Al jugar tropezamos con ciertos límites. El juego inaugura un campo donde acciones y palabras obran en nombre de un otro que no es el yo de todos los días. Nada nuevo al terminar una partida o desfilar habilidades e ingenio. En la función poética del juego se juega la participación de un jugador que, cuando crea, dista de apostar o competir.
El juego sigue o se interrumpe en un espacio diferenciado del resto de la existencia. Su frontera con lo cotidiano justifica el trajín de máscaras que se abandonan temporariamente para experimentar otras tensiones. Cuando las horas no pasan nunca, la ficción ha logrado desplegarse dentro de ciertas reglas. Se acepta la ilusión de haber entrado en otra tierra, al menos por un rato.
Adiós a la mismidad, el disfraz-sujeto se diluye en el hacer poético y tal vez allí brote otra trama de sentido. Experiencia distinta de un continuum de días hábiles, el juego libera a la humanidad del peso excesivo de ser alguien. En otros campos luchamos por ser y devenir en un mundo de fábulas y conquistas. Imitaciones por contagio o simulacros, la fórmula del yourself se esparció por todas partes y el diálogo con el vacío se atraviesa cuando la rutina se queda sin acciones o palabras. Al jugar vemos alejarse al ser enmascarado que somos. La realidad se suspende en un espacio-tiempo que no la clausura. “Quien juega debe saber que lo hace”, quien despierta cada día y soporta sus atributos también.
Es preciso decir goce, tensión y vértigo. Sin afectación la sensibilidad no se compromete y toda finalidad expresiva se diluye. El espacio del juego no promete, habilita un lugar donde acción y pasión se despliegan juntas. Así haya metas u objetivos, su gracia es perderse en la incertidumbre. Toda apuesta de sentido necesita reglas y una poética del juego no puede dejar de hacer nacer la figuración sin conquista. Divertida, fresca y erótica, la intriga se inmiscuye en un obrar que promueve un espacio distinto de ese-otro-mundo-cotidiano. Fenómenos humanos, sin emulación ni eslóganes prisioneros. Juegos donde el jugador insista en profanar la naturaleza de su propio nombre.
Carla Lo Gioco, escritora, psicóloga, actriz, tarotista y docente nacida en La Plata, Argentina. Estudió la Licenciatura y el Profesorado en Psicología en la Universidad Nacional de La Plata, donde actualmente colabora en tareas académicas y de investigación. Desde 2015 es actriz y asistente de producción en obras de teatro independiente. En 2017,integra Tarot Poético, grupo de artistas escénicos que improvisan teatro y poesía en vivo en un espectáculo de lectura de cartas. En 2018 crea Concierto Poético junto a la cellista Julia Raffo, dúo de poesía y música que ha realizado presentaciones en centros culturales y espacios literarios de la ciudad de La Plata y alrededores, como la Casa de la Poesía en Berisso. En 2019-2020 es becaria de entrenamiento en investigación en la Comisión de Investigaciones Científicas (C.I.C) – Provincia de Buenos Aires, donde estudia temas vinculados a la Psicología del Lenguaje y a la detección temprana de dificultades en la lectura. Actualmente coordina talleres de escritura creativa, acompaña, edita y supervisa obras de poesía y letras de canciones.
carlalogioco@hotmail.com