Me queda el flash cuando busco el antes cuál era tu movimiento el pensar atravesando rumiaciones la pose de una pierna izquierda el ángulo del codo antes de ceñir el torso. Hubo una voz que nos torció la mueca en el aire suspendido el segundo inapresable hubo algo que ocurrió allí el flash encegueció en los ojos. Esa luz desmedida que nos tiñe de negro fotos impostoras de la memoria escurrir de lo huidizo del recuerdo. Tanto esfuerzo para hacer encajar los cuerpos en un retrato. Solo nos queda el agujero de una memoria sin flashes de un tango sonando allá lejos siempre tan lamedor de nostalgias. Quisiera retorcerle a la memoria el pescuezo ella tan hecha de imposibilidades ese recordar de lo que no logro hacer entrar en el marco. ¿Por qué no me decapitaron aquella tarde en la fotografía? si acaso el pensar hubiera de recortarse siluetas de pensamientos blasfémicos injurias de lo que no hubo en el aparentar de los dichos esqueléticos. Pero no se llevaron mis pies y me dejaron habitada de fantasmas. Acérquense un poco más. Desde el marco desbordan las frases inconexas. Acérquense un poco más juntos. Hay un contraste en mis memorias no logran entrar todas ellas bienentendidas en el marco de mi cuerpo. Y allí la frase que aún retorna sin que se la vea en el revelado ¿no se pudo dejar afuera la lengua? Abran los ojos seres adormilados. ¿En qué flash de mi memoria podré encontrarme despierta? Este oleaje en el que nos mecemos en el que neurona y neurona no alcanzan a explicar qué es lo que conecta. No me vengan con la historia de la sinapsis hay un circuito que se crispa entre la piel y la cavidad donde nacen los cabellos.
Marina Posata, escritora.