Marian Raméntol: «Mi fonética de calcetín zurcido»

EN CADA TUÉTANO DELETREADO

No hay mayor baile
para que te crezca la noche
que el que dicta la luna,
lo sabes y aún así inquieres

  ¿Vivirán mis huesos hasta ayer?

Quizá cuando esa noche cumpla una edad más
y la locura se arme de amapolas hendidas
en cada surco, en cada cicatriz,
en cada tuétano deletreado.

Y los párpados de los hijos se cierren,
astillado y caído el aire,
puede que entonces
respires las heridas ociosas, su danza,
gimas, diluyas el ruido de los pasos,
su prisa, su feroz aliento,
y acabes perfilando de nuevo una voz
que insista en preguntar si los huesos,
tus huesos
vivirán más allá de ayer.

UN PAISAJE CADA VEZ MÁS DIMINUTO

Esculpir el aire, disfrutarlo,
reescribir la sangre y las pupilas
porque no hay mirada
fuera de este desnudo grave,
de esta soledad ósea
que me ata al abismo como piedra.

Nadar por la sed de mis manos descalzas,
por los nombres hacia atrás
que pronuncio bajito,
por el geranio que planté
y ahora me desconoce, nadar por mi sombra,
la nacida en el espejo, la que me fragmenta
en nubes deshiladas
de sintaxis interrogante y distraída.

Nadar por mi nombre callado,
gozar de un paisaje
cada vez más diminuto, que apenas late.

Y seguir nadando
hasta esculpir de nuevo el aire,
con más noche en las mejillas
y más piedras en los bolsillos.

VIVIR EN EL ALIENTO DEL AGUA

Este cielo de albaricoque estira la columna
y se pone a discutir con el crepúsculo
cómo esconder tanto infierno bajo los párpados.
Sus cicatrices y muñones hablan del mar
que espera sin hundirse a cocinar vocales
como si le llovieran sobre la piel.

Yo escucho desde en fondo del iris
en la trastienda del corazón.
Dicen que pongo demasiado entusiasmo
en encontrar la altura ideal
para vivir en el aliento del agua,
quizá sea por su sabor a liquen
o por sentir la culpa de algo grave
mientras le voy poniendo nombre
al universo que cabe en mi garganta.

Quizá este cielo de albaricoque tan desnudo
vuelva a atragantarse de soledad
y respire mi silueta en diferido.

Así, puede que me regale
una nueva médula desde la risa, un cuerpo
de amanecer y sombra,
sin escamas y a la intemperie.

AHORA SOY DE ACUARELA

Diapasón en azul, autopsia musical,
coreografía donde tosen las nubes,
cabriolan conmigo los peces
bailamos y llenamos el cielo
que sangra y gotea en el estanque.

El estanque se ha hecho cuerpo
y yo emerjo con aletas
-el pulso dicta aún
dulces cartas al estetoscopio-.

La luz choca con mi suéter de escamas
y la pirotecnia cambia de voltaje el arco iris,
ahora soy de acuarela.

No sé tú
pero yo no salvaría esta metamorfosis,
y sinceramente, creo que kafka tampoco.

Marian Raméntolpoeta, escritora, traductora. (Barcelona, España, 1966). Reconocida por su obra, es también Directora de la revista cultural La Náusea. Y miembro del grupo musical O.D.I.

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.