familiares que dejaron atrás, solo para reactivarse juntos al año siguiente apenas comienza diciembre, para continuar cazando a los que se les escaparon.
Aún recuerdo la primera vez que tuvimos contacto con este virus, ocurrió durante la noche buena del dos mil quince, para entonces ya habíamos escuchado rumores de muertos andantes y aunque las noticias mostraban videos de personas huyendo despavoridas de familiares que juraban llevaban años muertos, no creímos nada de eso, era Navidad y no teníamos tiempo que perder con bromas de mal gusto.
Recientemente había muerto mi abuelo Beto y la misión principal de toda la familia era que mi abuelita pudiese disfrutar de las fiestas sin pensar tanto en él.
El plan salió a pedir de boca y durante todo el día, mi abue disfrutó de todo tipo de juegos con sus nietos, conversó amenamente con sus nueras y yernos, y mi madre junto con mis tíos se hicieron cargo de prepararle una suculenta cena.
Fue justo cuando todos estábamos reunidos y listos para comer el pavo que lo escuchamos, un sonido que no esperábamos volver a oír en nuestras vidas, la voz de mi abuelito.
―Hace mucho frio afuera ―dijo mientras entraba al comedor.
Todos quedamos aterrorizados, pues estaba lleno de tierra, sus ojos lucían nublados y algunos gusanos ya habían comenzado a carcomer su carne pálida.
―¡¿Beto?! ―mi abuelita gritó su nombre con la voz en un hilo.
―Hola, viejita regresé ― el abuelo comenzó a caminar hacia donde ella y mi abuelita aun estando afligida, se dirigió hacia él con los brazos extendidos.
―¡Detente, Mamá! ―bramó mi tío Francisco, antes de interponerse en su camino con un cuchillo para cortar el pavo en la mano.
―¡Francisco, ¿qué te pasa?, ¿no ves que es tu padre? ―le regañó mi abuelita.
―Mamá, él no es mi papá, sé que no has visto las noticias, pero créeme cuando te digo que no es él ―
―Ay mi querido, Cisco, siempre fuiste el más rápido en captar las cosas, por eso serás el primero en venir conmigo ―murmuró el cadáver antes de abalanzarse sobre él.
Pronto comenzaron a forcejear y aunque mi tío logró clavarle un cuchillo varias veces en la cabeza, esto no detuvo al monstruo que vestía la piel de mi abuelo y en un rápido movimiento, le arrancó la garganta de un mordisco.
La sangre de mi tío cayó como lluvia sobre todos nosotros y el terror se apoderó de la habitación, eso es lo último que recuerdo de esa noche.
Desde entonces e igual que millones de personas alrededor del mundo cada vez que se acerca la época navideña me preparaba para huir y esconderme, pero este año será distinto.
Ya no tengo familia que pueda ayudarme a defenderme y aunque mi instinto de supervivencia me dice que corra, estoy muy cansado y ya no deseo pasar otra Navidad solo.
Los sensores de movimiento acaban de activarse y las cámaras de seguridad me muestran que ya han atravesado la reja de la entrada, el miedo que siento solo es superado por la emoción, ¡mi familia ha llegado y estoy listo para reunirme con ellos!
Ronnie Camacho Barrón, escritor, Lic. en Comercio internacional y Aduanas, y Técnico analista programador bilingüe (Matamoros, Tamaulipas, México, 1994). Ha colaborado en decenas de antolgías y publicado cuentos, relatos y ensayos en revistas y blogs nacionales e internacionales. Autor de dos Novelas «Las Crónicas del Quinto Sol 1: El Campeón De Xólotl» (Amazon 2019) y «Carlos Navarro y El Aprendiz Del Diablo» (Editorial Pathbooks 2020-2022), también diez libros infantiles «Friky Katy», «¿Tus papás son vampiros?», «El pequeño Rey», «Los Guardianes del bosque», «Erika otra vez», «José lo vio todo», «Una Amiga de las Estrellas», «Las Rivales», «Los Campeones» y «Los Trillizos mágicos», todos con la editorial Pathbooks y traducidos en 6 idiomas, su más reciente obra una antología de cuentos titulada «Entre Nosotros» (Amazon 2021).
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