Para no caer en los círculos dantescos y evitar los infiernos que la acechan mete los pies en el río bendecida redención añeja que no deja de sorprenderle el ceño. Esa temporalidad amerita que las agujas del reloj se duerman. El contraste en las temperaturas es la delicia de los cielos ocultos. Los bellos son la fiesta que de la piel se distancian el frío el oleaje la extensión del río los matices que se escapan de una mirilla escueta. No hay retrato que pueda dar cuenta lo que siente su cuerpo cuando entra al agua ni hay agua que se repita cuando ese cuerpo le causa oleaje.
Marina Posata, escritora, psicoanalista.