François Villon: Dos poemas

Cuarteta

Yo soy François, lo que me pesa,
nací en París, junto a Pontesa,
y de la cuerda de una toesa
sabrá mi cuello lo que mi culo pesa.

Epitafio

(Traducción de Rubén Abel Reches)

Yace y duerme en este desván
-con sus flechas lo mató Amor-
un estudiante simple y pobre
que llamaban François Villon.
Nunca tuvo un palmo de tierra.
Sabido es que todo lo dio:
su mesa, su pan, su panera.
Rezad así, cual él pidió:

Versículo o rondel

Dad reposo eterno a este hombre
y eterna claridad, Señor *.
Ni un perejil jamás fue suyo
ni saciado se relamió.

Lo afeitaron hasta las cejas
como un nabo que en la olla dio **.
Dadle reposo eterno, Dios.

El Rigor lo mandó al exilio
y en el culo lo pateó
mientras él sollozaba: «¡Apelo!» ***
que no es muy ingeniosa voz.
Dadle reposo eterno, Dios.

Notas
Estas estrofas preceden al «Epitafio»:

Ítem, mando sea en Sainte Avoie ****
y sólo allí mi sepultura;
y para ser visto por todos,
sino en carne y hueso, en pintura,
de cuerpo entero me retraten
con tinta si la costa es mucha *****.
Como el techo puede caerse
les advierto: no quiero tumba.

Ítem, quiero en torno a mi fosa
lo que sigue -no agregar nada-
que sea escrito en letras grandes,
y si acaso pinceles faltan
que el yeso nadie descascare
pues con carbón tan sólo alcanza.
Seré así recordado al menos
cual simpático tarambana.

* Traducción del oficio de difuntos.
** Villon se queja, posiblemente, del castigo que le infligió Thibault d’Aussigny.
*** Se le trató con dureza, a pesar de su apelación.
**** La capilla de Sainte-Avoie ocupaba el primer piso de un convento; por lo tanto no se podían realizar en ella sepulturas.
***** Villon continúa la estructura habitual de los testamentos: en vez de estatuas de mármol, encarga un dibujo (si no es demasiado caro).