Miguel Ángel Rodríguez: «Para comerte mejor» (Yiya Murano de Grobocopatel)

I. Haciendo Patria:

 En síntesis, a octubre de 2019 el dato duro oficial registra que más de uno de cada tres de nosotros es pobre. Que en la franja de 0 a 14 años la pobreza hunde a más de la mitad (1). Que hay un montonazo brutal que no alcanza a comer lo necesario (2). Que un porcentaje altamente significativo de los pudientes está mal alimentado (3).

 Suele decirse que Argentina produce alimentos para más de 400 millones de personas en todo el mundo.

 ¿De dónde sale tal cuenta?

 En los últimos 15 años la superficie implantada de soja transgénica supera la de cualquier otro cultivo (4).

 Eso, es comida para chanchos.

 (En su mayoría, chinos.)

II. Sueño del campo:

 De tener usted unos cuantos años haga la siguiente prueba: cierre los ojos, e imagine el campo… Aire limpio, vuelo de pájaros, vegetación fecunda, variedad de animalitos bebiendo en aguas cristalinas.

 Ahora eche un vistazo: evidentemente, no es lo que hay.

 ¿Dónde está el ganado orondo que rumiaba el paisaje a ambos lados de la ruta? ¿Cómo, luego de recorrer cientos de kilómetros en auto, llegamos a destino sin que una parva de bichos ignotos se pegue al radiador? ¿Por qué, si hacemos un alto en el camino y de verdad metemos manos en la tierra, está reseca, osca, yerma? ¿Qué fue de las lombrices? ¿Qué pasó?

III. El valor del alimento:

 La vida requiere nutrientes para vivir. Sustancias químicas que sostienen al organismo proveyéndole la energía que anima sus acciones.

 Así, el alimento es el factor decisivo de la vitalidad –de la salud-.

 Pero comer, no (siempre) coincide con alimentarse.

 (Si no, pregúntele a una panza gaseosa de galletitas.)

IV. El precio de la comida:

 En estos pagos resulta arduo aquelarre seguir la “cadena de valor” de cada producto comestible que compramos, intermediando desde el inicio hasta la góndola. A la vez, se advierte que la concentración oligopólica rige el territorio. Que se trata de “commodities” ligadas al “tipo de cambio” peso-dólar. Que incluso –junto al local- los tres supermercados foráneos dominantes en Caba “fijan precios” con porcentajes de ganancia muy superiores a los que obtienen en sus países de origen. Que los comercios más chicos, cuando pueden, venden caro porque les alcanza con vender un poquitito más barato que los supermercados. Que los artículos hegemónico-oficiales cuestan muchísimo… porque insumen funguicidas y aditivos importados. Que los eco-orgánicos cuestan muchísimo… porque al no insumir funguicidas ni aditivos requieren más tiempo y trabajo humano.

 Como sea, en nuestro mundo el alimento es “mercancía”. Y no cualquiera. Se trata de un negocio global enorme articulado al saber científico, cotizando acciones en las grandes bolsas –que intercambian cultivos a futuro cual fichas de merval a la ruleta bursátil-.

¿Qué se consume cuando se compra un mero sachet de leche descremada con vitamina raíz cuadrada de no ce? ¿Cómo vale?

 Desde la producción hasta la comercialización, lo que determina el ser y el precio del elemento comida, es menos la naturaleza que la tecno-ciencia y los yeitos del capital financiero.

V. Los Monsanto y Bayer vienen marchando:

 Mediados de 1945, tenso despliegue de la Segunda Guerra Mundial. Pearl Harbor ya había erosionado la seguridad de que la muerte era algo que sólo podía ocurrir en otro lugar, y el costo “aliado” extendía largamente su exceso. Para poner un punto, en el marco del “Proyecto Manhattan”, de las alternativas propuestas el presidente de los Estados Unidos seleccionó las dos más contundentes. Hiroshima y Nagasaky son testimonio de que la bomba nuclear (“Little Boy” y “Fat Man” respectivamente) fue entre ambas la opción elegida.

 En el suministro de algunos elementos decisivos para su diseño y factura –en la extracción y purificación del “polonio” utilizado en el generador de neutrones, desencadenante de la explosión- participó la empresa “Monsanto” (5).

 Sin embargo, ello a la vez le implicó ceder su protagonismo inobjetable en la segunda propuesta finalmente relegada por Harry Truman, opción que impulsaba un cambio de perspectiva. Dejar de enviar aviones al campo de batalla disparando alta bala contra el ejército enemigo. Y dirigirlos a los campos de arrozales, dispersando un tóxico –el “2,4-D”- letal para la planta, alimento prioritario del pueblo japonés. Más directo que vestir de comida veneno para ratas, matarlos de hambre. Con la ventaja de que todo lo otro (minerales, petróleo, puertos, industrias, edificios, etc.) quedaría en pié.

 Tuvo bastante revancha 15 años después en la Guerra de Vietnam, a través del afamado “Agente Naranja”. Invento cuya autoría al parecer comparte con su socio, la “Dow Chemical” –fabricante del “Napalm”-.

 Pero si de sociedades se trata, resalta la que selló con el también reconocido laboratorio de origen alemán, “Bayer (IGFarben)”.

 Que en la Primera Guerra Mundial además de contar con un campo de concentración propio abasteciera al régimen nazi del gas “Zyclon B”, utilizado en sus cámaras de exterminio.

 Los dimes y diretes de tal contubernio continúan hasta la fecha, por mucho que pueda herir susceptibilidades absurdamente sensibles; en su tranco, han creado objetos de relevancia humana quizás sólo comparables al fuego o la rueda, como la “sacarina” –edulcorante de condición pedestal para “Coca Cola”-, la polikiosco “aspirina” (6), el “DDT” y la “dioxina”, el “aspartamo”, la “rBGH” –hormona manipulada para el crecimiento bovino-, etc.

 A fin de cuentas, son negocios.

 Y en el maridaje de “soja transgénica” y “glifosato”, Monsanto encontró uno… ¡buenísimo!

VI. Naturaleza mercante:

 De buen porte, parejitos y lustrosos lucen el tomate, la papa, la frutilla. Algunos aseguran que son desabridos: no es poco ese menos; pero podría ser nostalgia o cuestión de gustos. El asunto es que otros también afirman que les faltan nutrientes. Y sean éstos lo que fueran, son los que hacen de una comida, alimento.

 Si ponemos la lupa desde un buen tramo atrás, se advierte en las diversas formas capitales que fue asumiendo la agricultura, el ansia insaciable de “producir más en menos tiempo”.

 Se entiende.

 Eso volvió al “mono-cultivo”, modelo dominante. Y condujo a visualizar cualquier hierba que crezca cerca de lo sembrado, maleza enemiga (7).

 Auspiciando el (ab)uso progresivo e intensivo de herbicidas, funguicidas, insecticidas, fertilizantes, antibióticos para reducir enfermedades-pérdidas, y acelerantes del crecimiento para agilizar el proceso.

 Es posible verificar que con tal proceder, la hoja o el fruto crecen más rápido.

 Siendo menor el tiempo que cuentan para asimilar la riqueza nutriente de la tierra por sus raíces, obviamente es menor el alimento que nos brindan cuando los comemos.

 Y el veneno que también comemos impregnado en cada planta, penetra también en el suelo embargándole cada vez más su generosa vitalidad microbiológica, su don de nutrir.

 Desde luego, nuestra cultura opera de modo análogo en el reino animal. Toxinas, hormonas, anticuerpos, aditivos, engordantes y etcéteras constituyen la dieta con pichicata “balanceada” de terneros, gallinas, puercos y peces que nunca andarán fuera del corset del feedlot, jaula o estanque que los confina.

 Esas vacas hoy sin sol ni pampa, que otrora pastaran por doquier –tanto que hasta sirvieron de “patrón común de valores” antes de imponerse la moneda y el billete, razón por la cual aquí, el Ministerio de Economía insiste en llamarse Ministerio de “Hacienda”-.  

 Esa fábrica automatizada 24 x 7 sin descanso, de pollos cual escuálidos patovicas congelados, de marca tipo “Vantress” pues tardan poco en inflar pechuga –pata y muslo no, ya que la manera de fabricarlos les impide caminar-.

 Esos huevitos con la yema color clara –y menos omega 3 y vitaminas A y E, y más colesterol y salmonella-.

 Esos porcinos que manducan lo que nunca.

 Esos salmones sin calle a los que se pigmenta para camuflarlos de colorados.

 Todos domados por un soplo ajeno que busca explotar con la oferta, el desvarío de la demanda gustosa de la opinión pública. Por un viento que, lógicamente, pulsiona por más y más… plus-ganancias (des-nutritivas).

 Descripción sintética, se advierte, acotada a los vegetales y animales “made in Tierra”.

 Pues en cuanto a los “comestibles y bebidas de elaboración industrial”, su estofa se multiplica a la enésima turbiedad…

VII. Lógica transgénica:

 Experto en química para matar, Monsanto se frotó las manos al toparse con la fórmula de un veneno capaz –esparcido en cierta cantidad sobre cierta superficie- de eliminar la existencia de toda hierba; incluso la versión silvestre de ese yuyo tozudo llamado soja, que el mercado busca con razones para engordar chanchos.

 Salvo –y éste es el punto- que se siembre la semilla de soja genéticamente modificada –transgénica- también patentada por Monsanto, única forma de vida resistente al glifosato.

 ¡Genial!

 De modo que el agro-productor moderno compra un “paquete”, de semilla modificada “RR (Roundup Ready)” más glifosato “Roundup” –según se ha mensurado, la resistencia cada vez mayor de la maleza exige usar una cantidad cada vez mayor de glifosato-; siembra en forma “directa” –tecnología que exime la preparación previa del suelo-; y cosecha lo que seguramente terminará vendiendo a uno de los dos o tres grupos empresarios que tiran las riendas de explotación y exportación en el mapa mundial de intercambio (4).

 Cabe agregar que la lógica transgénica fue avanzando en la producción de maíz, trigo, avena, alfalfa, algodón, arroz, zapallo, pimiento, tomate, remolacha, lechuga, acelga, rúcula… -huevos, leche, carnes de aves y animales-: en la actualidad, más de un 80 por ciento de los alimentos que integran lo que comemos, son “transgénicos”.

VIII. La última Reforma Agraria argentina:

 Iniciado el año 1996 (8) Argentina –con esa viveza criolla característica- primerió a sus competidores abriéndose como ningún otro país en forma tan amplia y ligera –sin estudio serio alguno de riesgo ambiental-, al combo “siembra directa-soja transgénica-glifosato”, y pooles de capital concentrado.

 Decidiendo la instalación de un “modo de Estado” (9) (10) –tal vez no tan visible en el espejo del porteño medio-, que ciertamente desde allende hasta aquende nos decide en gran medida nuestras relaciones de producción, trabajo, alimentación y lazos sociales.

IX. Vaca yendo loca al baile, con su compa gripe aviar (Siembra veneno y cosecharás enfermedades):

 A esta altura resulta palmaria la evidencia sobre los efectos mortíferos del glifosato, de ningún modo limitados a la maleza. Su química contamina la tierra, el aire, las napas y cursos de agua, la vegetación; y diezma –a la vez por cadena natural alimenticia- insectos, peces, aves y animales. El accionar del viento en la pulverización aérea que fumiga, lo lleva hasta precipitarse sobre pueblos rurales, donde desde hace años comenzaron a advertirse incluso una cantidad elocuente de graves malformaciones y enfermedades.

 Las investigaciones científicas plantean su incidencia patológica en el organismo humano expuesto –males neurológicos, respiratorios, cardíacos, cutáneos; abortos “espontáneos”, defectos de nacimiento, cáncer, celiaquía, insuficiencia renal crónica, linfoma no hodgkin, alzhéimer, depresión, autismo, párkinson…- (11). En Argentina hay testimonios implacables (12) y sólidos estudios que lo revelan (13) –al tiempo de presentar iniciativas concretas de construcción social y alimentaria distintas-.

 Es preciso ubicar con claridad que soja con glifosato ejemplifican un “modelo”, y no una excepción –el tomate que adquirimos en cualquier verdulería ha recibido la módica suma de 25 pesticidas promedio, insacables por mucho que lo lavemos antes de llevárnoslo a la boca- (14).

 Los estudios vinculan el deterioro en la calidad de vida, la degradación en la vejez, la reducción de la “esperanza de vida” y la progresión exponencial de ciertas enfermedades –hipertensión, diabetes tipo 2, cardiovasculares, obesidad, cáncer- a (el tratamiento de) lo que de hecho comemos.  

 Pues se trata del operar de una estructura que hegemoniza la producción agrícola- ganadera; más sal, azúcar, harina, grasas saturadas, aceites, lácteos, fiambres, salchichas, golosinas, pequeños empanados de carne dudosa con formas de emoticones, sobrecitos de sopas y jugos fáciles supuestos en polvo; más el abanico en oferta para “consumo” de comestibles y bebidas industriales –henchidos de tóxicos-.

 Que interviniendo bajo los estilos “marketinero” de novedades, “estandarizado” de producción y “extractivo” de riquezas; genera pérdida de biodiversidad, afectación de ecosistemas, deforestación –se calcula que sólo queda un 25 por ciento de los bosques que había-, desertización, inundaciones, sequías; conflictos por tenencia de la tierra y cuidado del medioambiente, avasallamiento cultural y migraciones sociales, instalación de relaciones asimétricas de poder y propiedad; que incumple flagrantemente su justificación y promesa de garantizar más alimentos para todos a menores precios; que unge a las grandes corporaciones y el capital financiero en el dominio decisional…

 No es joda: se come cada vez peor.

 (A excepción de un reducido número de privilegio que adquiere “orgánicos”.)

 Encima, degradando a paso de topadora irresponsable, aire, agua y suelo.

X. Resumen y A otros modos:

*

– Hoy, lejos de alimentarnos, lo que comemos se caracteriza tanto por su abundancia tóxica como por su pobreza nutriente.

– Siempre, es la articulación de las determinaciones económicas, tecnológicas, cognitivas, políticas, culturales… que hacen, modulan nuestra forma de vivir; la que se concentra en el producto comida, como “objeto humano”.

 En ese punto de cruce se sitúa en verdad la repetida expresión “somos lo que comemos”.

– No se trata sólo del esperanto ilegible en las etiquetas que debieran aclarar la composición de lo que se vende cual alimento. Se trata de que como “sociedad” hoy carecemos de todo poder de decisión –o no ejercemos ninguno- sobre su producción y comercialización, sobre sus valores de uso y cambio.

*

– Por ello son tan relevantes las experiencias que concretan modalidades alternativas –en la organización del trabajo, la elaboración y la distribución de alimentos-. En su mayoría, de índole “comunitaria”, “sustentable” y “agro-ganadera ecológica”. Que por cierto suelen funcionar bien en ámbitos acotados –aunque tal desempeño todavía requiere desplegarse a escala soberana de un diseño político-estratégico en extensión de tiempo-.

– Y la evaluación de las diferentes concepciones alimentarias y aportes de saber que se plantean.

XI. Mmm…:

 ¿Cómo decir del comer y beber, el sabor de su disfrute? Constituyen una práctica subjetiva y social cotidiana, necesaria, cultural, objetivamente nutriente y portadora de placeres.

XII. Pasarela para todxs:

 La salud está de moda.

 La delgadez también.

 Sinonimia mediante, claman con exigencia consumir productos “diet”, “light” –o símil-.

 ¿Y dónde está el «sentido común»?

 En que no hay nada más sano que milanesa de soja.

 Obvio…

 ¿¡¡Pero cómo sería así, si viene con guarnición intrínseca de glifosato!!?

XIII. ¿Qué somos –ostia, bocaditos, constructores…-?:

 No se pretende en este escrito el deificar incauto de algún supuesto paraíso natural –en su parte perdido para el ser humano- ni el rechazar la fecundidad del saber.

 Sí registrar y cerebrar los hechos que nos suceden como pan nuestro de cada día, al compás de la harina refinada de un deseo de lucro idiotamente glotón y letalmente voraz.

 Sí despabilar. Y celebrar el hacer lazos otros con otros que hacen, que alimentan en comunidad, desde el querer –cada quien- el goce de vivir.

 Acá, en la Tierra.

1) Pobreza e indigencia, Indec 2019.

2) Inseguridad alimentaria severa y total, UCA 2019.

3) Referencias del Estudio Unicef América Latina y Caribe y de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición Argentina (OPS-OMS, Unicef), 2019.

° Un alarmante número de niños y niñas menores de cinco años sufre las consecuencias físicas de una mala alimentación y un sistema alimentario que les está fallando. “En América Latina y el Caribe, demasiados niños y niñas comen muy poca comida saludable y demasiada comida poco saludable. En toda la región, el retraso en el crecimiento, la emaciación y la obesidad afectan a las mismas comunidades y a veces al mismo hogar. Para muchas familias que viven en pobreza, tener comidas nutritivas cada día sigue siendo incosteable o inaccesible.» (Bernt Aasen, Director Regional de UNICEF para América Latina y el Caribe)

° En Argentina el 41,1 por ciento de los niños y adolescentes de entre 5 y 17 años presenta exceso de peso, mientras que esta problemática afecta al 67,9 por ciento de las personas mayores de 18 años.

  En cuanto al consumo de alimentos, apenas un tercio de la población ingiere al menos una vez por día frutas y verduras, 4 de cada 10 consume lácteos recomendados diariamente y la mitad de los habitantes consume carnes al menos una vez por día. En cambio, el consumo de alimentos no recomendados es alto: el 37 por ciento toma bebidas azucaradas diariamente y el 17 por ciento consume productos de pastelería, mientras que el 36 consume snacks al menos dos veces por semana y el 15 por ciento golosinas con la misma frecuencia. En tanto, los niños, niñas y adolescentes consumen un 40 por ciento más de bebidas azucaradas, el doble de productos de pastelería y snacks, y el triple de golosinas respecto de los adultos. A su vez, el patrón alimentario es siempre menos saludable en los grupos de bajos ingresos.

   En cuanto a los entornos escolares, el 70 por ciento de los niños y adolescentes señaló que en las instituciones les proveen de alimentos no recomendados por sus altos niveles de grasas, azúcar y sal. Además, el 78,1 de los estudiantes aseguró que en el interior de su escuela funciona un kiosco y cuatro de cada diez compraron allí algún producto en el transcurso de una semana (60,6 por ciento golosinas y 44,6 por ciento bebidas azucaradas).

   Los resultados también corroboraron la influencia de la publicidad de alimentos en el comportamiento de compra, ya que el 21,5 por ciento de los adultos refirió haber comprado en la última semana un producto porque lo vio publicitado. En cuanto al etiquetado de productos alimenticios vigente en Argentina, solo un 15 por ciento de la población comprende la información nutricional del envase.

   Respecto a la lactancia materna, si bien el 96,9 por ciento de los niños la iniciaron en sus primeras horas de vida, solo el 43,7 por ciento reportó haber sostenido la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses.

4) Informes de Cadenas de Valor – Soja, Ministerio de Hacienda de la Presidencia de la Nación Argentina, setiembre de 2019. https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/sspmicro_cadenas_de_valor_soja.pdf

5) La empresa toma su nombre del apellido de Olga Méndez Monsanto, esposa de quien la fundó –en 1901, St. Louis, Missouri, EE UU-, el farmaceuta y “Caballero de Malta” John Francis Queeny. Siendo heredada por el único hijo del matrimonio, Edgar Monsanto Queeny.

6) Estudio que desmiente supuestas virtudes de la aspirina, original de su publicación en The New England Journal of Medicine, 2018. https://www.nejm.org/ https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMoa1805819     Nota de The New York Times-Clarín https://www.clarin.com/sociedad/cae-mito-afirman-aspirina-previene-infartos-acvs-cancer-personas-sanas_0_Nfbg0tdTJ.html

7) A tal punto es así que el agro-negocio del norte argentino sigue tratando aún hoy como molestia indeseable a la “quínoa”, pseudocereal de pródigo valor nutritivo –“superalimento”- que fuera central en la mesa incaica.

8) Resolución 167 firmada el 25 de marzo de 1996 por el Ingeniero Agrónomo Felipe Carlos Solá –entonces Ministro de Agricultura del gobierno del ex Presidente Carlos Menem, y hoy Ministro de Relaciones Exteriores del Presidente Alberto Fernández-. file:///C:/Users/ADMINI~1/AppData/Local/Temp/soja-decreto1996%20(2).pdf       

9) Entiendo aquí por “modo de Estado” la estructura y funcionamiento de juego de las cosas cuando tal política extiende su régimen en el tiempo. Lo cual incluye a los actores cuya intervención resulta determinante en ello. La posición del Estado Nacional Argentino sostenida durante tantos años más allá de cambios de gobiernos es un ejemplo –que pincela otra reciente nota de color en la continuidad entre 2007 y 2019 del Doctor en Química Lino Barañao como Ministro/Secretario de Ciencia de los ex Presidentes Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri-. Para un análisis algo más vectorial se sugiere la lectura del Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial 2010-2016 presentado por la ex Presidenta Cristina Fernández de Kirchner. https://inta.gob.ar/sites/default/files/inta_000001-libro_pea_argentina_lider_agroalimentario.pdf   

10) El “Grupo Los Grobo” fue edificado por la familia Grobocopatel, proveniente de Besaravia y radicada en Argentina en 1912. A su “frontman” el ingeniero Gustavo Robocopatel se lo reconoce como “Rey de la Soja”. El grupo empresario ha sabido liderar la producción de trigo y soja en Argentina –Paraguay y Uruguay-. Y desde inicios de los 90 la radical transformación del “campo argentino” basada en siembra directa-semilla transgénica-pesticidas, hasta alcanzar el dominio hegemónico de la “cadena agroindustrial alimentaria”. Que su imperio sea tanto mayor a su gran latifundio, da cuenta de que el resorte del negocio no es igual a la propiedad de la tierra –y tal vez de entender que ésta, sometida a cada vez más litros de veneno, va perdiendo riqueza-.

11) Informe realizado por Pesticide Action Network International. https://spip.ecologistasenaccion.org/IMG/pdf/informe-pan-glifosato.pdf

12) Nota periodística realizada por María Alvado a Fabián Tomasi, antes de fallecer enfermo de “polineuropatía tóxica severa” por su trabajo rural de carga de aviones fumigadores. http://www.telam.com.ar/notas/201505/103615-agrotoxicos-vida-salud-fabian-tomasi.html

    Video de pograma de televisión abierta CQC.

13) Estudio realizado por Grupo de Reflexión Rural de Argentina, 2009. http://www.rapaluruguay.org/agrotoxicos/Prensa/Pueblos_Fumigados__GRR.pdf   

    Video de la presentación del Doctor especializado en Biología molecular y del desarrollo Andrés Carrasco en la Cámara de Diputados de la Nación Argentina, 2010.

    Informe dirigido a la ONU, Agrotóxicos, evaluación de riesgos, salud y alimentos en Argentina, 2016. http://www.patagonia3mil.com.ar/wp- content/uploads/2016/12/Agrotoxicos-evaluacion-de-riesgos-salud-y-alimentos-en-Argentina-Informe-ONU.pdf  

    Análisis del Informe presentado por el SENASA, 2017. https://www.facebook.com/notes/naturaleza-de-derechos/heladeras-fumigadas-argentinas-informe-de-datos-del-senasa-sobre-agrot%C3%B3xicos-en-/1332097270205990/                                                               

    Trabajo realizado por la Antropóloga Daniela García y la Doctora en Ciencias Naturales Adriana Menegaz, 2018. http://www.sustentabilidades.usach.cl/sites/sustentable/files/paginas/6._garcia_menegaz._agrotoxicos_salud_socioambiental.pdf

14) Respecto a los niveles permitidos de toxicidad, en nuestro territorio aún suele regir la “DL50” –que establece como parámetro la “dosis letal” de veneno aplicado a un producto, capaz de generar la muerte del 50 por ciento de un grupo de ratas de laboratorio que lo ingieren para su testeo-; sin contabilizar la toxicidad subletal, la acumulativa-crónica (de un mismo tóxico en el tiempo) ni la combinada (de tóxicos distintos).

15) Lectura inicial sugerida, Mal Comidos; Soledad Barruti 2013; Editorial Planeta-Booket 2015.

Miguel Ángel Rodríguez, psicoanalista, escritor.

licmar2000@yahoo.com.ar

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