Cada poeta tiene su blanco de partida 100 pájaros volando una piedra que tirar una mano a la vista tiene un grito de paz un verbo impar una sombra que lo guía cada poeta tiene un polvo bien echado una caricia al descubierto un día de nieve un diablo aparte fe de utilería tiene una marca que esconder un primer deseo una copa vacía un amor en el olvido una casa incendiada un cadáver bien oliente cada poeta tiene una foto con otro poeta muerto un libro a medio comenzar un frustrado viaje a Paris una obra esperando fallo en un concurso una geografía oculta un héroe desinflado algo que le recuerda el corazón otro adverbio menos merito que una hormiga cada poeta guarda las ropas de bautismo rezos flores dulce de metáfora tiene un escondite una época de fantasmas una manera con la que cambiar el mundo una respuesta para todo una pregunta sin obsequios cada poeta tiene con qué nombrar la noche hacer tiempo remar en desacuerdo un sálvese quien quiera cruzar el desierto juntar relojes jugarse la poesía en vano tiene una manía a cambio de tanto sufrimiento una verdad que esconde con orgullo una mentira que lo consuela cada poeta tiene de lo mismo que carece un reciclaje eterno de malas circunstancias un insecto comiéndole el sueño que respeta tiene una carambola hecha con frutas maduradas bajo el mar una poda de adjetivos sentimientos encontrados bóvedas lujuria un santo en cada vela la mar el coche un refugio inadecuado la señal la cruz el cristo roto los versos contados.
La locura no es otra cosa que equivocarse de puerta Algo de tu olor se queda en la casa en el ruido a cientos de años que no ayuda a mi enfermedad. Una diferencia repercute a primera vista y me entrego a este barranco sin cuidado, sin nada que perder. De mi desesperación hice una puerta que sólo yo abro o cierro porque creo de inmediato en los asombros y las contraseñas. Ushuaia / TDF 1990 de Letra Sucia, inédito
Daniel Quintero, poeta, escritor.