Delgado abismo con su cuerpo vacío y la fiesta en el silencio de la niebla.
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Quién dijo que en aquella nube encontraría un poema, a lo mejor llueve y moja el silencio, ya es bastante.
Una de las cosas que empiezo a apreciar de la fiesta de la vida es la capacidad que se va desarrollando desde adentro para sostener el sentido del vuelo cuando hemos escuchado a la memoria y esta flaquea con sus labios tartamudos y no logra avistar los términos las ideas de forma que pueda seguir jugando a construir en la arena nuestros cuentos y llegue a que uno que otro poema a que uno u otro relato se sostenga con voz propia sin que antes estos pierdan el sentido del silencio y quede allanado por las redes de constructos por el mar con su oleaje y se pierda en el vacío su traza cuando uno pierde aquella agudeza que viene del recuerdo los pasillos parecen que no tuvieran nada y se puede pasar sin tantas preguntas sin alcabalas sin detenerse en cada puerta se puede pasar a lo hondo a lo profundo del alma y desde ahí se puede encontrar la música de cada puerta de cada tramo de los pasillos de aquel laberinto que muchas veces nos detiene se puede escuchar el sentido del fuego el sentido del sueño el sentido del corazón tiene silencios y su propio ritmo tiene un ventanal que desnuda abierto a escuchar la noche a escuchar su música a desdibujar la tramas de la razón nos invadimos de nubes de sigilosos vientos del atardecer de la noche imperfecta de la noche profunda del amanecer claro la nitidez del corazón es inolvidable imposible ver la noche con ese sentido tan profundo de lo imperfecto con el sentido del aliento con la canoa en los brazos que son sus latidos en el alba se logra escuchar el mar su ritmo a ver su lluvia a sentir el olvido desde él a escuchar lo inagotable presentir en lo atemporal el camino se nos va abonando la escalera se nos va haciendo un tiempo desde aquel latido del ojo desde aquella montaña desde aquel carrusel jugamos nos volvemos ligeros pasajeros en nosotros aquel vuelo cobra sentido sin tanto
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Si hallas la música encuentras la fiesta del ramaje hallas el vals de su barco el mar de sus lluvia el bolero de la noche en el verdor de tu sombra y quién teme bailar bailar en sílabas continuas con el verso de tus hojas con el paso entre las bifurcaciones del sueño con la ambigüedad de la siembra con la nostalgia de la altura con la altura tallada de aromas y la memoria atenuando el paisaje y el paso de la sinfonía por el calor de la piel baila con la noche el día y el recuerdo en la mirada con la pausa de los pájaros anidan en el ramaje con la luna acicala el espejo de la soledad nocturna agiganta su voz y difumina el tiempo en las estrellas quietas y titilantes por el camino lleno de plegarias rezan en la claridad y quien teme bailar bailar en la desnudez alumbrada de las vocales silban con la brisa pronuncian el gemido del exilio de una voz sigilosa.
Luis Gilberto Caraballo, poeta, artista plástico nacido en Venezuela con más de tres décadas de trayectoria. Entre sus poemarios publicados están Encuentros con el Sur (Venezuela, 2007), El árbol de las casas vacías (España, 2008), Los caminos del tiempo (España, 2009), Poemas de números y series infinitas (Portugal, 2012), Arpa Invisible (Letras Salvajes, Puerto Rico, 2020); Es tiempo de volver destellos de un regreso (Del Sur a Sur Editores, España, 2021) y La Gruta del Ávila (Letras Salvajes, 2021). Celajes de noche (2022). Ráfagas, y Poemas, retazos y mares de un poema (2023).