/Eskilstuna
Duermo entre el filo de un acero sueco
me apropié de la sangre que donan
los animales camino al matadero
miro desde los ojos de una vaca
que pudo haberme nombrado
hay noches donde me sobresalto
escucho arrancar el motor trifásico
de la sierra de cortar huesos
imagino su deterioro
el consumo su parte impávida
nada es más eléctrico que un descuartizamiento
y a esta carnicería le tengo el alma entregada
entre las 9 pulgadas del cuchillo
elevo mis oraciones
soy el único perseguido en esta sala
no me salvo ni de rezar por las noches
los salmos de la hoja y su filo
su mango óseo
su calambre histórico
la insoportable mansedumbre del río
que anticipa los naufragios rumbo a Estocolmo
/también soy el que se ahoga soñando
me salva amanecer colgado de los ganchos
donde las medias reses esperan
la ansiedad de las clientas
mañana tal vez sea sábado
y hay que descuartizar de cualquier manera
nada de salvar el corazón por más de un tajo
nada de las tripas
de esta piel que para nada sirve
no se usarán mis huesos para levantar castillos
ya bastante reinado tienen en Suecia
para nombrarme caballero
por más que me precie de su acero
ni aun deponiendo mis armas
que son la pólvora y el puntazo
algo que haya llevado a los chinos
lejos de sus fuegos de artificio
el filo de este cuchillo me pertenece
busca entre mi carne recuerdos que jamás tuve
por eso me descuartiza acá la sierra que gira
esperando llevarme entre su aserrín.
En este momento soy los huesos que me sacan
/escribo en última persona.
Daniel Quintero, escritor.