Martín A. Biaggini: “Cuerpos sobre cuerpos: primeras impresiones de un ensayo sobre imágenes y deseos”

“El cuerpo se convierte en fuente de todos los males, el alma es asiento de la pureza. Noción tan falsa y desventurada habita el espíritu de mucha gente aún hoy”
Aldo Pellegrini, Lo erótico como sagrado

Según el semiólogo Román Gubern, la representación icónica del falo en erección y de las prácticas sexuales existían en las antiguas Grecia y Roma paganas; y en la cultura oriental, pero la reproductibilid adicónica masiva e hiperrealista de la fotografía y luego del cine (garantes de que aquello que se muestra ha acontecido realmente frente a la cámara) otorgaría un nuevo estatuto sociocultural a las representaciones eróticas (Gubern, 2005). En nuestra América, mucho antes de la invasión europea, el pueblo Moche en Perú, también representaba el falo y las prácticas sexuales, en un mal llamado arte erótico por algunos entusiastas, ya que muchos arqueólogos y antropólogos ven en estas representaciones, un sistema de comunicación con los dioses ¿Por qué una vasija que icónicamente denota a una mujer practicándole sexo oral a un hombre no es considerado arte erótico? ¿Por qué la connotación de esa imagen, si es religiosa, si es un pedido de lluvia a los dioses, deja anulada toda implicancia sexual? ¿cómo poder leer esas imágenes producidas y leídas por un contexto que hace siglos no existe? ¿es válida una lectura actual? La lectura de una imagen, como todo signo, requiere de un análisis más amplio que la sola descripción del signo en sí.

“La pornografía es un tipo de discurso cuyo único objetivo consiste en la representación del acto sexual humano. No le interesa ningún otro aspecto de la experiencia humana. Solo le interesa la exhibición, tan detallada como sea técnicamente posible, de la copula humana.”
La pasión erótica. Del sátiro griego a la pornografía de internet. Ercole Lissardi.

En mis distintas búsquedas de objetos antiguos (libros, proyectores, cámaras, films, etc.), encontré una cinta de cineSúper 8, la cual contenía una película de genero pornografía que sospecho, por la popularización de este formato de films en nuestro país, fue realizada en la década 1970. La proyección sobre una pared blanca, con un viejo proyector Minolta dio luz a las imágenes que, luego de muchas décadas, volvieron a dar la impresión de movimiento. Lo que vi, fueron cuerpos pertenecientes a otras masculinidades y femineidades. Erotismos que respondían a fetiches sexuales de otra generación. Esa pared, y las 24 fotografías proyectadas cada segundo, recreaban un acto sexual que ya, en pleno siglo XXI casi no seducían: una cama en un improvisado set de filmación, con aproximadamente seis spots de luces cálidas todas apuntando al lecho, sin otra intención que la iluminación perfecta, sin posibilidad de sombra o juego estético. Una mujer y dos hombres. Ella, de unos 40 años (o eso aparenta), contextura morruda, guantes blancos, sin ropa interior, con medias bucaneras y portaligas negras; el torso cubierto, sobre la cama invitando a dos hombres de edad similar, bigotes, totalmente vestidos y sentados en sendas sillas a cada costado de la cama, quienes observan atentos la invitación.
Masculinidades y femineidades que, a pesar de la poca calidad de la cinta, me despertaban un interés más antropológico que libidinal.
“La alta definición de la información no deja nada indefinido. La fantasía, en cambio, habita en un espacio indefinido. Información y fantasía son fuerzas opuestas”.
“La agonía de Eros” Byung-Chul Han
¿Qué hacer con esa cinta? ¿Qué hacer con un film que ya no incita al deseo o a la simple sublimación, los cuales eran su máximo objetivo? En pleno siglo XXI podemos apreciar la secuencia desde nuevos parámetros hegemónicos: los modelos/actores serian hoy jóvenes apolos lampiños, depilados y de musculatura marcada, la mujer lo más joven y flaca posible, pero voluptuosa. Sin embargo, el rol de la mujer, en perenne y entusiasta estado de disponibilidad sexual, creo que aun continua.

Decidí proyectar el film (cuya correcta exhibición es sobre una superficie plana y blanca), sobre los cuerpos de modelos vivos. Esos cuerpos individuales, disciplinados y normales. Cuerpos que siguen una norma. Un cuerpo, sobre otro cuerpo. ¿Cómo dialogarían? ¿Qué sucedería con ellos? A su vez, esa imagen de un cuerpo proyectada sobre otro cuerpo, seria capturada por mi cámara, logrando así, una nueva imagen bidimensional. A través de estas meta imágenes, las imágenes “hablan” sobre ellas mismas. Las imágenes se significan a sí mismas y plantean, si se les presta atención, una cantidad de problemas teóricos sobre la imagen misma. Entonces es allí donde me pregunto ¿Cómo leer estos signos trasmutados? ¿Cómo re leer ese viejo film pornográfico, proyectado en ese cuerpo normalizado, capturado en esta nueva imagen?¿Cómo interpretaron los investigadores absortos las esculturas de los Moches en Perú, esos relatos visuales sobre distintas prácticas sexuales (algunas tabú en la cultura occidental judeocristiana) expresadas en vasijas?¿Cómo las estas interpretando vos, estimado/a/e lector? Eso ya no importa. Las imágenes ahí están para ser apreciadas, aprendidas, o simplemente, desestimadas.

Apuntes bibliográficos:

  • ByungChul Han (2014), La agonía del Eros, Buenos Aires: Herder.
  • Gubern Román (2005), La imagen Pornográfica. Barcelona: Anagrama
  • Lissardi E. (2013), La pasión erótica. Del sátiro griego a la pornografía de internet. Buenos Aires: Paidos.
  • Pellegrini, Lawrence y Miller (2013), Lo erótico como sagrado. Buenos Aires: Argonauta.

Modelos vivos: Javier, Frank, Gustavo, Alexis.

     


  


 
  





Martin A. Biaggini, fotógrafo. Es Técnico Superior en Dirección de Cine (ESC), Profesor en Historia (ISSJ), Licenciado en la Enseñanza de las Artes Combinadas (UNLA), Especialista en Educación, Lenguajes y Medios (UNSaM), Maestrando en Educación y Medios (UNSaM) y doctorando en Ciencias Sociales (IDES-UNGS). Forma parte de los colectivos audiovisuales TV Matanza Cultural Coop. Ltda. y Matanza Arde, en los cuales se desempeña como realizador y fotógrafo. Como docente, además de numerosos cursos y seminarios en entidades estatales y privadas se desempeñó como profesor en la Universidad Nacional de la Matanza, la Universidad de Belgrano y actualmente es profesor en la Universidad Nacional Arturo Jauretche y la Universidad Nacional de Lanús. Coordina el Área de Estética en el Programa de Estudios de la Cultura (UNAJ), es coordinador de las Jornadas Internacionales de Arte, Cultura y Política (UNAJ) que se realizan anualmente desde 2015 y forma parte del comité editorial de la revista E-verba (UNAJ-BCC).

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