Laura Lescano: «Variantes de la Historia -la maravilla de caminar…»

Atardecía un domingo cuando llegamos al nuevo hogar de Laura, recién mudada al barrio porteño de Paternal. Café mediante, la charla se pobló de su pasión por la Historia y sus viajes. Reproducimos aquí la entrevista, mechándola con fotografías que improntan su andar.

Escribiendo en Tobruk, Libia.

  Devenir111. ¿Cómo se produjo tu encuentro con la literatura y con la escritura?
  Laura. Desde muy chica me gustó leer. En mi casa se leía mucho, mi mamá era una gran lectora. Así que siempre tuve contacto con la literatura, con libros. En la adolescencia era punk, tenía una cresta de colores en la cabeza y leía a Rimbaud. Por otro lado siempre quise escribir cuentos; contar historias; pero no podía plasmar ese deseo en la escritura.
 Cuando empecé la carrera de historia y conocí a los historiadores franceses, me di cuenta de que la historia también podía ser un género maravilloso y muy cercano a lo literario. Por un lado está el rigor histórico: pero que se combina muy bien con lo literario. Ese amor por la historia y por la literatura me llevó a estudiar a intelectuales, sobre todo a los intelectuales enemigos. A los elitistas de la extrema derecha alemana de la década del 20′ y del 30′, a los de la derecha católica francesa y, por supuesto, a los argentinos dentro de los cuales, Leopoldo Lugones me parece un gran exponente aparte de un maravilloso poeta. Era un delirio exquisito su discurso político.
Relacionado con lo de los caminos… yo escribo pequeñas notas de historias. Me interesa indagar sobre las tradiciones, las costumbres, lo ritual. Por ejemplo la Navidad, el incienso, los Reyes Magos, la costumbre de fumar… Me encanta saber el por qué de esas cosas simples, y cotidianas. Tuve la idea de publicarlos. No se llegó a concretar; pero sí tenía título. El proyecto lo estaba haciendo con mi amiga Roxana que es de Ushuaia. Ella me contó que allá, a causa de la nieve que obstruye los caminos, se crean otros alternativos, paralelos a los principales, que se llaman variantes. Ese era el nombre del proyecto, Variantes porque me decía que esos pequeños relatos eran una variante del relato histórico más tradicional y académico y porque abarcaba diversos temas. Un camino paralelo para narrar alguna de tantas historias posibles.

  Devenir111. ¿Y el surgimiento de tu interés por la historia? ¿Cómo te cruzás con ella?
  Laura. En la vida de cada una hay grandes caminos. Los llamo caminos porque esas instancias te llevan a comenzar un recorrido. Todo viaje comienza con un primer paso, decían los chinos. Yo creo que transité varios senderos, desde la felicidad, que no es más que un instante; el estudio, la poesía, el hambre, los afectos, la muerte, los viajes, el amor, la vocación. Creo que todos ellos son caminos y pasé por todos ellos. Algunos fueron fatalidad y otros fueron elecciones, busqué transitarlos.
 Con respecto al interés por la historia creo que el primer acercamiento se debió a un hecho muy tierno que tiene que ver con mi mamá. Pasó lo siguiente: Yo en primer año era la peor alumna en historia. En un examen el profesor me preguntó por Alejandro Magno y yo le respondí, con toda seguridad y soberbia adolescente, que era un emperador romano. Por supuesto me mandó a diciembre. Entonces, la noche antes del examen, mi mamá me sentó en la cocina de mi casa, agarró una enciclopedia y me empezó a leer. Empezó con Grecia, siguió por Roma y cuando me contó que Nerón había quemado Roma me quedé asombrada, absorta, me fascinó ese episodio. Tuve por primera vez perspectiva de tiempo histórico, comprendí el encadenamiento de hechos. No hablo de linealidad. Hablo de una sucesión de acontecimientos diversos. Y mi mamá y yo, en esa cocina, formábamos parte del devenir de los siglos. Desde ese momento empecé a prestar atención a lo que me leía. Me pareció increíble la historia del Imperio Romano. Al día siguiente, en el examen, me acordaba de todo lo que mi mamá me había leído la noche anterior. Respondí todas las preguntas, me saqué un diez y el profesor hasta me felicitó y me dio un beso. Yo salí de ahí como flotando. Al llegar a casa mi mamá no podía creer que hubiese aprobado. Me fui a acostar enseguida y dormí por horas y cuando me desperté recién le conté cómo había sido el examen. Ahí me di cuenta de que había un vínculo con la historia. Sentía que la historia era como un ser y yo me enamoré de ese ser. Después cuando, con los años, pude visitar Roma experimenté una felicidad enorme. Entendí qué era ser feliz. No me conecté con la actualidad de Roma, sino con aquella ciudad de dos mil años atrás. Esa fue una de mis entradas a la historia.
Otra fue a través de la pintura. En mi casa había un libro con reproducciones de cuadros de pintores clásicos. Era muy chica, todavía no sabía leer; entonces miraba las imágenes. Ya de más grande me interesó saber en qué época se habían pintado esos cuadros y qué pasaba en esa época, cómo se vivía, etc.
Ya en la facultad me dediqué a los conflictos bélicos del Siglo XX desde el punto de vista de la creación de un discurso o de una ideología. Como dije antes me interesaba analizar los discursos políticos de la derecha. Cómo se construía un discurso desde ese sector del poder para que sea asimilado por grandes mayorías y llevar al pueblo a sostener esos regímenes. Con pocas materias aprobadas ya era adscripta de una cátedra y daba estos temas. Por otro lado siempre me gustó el mundo árabe y comencé a estudiarlo y daba una cátedra sobre Palestina y los conflictos en Medio Oriente. También estudié de qué manera se construyó la nación. La idea de Nación. Que es una creación bastante moderna muy difícil de deshacer, es muy difícil entender que la idea de nación es un invento. Es muy difícil para las nuevas generaciones romper la idea de país y pensar en reinos, en feudalismo.

Edificio bombardeado con misiles, Franja de Gaza..

  Devenir111. ¿Cómo se recavan los documentos que avalan un hecho histórico?
  Laura. En la carrera de historia te preparan también para la investigación. Pero la construcción de la historia en base a documentos, es complejísima porque necesitás fuentes de época. Además tenés que conocer el idioma. Si te vas a dedicar a la Edad Media, por ejemplo, necesitás conocer la escritura, tenés que poder leer un documento con la gráfica de entonces, gótica. Si te dedicás a Roma tenés que saber latín antiguo. Lo mismo si se trata de épocas más recientes. Cuando yo estudiaba Alemania me encontraba con la dificultad de que, aunque había cursado alemán, no podía leer un documento de mil novecientos treinta. O sea que a esa fuente primera, más dura que tiene la historia para construir un relato, se dedican algunos historiadores, es gente que está muy preparada, muy especializada. Después tenés otras fuentes que no son las primarias, que son las obras escritas con respecto a ese período donde los diferentes historiadores pueden disentir. Para hablar de un tema o de un año en especial tenés que leer cinco, seis o veinte autores que contrasten, que digan cosas diferentes y también fuentes de época aunque no sea un original o estén traducidas. Es un gran trabajo de lectura e interpretación. Esa es la ciencia histórica, académica, no es solo saber fechas. En la facultad más que decirnos de qué año a qué año gobernó tal persona, se habla de problemáticas históricas, de grandes problemas de esa época. La parte de las fechas, buscalas vos. Yo les enseño a mis alumnos de ese modo, pese a tratarse de alumnos de secundaria. Sí que sepan más o menos los siglos para ubicarse; pero apunto a que interpreten ideas de cada época. Por ejemplo, el próximo tema que vamos a ver con los chicos es el Renacimiento; el examen va a consistir en sacar fotografías con sus celulares respetando la construcción de la composición de la imagen del Renacimiento (simetría, punto de fuga, Etc.), que es completamente distinta a la pintura medieval. Entonces el Renacimiento se vuelve algo contemporáneo de esa manera. No es un movimiento artístico que surge en Italia en tal años, es mucho más, es una estética que generaron personas  hace seiscientos años y que es posible de aprender y aprehender.

  Devenir111. Vos sos profesora de Historia en una Escuela Secundaria. Suponemos ahí una decisión. ¿Por qué te interesa transmitir la historia a pibxs de esa edad?
  Laura. Sí, soy profesora de Historia en una Escuela Pública de Paternal. Eso es bastante reciente y fue un descubrimiento in situ. Cuando yo era adolescente no me gustaban los adolescentes, cuando estaba en la facultad pensé que nunca iba a dar clases en un secundario. Desde muy temprano en la carrera fui ayudante de cátedra en la facultad. Daba Historia de Intelectuales de derecha alemanes, Historia Contemporánea, formamos la primera cátedra de Historia de Palestina y una materia de cine de Historia. A mí me parecía que esa era mi carrera, me encantaba dar clases en la facultad. Los alumnos eran personas que estaban interesadas, e incluso eran más grandes que yo, había un ida y vuelta muy interesante. Cuando terminé la carrera quedé saturadísima de lectura. No quería saber nada con estudiar ni con enseñar. Conseguí trabajo en el Ministerio de Trabajo de la Nación y me dediqué a estadística laboral. Me encantó ese trabajo y fue una experiencia maravillosa; pero llegó un momento, después de cinco o seis años me cansé del trabajo, de ir todos los días al centro. Me sentía como en una publicidad porque tenía treinta y pico, era profesional, tenía novio, vivíamos en una casa propia, trabajaba en una oficina en el centro, me iba de vacaciones, es decir, tenía todo armado, era todo ideal. Entonces dije: ¡No puede ser! ¡Algo tiene que cambiar! De un impulso renuncié a todo y me fui a la Franja de Gaza. Esa fue una experiencia inolvidable. Al volver de ese viaje alucinante me pasaron algunas cosas acá y me vuelvo a Egipto. Allá me caso con un palestino, vuelvo a La Argentina con él; pero no tenía trabajo. Tenía posibilidades de volver al Ministerio; pero no me seducía mucho el trabajo de oficina. Entonces me anoté en el distrito escolar para trabajar en secundaria porque en la facultad era más difícil. Enseguida me gustó el ambiente; pero en el momento de entrar al aula pensé “¡¿Cómo hago con treinta chicos de trece años?!” Salí de esa primera clase con los chicos colgados de mí. Me di cuenta de que tenía una conexión increíble con los adolescentes. Me gusta enseñarles a esas personas que se resisten. Tengo un discurso que les llega, me entienden. Eso me emociona. Haber logrado desarrollar un discurso en donde una persona de trece o catorce años que no conocen la Historia ni les parece una prioridad, termina disfrutando del conocimiento al que accede. Eso me produce una satisfacción enorme. No es solo la transmisión de conocimiento, trato de transmitir esa pasión, esa sorpresa que yo experimenté cuando me enteré de que Nerón quemó Roma. En la facultad tuve un profesor maravilloso de historia moderna que se llama José Emilio Burucúa, un gran intelectual que me hizo amar la Edad Moderna. Entre las clases que me acuerdo de ese profesor está la que se refería a la caza de brujas, la invención del satanismo y la brujería. Es un tema que yo doy en el secundario aunque no forme parte de la currícula y a los chicos les fascina. Aprovecho ese entusiasmo para hablar de la construcción histórica de los estereotipos modernos de mujer y de hombre que surgen en ese período. La historia permite tejer innumerables vínculos. 

  Devenir111. ¿Tenés todos los años?
  Laura. No, solo los más chicos. Me encantaría estar en cuarto año porque se ve la Segunda Guerra Mundial, que es mi tema; pero siempre me tocó primero y segundo año. Arrancar en primer año dando la prehistoria, el paleolítico y el neolítico es alucinante, les encanta. Me conecto con ellos, llego.

Esquina de un bar, Atenas.

  Devenir111. Se suele escribir Historia con mayúscula y en singular.
  Laura. Si, “la historia” como ciencia. Que es un concepto moderno también, del siglo XIX. La historia como disciplina científica en tiempos de la Revolución Industrial, en Alemania y con la utilización del método crítico-filológico. Cuando hablamos de disciplina hablamos de método. Lo que hablábamos antes de las distintas fuentes, de contrastar distintas hipótesis. Digamos el método científico como ciencia social. En el siglo XIX también surgen la sociología, la psicología, la historia. Antes la historia era un relato sin mayor rigor en muchos casos. Desde Heródoto, desde los griegos, se relata lo que aconteció. Lo que sucedía era que, en un relato histórico griego también aparecía Apolo o algún otro ser mitológico mezclado con la historia de una batalla o una Polis, porque esa era su creencia y la mentalidad de época, su modo de comprender el pasado. Ahora un historiador se basa en otras cosas y toma, en todo caso, las creencias, la mitología y las religiones como una parte de la cultura del período que está analizando; pero no cree que el Ángel Gabriel intervino en una batalla, como puede ser la historia de una guerra contada por un «historiador» medieval.

  Devenir111. Se suele escuchar a varios actores de la sociedad decir que hay que aprender del pasado para no cometer los mismos errores ¿Es válido analizar los hechos del pasado con la mirada actual?            
  Laura. Sí, es una lectura válida porque nosotros somos seres históricos. Estamos en un momento histórico, somos historia. Somos la historia del futuro. Nuestra lectura de un hecho pasado para aprender, no aprender, repetir o no repetir, está bien en el discurso, está bien decirlo, porque uno es por lo que ha pasado, por lo que le ha pasado y por lo que ha hecho con lo que la ha pasado. Las sociedades y los pueblos también. A veces las cosas se repiten. No de la misma manera. Algunas cosas maravillosas no se repiten. Cosas trágicas tampoco se repitan; pero aparecen otras cosas y tienen un perfume conocido. Pero nunca hay tanta linealidad. En nuestra vida personal también repetimos cosas del pasado, y bien que sabemos que las repetimos. En algún punto el pasado se repite quieras o no porque tanto el pasado como el presente lo construimos nosotros que somos individuos. No nos queda otra que analizarlo con los ojos actuales que son los que tenemos. Yo soy Laura ¿Cómo puedo analizar un hecho sin mirarlo con los ojos de Laura? Vivo en el dos mil veintitrés. Cuando uno es historiador está bueno hacer el ejercicio (el juego) de que soy una princesa del mil setecientos y que voy a estudiar a los egipcios en esa época, lo puedo hacer; pero tendría que tener un conocimiento enorme del mil setecientos, de la mentalidad de una princesa y de qué acceso tenían a la información del antiguo Egipto en el siglo XVII. Así que siempre analizamos desde nosotros. Por eso los historiadores podemos conocer los mismos hechos y tener una divergencia enorme con respecto al resultado. ¿Dónde está el debate cuando es duro, entre los historiadores? En las fuentes que manejan. La historia es una ciencia social donde el individuo, la ideología propia, la historia propia, la información van a generar una lectura particular.

Mezquita Santa Sofía, Estambul.

  Devenir111. Está la historia de los hechos, lo que aconteció. Por otro lado el relato histórico. En tal relato está lo que contás, el enunciado; y también la enunciación… ¿Cómo ubicás eso?
  Laura. Sí, es cierta esa complejidad… Para poder enunciarlo hay que simplificarlo. Para simplificarlo primero hay que conocerlo de una manera más compleja. Yo les digo a mis alumnos que la historia no es lo que pasó, no solo es eso, sino también lo que se pensaba que pasaba en ese momento. Porque las sociedades del pasado son, en gran medida, lo que ellas pensaban de ellas mismas. El pasado es también el pensamiento que existía en ese momento y llegar a ese nivel de entender cómo pensaban y qué heredamos de ese pensamiento, me parece mucho más cercano a lo que pasó que encontrar una fuente que diga, por ejemplo, que San Martín pasó por esta esquina. Si hubiera un documento que verificara eso, no me estaría diciendo nada de la época. Lo que queda de la historia es lo que se piensa de lo que pasaba y no necesariamente el hecho aislado. Eso es más cercano al hecho que el hecho mismo. Un profesor me dijo una vez algo maravilloso y espantoso a la vez; que somos la única ciencia que jamás conocerá su objeto de estudio. Entonces las maneras, los caminos, las vertientes para acercarnos pasan a través del pensamiento, de intentar acercarse al cómo pensaban lo que les pasaba.

  Devenir111. Historia se puede asociar con varias cosas. Con caminos, con origen, con que ese origen puede ser el punto de llegada de caminos anteriores, con identidad, con tiempo… Contanos al respecto.
  Laura. Bueno, lo dijiste todo. Si hablamos de origen, es lo que les decía sobre la prehistoria. Es muy interesante conocer el origen del origen del origen de todo. La primera persona que se animó a prender fuego. La primera vez de algo. La primera palabra. La primera vez que se enterró a un muerto, que fue durante el neolítico…la gran revolución neolítica. Dejáme exagerar: ni la rueda ni el fuego, el entierro. Eso lo cambió todo. Con el entierro aparece el pensamiento trascendente y ahí aparece la religión. Una enorme generadora de identidad y que se vincula con el proceso civilizatorio.
La historia comienza con la escritura, lo anterior es prehistoria. Lo escrito está ligado al poder. El que sabía leer y escribir tenía poder sobre los demás y era el que construía las identidades. No obstante, la Historia tiene también lo no dicho. Le Goff, un historiador francés, tiene un escrito sobre el silencio. Cuando uno lee un documento histórico puede sacar mucho de lo que no está escrito. Me acuerdo que una vez tuve un final sobre pensamiento político argentino y elegí trabajar con un libro de José Luis Romero que se llama: “Las Ideas Políticas en Argentina”. En el examen se suponía que yo debía analizar y exponer cómo interpretaba Romero las idas políticas en la historia argentina. Le dije al profesor que no iba a hablar de lo que dice Romero porque para eso lo leemos, sino de lo que no dice. Porque lo que no dice es mucho más impactante y nos habla más del autor y de su visión de la historia que todo lo que estaba escrito. Me puso un diez y me dijo:- Bueno ahora tengamos una charla. Yo le dije que, por ejemplo, que no estaba la resistencia peronista. En una obra que nos va a narrar las ideas y los movimientos argentinos del siglo XX, no se nombra al peronismo popular, a los que resistieron luego del 45’… El hecho de que eso no constara en el libro ese episodio, dice más de Romero que lo que escribió. (El hecho de que en el libro no constara la resistencia peronista dice más de Romero que todo lo que escribió.

Bares de El Cairo.

  Devenir111. Hay episodios en la vida de uno, y supongo que en la de los pueblos también, que pasan, que van pasando. Pero hay otros que dejan una marca, que hacen destino. ¿Por qué pensás que ese episodio con tu vieja en la cocina en el que te contó lo que te contó y vos fuiste a dar un examen, dejó una huella en vos? ¿Por qué crees que pasa eso?
  Laura. No lo sé, tal vez porque la memoria absoluta sería un infierno… Funes ¿No? Me viene a la mente también un poema de Borges que en uno de sus versos dice: “el último espejo en que nos miramos”. No lo dice porque nos vayamos a morir. También ese espejo se puede romper, o nunca más pasás por delante de él. O la última puerta que cerramos, o la última vez que le diremos adiós o hasta luego a alguien. La última vez que vamos a doblar esa esquina. En el momento en que vivimos las cosas no sabemos qué va a pasar. Si vamos a volver a vivir esa escena o no. Por eso es bastante difícil el recuerdo. Recordar viene del latín «recordari», volver a pasar por el corazón. Hay cosas de las que uno no se acuerda o se las acuerda distorsionadas. ¡Las cosas que se habrán perdido y que jamás sabremos! Eso es vértigo para mí. Uno no es más que el recuerdo de la percepción de alguien.

  Devenir111. ¿Un trazo o una situación de la llamada historia argentina en la que te hubiera gustado vivir?               
  Laura. La Plaza de Mayo del cuarenta y cinco. Me hubiese encantado formar parte de eso. Meter las patas en las fuentes y esa alegría. Creo que fue una fiesta y representaba la construcción de un movimiento político y de una simbología política. La ruptura con lo que era la manifestación política hasta ese momento. Ese hecho fue clave en la historia argentina seas o no peronista. Otro hecho que me hubiera gustado vivir es la lucha de las guerrillas urbanas durante las Invasiones Inglesas. Después me hubiese gustado ver, no por adscribir a ese pensamiento, la marcha de los señoritos bien, lo que se llamó “juventud dorada” cuando asume Uriburu, es decir el primer golpe de estado en Argentina. Fue un momento tremendo de la historia sobre todo de Buenos Aires. La marcha del ejército y de los niños bien tirando flores blancas desde los balcones en la Avenida de Mayo. Se estaba inaugurando una forma de entender la política por parte de cierta porción de la sociedad que dejó una huella nefasta en la historia.

Casa del poeta Constantino Cavafis, Alejandría, Egipto.

  Devenir111. En el camino nombraste historiadores de la derecha y también esas variantes que dan cuenta del origen de algunas costumbres y celebraciones. En un punto esas dos palabras, derecha y fiesta, parecen sonar a oxímoron, a imposibles de juntar…
  Laura. En cuanto a los festejos, la derecha también los tiene; a veces son un poco más guionados. Pueden ser fervorosos y estar llenos de simbología y creo que para eso los nazis eran maestros. Después la idea de festejo la discutimos porque ellos festejaban la muerte. Nosotros no. Los romanos en el Coliseo festejaban que los gladiadores se estaban matando. La pasaban bárbaro, iba toda la familia. Es verdad que si pensamos en festejo popular lo asociamos a cierta parte de la sociedad, a cierto partido político, a ciertos momentos. Pero la quema de brujas era un gran acontecimiento popular porque le iban a salvar el alma a esas mujeres endemoniadas. Yo estudié criminología y ahí vimos los casos de muchos asesinos en serie que tenían esa idea. Te mato; pero en realidad te estoy salvando.

  Devenir111. ¿Cómo llegás a la criminología?
  Laura. Todo comenzó, para mí, con el género del terror. A los seis años vi una película de Drácula. Me encantó ese personaje. Yo hinchaba por Drácula. Para mí él había sido, en toda la película, como un animal con hambre. Me daba pena. Los animales cuando tienen hambre cazan. En la última escena, cuando no le pueden clavar la estaca y de pronto se corre un cortinado y le da la luz del sol… me puse a llorar desconsoladamente. En la primaria me decían Drácula porque yo me ponía dos lápices en la boca y corría a mis compañeros. Obviamente terminé en la Dirección, llamaron a mi mamá, fue un lío. Después me interesó el género policial y el terror. El terror y lo siniestro siempre formaron parte de mi vida porque no lo puedo entender, porque no soy así, no haría nada de eso. No es una fascinación por lo morboso, no tengo hibristofilia, que es la fascinación por el delincuente, por el asesino. Mi interés por lo oscuro comenzó por la literatura, Poe, Lovecraft, el cine, luego casos reales y, a medida que conocía me empezó a interesar el aspecto psicológico, psiquiátrico, neurológico; especialmente psicópatas y, dentro de ellos, los asesinos en serie, caníbales.

Con un pescador, puerto de Tobruk, Libia.

  Devenir111. ¿Hay en la historia argentina asesinos caníbales?
  Laura. Si; ahora recuerdo un caso; pero no fue asesina en serie. Emilia Basil, inmigrante sirio-libanesa, que se casó con un inmigrante peruano en la década del cuarenta. El dueño de la casa que ellos alquilaban la acosaba. Ella se cansó, lo mató y lo terminó cocinando en la cocina del bar que tenían y vendía esa comida en el negocio. Otro caso que me llamó mucho la atención fue el de un asesino de taxistas en la década del ochenta. Era un pibe joven en aquel momento, ahora tendrá sesenta y pico de años. Era un asesino en serie que paraba un taxi y terminaba matando al taxista. Después de matarlo se iba a comer a un bodegón al que iban los policías para escuchar qué sabían de los asesinatos. El escritor Carlos Busqued le hace un reportaje ya en la cárcel, que es un ejemplo de lo que debe ser una entrevista. Con esa entrevista escribe un libro que se llama: “Magnetizado”, porque después de uno de sus asesinatos va a comer a ese lugar y cuenta que los cubiertos se le quedaban pegados a los dedos. Pensó entonces que se había quedado magnetizado; pero era la sangre que tenía en las manos la que le pegaba los cubiertos.

Pirámides de Giza y la Esfinge, El Cairo, Egipto.

  Devenir111. Contanos de tus viajes (y caminos).
  Laura. Siempre soñé con viajar, lejos. Mi primer viaje fue a Roma. Esa experiencia me marcó. Me conecté con aquella Roma de la que me había leído mi mamá, la que Nerón había quemado.
Después, como adelanté antes fui a Gaza. Resulta que vi en Facebook que había un grupo de ingleses que estaba armado un viaje de ayuda humanitaria para la Franja de Gaza. Así que tomé coraje y me mandé. Se dieron varios factores que confluyeron para tomar la decisión. Por un lado estaba mi situación personal que me parecía monótona; pero fundamentalmente la muerte de mi madre. Fue la primera vez que experimenté la sensación de la irreversibilidad de la muerte, la certeza de lo irremediable. Algo tenía que hacer, así que me comuniqué con ellos y me decidí. Tenía que viajar. Renuncié a todo, compré el pasaje a Londres y me fui. Allí me esperaban integrantes de la comunidad islámica. Al otro día estaba llegando a Libia que era el lugar de encuentro. De ahí salimos más de cien personas en camionetas; pero logramos entrar solo treinta y seis. En Gaza nos recibieron saludándonos con las banderitas como si fuéramos héroes o sus salvadores solo por haber cruzado el cerco, el bloque impuesto por Israel. Cuando volvíamos, en Egipto me detuvieron. Estuve detenida en el aeropuerto una semana. Cuando, por fin, me dejaron salir, me fui a Grecia. Volví a El Cairo a la casa de un amigo que conocí allá. Me quedé varios meses. Conocí las pirámides de noche, con una luna llena espectacular y en camello, venía desde el desierto. No fue una excursión turística. Pude compartir con beduinos ese momento increíble. Grupos tocando tambores y tomando té con menta. De ahí me fui a Alejandría. Volví a Londres, y de ahí a Turquía y a Inglaterra. En Inglaterra me reuní con mi primo Rolo que estaba de viaje y coincidimos unos días. Él después se iba a España. Caí en la cuenta de que había empezado el viaje con más de cien personas y ahora estaba sola. Fue raro y hermoso. Fui a despedir a mi primo a una estación de tren, llovizna, niebla. Fue otro viaje, Londres en soledad. Meses después volví para Argentina. Acá tuve en una depresión como era de esperar después de tantas emociones. Ocho meses después volví a El Cairo para casarme con un palestino; pero esa es otra historia.
Otro episodio importante en mi camino fue mi enfermedad. En el dos mil veintiuno me empezó a doler una pierna y eso derivó en que estuve un año y medio sin poder caminar. Tuve una enfermedad rara en los huesos. Tuve que pasar por tres operaciones. Recién en enero de este año pude caminar normalmente. Conocí el dolor extremo, la inmovilidad absoluta y el encierro que duró casi tres años contando la pandemia. Así que ese también fue un camino que no elegí; pero aproveché esa circunstancia para hacer una diplomatura en fotografía, otra en criminología y otra en auxiliar veterinaria. Hay caminos que uno no se imagina que va a transitar; pero los transita lo mejor que se puede. Así debe ser. Es maravilloso caminar…            

Puerto de la ciudad de Gaza desde mi ventana, Palestina.

Laura Lescano, historiadora, docente. Orientación en historia intelectual, análisis de discurso histórico e historia de las mentalidades.
Instagram: apolo.y.dionisio
Mail: laura.14.historia@gmail.com

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