Marian Raméntol: «La perfección del círculo también se encuentra en los cubos de basura»

LA PERFECCIÓN DEL CÍRCULO TAMBIÉN SE ENCUENTRA EN LOS CUBOS DE BASURA.

Yo vivo allí donde no hay lugar para estar vivo,
donde al espacio se le reza,
con la desnuda esperanza
de alargar un centímetro más la luz erecta,
y darle un final menos atroz a la fotografía.

Yo vivo allí donde la escalera nace de mis ojos
con una mano fuera del frío y los pies hundidos
en pesadillas de ámbar y cicuta,
allí donde todos los caminos son inválidos.
.
Vivo en el último vagón
donde las marionetas tienen ojos
y ven como cae la lluvia sobre el sexo de los náufragos,
abandonados de palabras, huecos, transparentes.

Yo vivo allí donde la perfección del círculo
también se encuentra en los cubos de basura.

PARÉNTESIS INMUTABLES Y JARRONES DE PLÁSTICO

Si miramos entre los suburbios de las ventanas
veremos la extraña amabilidad de las pilas de platos,
restos de carne, mondaduras de algunos sueños,
la calma de los cristales rotos, la arquitectura antigua
de un rostro de mujer memorizando el ribete de una bandeja
escrutadora, condenatoria, necesaria.

La torpeza del aire hundida en los ojos,
mientras las rodillas lamen un mugriento pasillo
de recuerdos, paréntesis inmutables y jarrones de plástico,
el sublime silencio recorrido cientos de veces
con mucha decencia,
caminos que repiten remite y remitente.

La humedad en el pubis y en las paredes
sobrepasa el riesgo de algo parecido al amor,
como una mortaja,
      las manos en el fregadero,
             como una lápida entre labio y labio.

SUFRE LA AXILA DEL FRÍO EN LA NUCA

La maldita luz de las farolas es como un péndulo
en la conciencia de una ciudad cualquiera
que señala con el índice montones de ladrillos
sobre el cuerpo diáfano de la huida,
epitafios en porciones de tragedia
masticada en los portales,
sus bocas
chuleando esa explanada perfecta para golpear el aire,
las esquinas donde viven los ojos de azul dormido,
en su infinita culpa, para volver a dormir después
sobre la sospecha del crepúsculo.

Se duelen los caminos y los muros
en la sonrisa partida de los perros,
inquilinos de honor en esta sombra muerta,
en este tiovivo de abismos y pétalos,
lesión en el pecho, paredes desangradas,
bostezos estrellados en la periferia de la piel,
y peces feroces a la deriva del paisaje.

Sufre la axila del frío en la nuca,
como lo hacen tus ojos descalzos, al verme perdida.

CUANDO LA MUERTE TE DEJE VOLVER

Cuando la muerte te deje volver
serás la alternativa en la almohada,
el manuscrito del naufragio, la sed
del espejo que te mira, el cordón umbilical
de nuestros nombres, los cromos repetidos
que nos definen y serás el camino sin señalizar
hacia el vientre donde nacen todos los jardines
y donde el pánico de cuerpo presente cabe en un zapato.

Cuando la muerte te deje volver
serás camino de ida, casa de liquen,
mi malecón, mi vereda.

Del libro musicado “Cuando la muerte te deje volver” Ed. Hamfuggi Rec. En 2022.

Marian Raméntol, poeta, escritora, traductora. (Barcelona, España, 1966). Reconocida por su obra, es también Directora de la revista cultural La Náusea. Y miembro del grupo musical O.D.I.

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