Del otro lado del pudor de los lirios blancos al margen de los santos y lejos, muy lejos de los secretos del casto vampiro Quiero sembrarme la piel, ahí: del otro lado del río Aquel por donde navegan los prendidos a lo imposible Las enfermas de ideas los esclavos de la libido Las mujeres y hombres hartos de tanto igualicidio por contagio A diez centímetros de la falda de Jesucristo, espiármele todos sus escondites ser su mano, su lanza, el pulmón que se resiste Su pecado no confeso que sacude mi cuerpo que renace todo el tiempo Contracorriente yendo esquivo peces adormecidos Y en el amoroso rito leo, el amor zigzagueante, lo gozoso, lo criminal, lo pendiente, lo no descrito Plantarme sobre la hierba limpia que se derrite bajo mis pies, y el viento tímido que no para de girarme suspiros Enterrarme entre rosas de carne y ramilletes de jacintos inexpertos enamorándome en el camino Que recen junto a mí en el más acá en el nombre de cada manía que nos hace sentir vivos En cuerpo, en carne, y en espíritu Cada una de las pasiones que nos levantan y cuando se les antoja, como Bernarditas crueles que son Nos mandan a dormir delirantes en flor con urticaria que brota entre los párpados y un limón medio pasado en la garganta que echa raíz
Camila Luz Farías, poeta y cantora nacida y criada en el oeste de la provincia de Buenos Aires, barrio de Caseros, en los años noventa. Amante del lunfardo y del tango.
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