Daniel Quintero: «Viajando entre las letras»

Suele firmar así, Será poesía. El encuentro fue una charla casera, distendida, entre picada, chori/morci y vinito. Al compás de levantar vasos y platos, terminada la entrevista –un poco apresuradamente pues uno de nosotros tenía cierto compromiso-, acotó que no habíamos hablado de la muerte. Aun, fue él quien dijo: “Escribo todo lo que puedo porque siento que no me queda tiempo”. Letra viva, la del poeta amigo Daniel Quintero.

Devenir111. ¿Cómo te encontrás vos con la palabra escrita? ¿Cuál fue tu primer contacto con la belleza, con la expresión, con eso que te cautivó toda la vida?
Daniel. Yo de chico jugaba a un juego que se llamaba Visión Educativa, que era parecido al Cerebro Mágico, que a lo mejor es más conocido. Ese juego tenía una serie de preguntas y varias respuestas posibles, cuando acertabas la respuesta se movía una flechita. Había una pregunta que era: “¿El padre de qué dramaturgo y poeta inglés era carnicero?” Ese dramaturgo era Shakespeare. El padre de William Shakespeare era carnicero. Y yo dije: ¡Ahh!, mirá vos, mi papá también es carnicero; así que yo voy a ser poeta. Eso fue a los siete u ocho años y obviamente no sabía qué iba a ser de mi vida. A los cuarenta años, más o menos, escribo un poema que se llama: “Cerebro Mágico”, título falaz ya que el juego no se llamaba así, en homenaje a ese juego, que fue uno de los motivos por el que comencé a escribir.
Devenir111. ¿En tu familia había una tradición literaria?
Daniel. En realidad no, la inclinación literaria no me viene de familia. Mi viejo tenía algunas salidas chistosas. No es que escribiera; pero era de tirar frases ingeniosas, con mucha chispa; así que algo de eso debo haber heredado. Sí que en mi casa había libros, no era una biblioteca muy extensa; pero había libros y veía a mis padres leer. Después, en la secundaria, tuve muy buenos profesores de Historia y de Literatura, que nos dieron a leer a buenos autores como: Scalabrini Ortiz, Jauretche, Marechal. Leí buena literatura en la secundaria.
Devenir111. ¿Cómo te acercaste a los círculos literarios?
Daniel. Bueno, es una sucesión de hechos, como todo. Cuando tenía 27 años me fui a vivir a Tierra del Fuego. El motivo por el que fui allá es muy gracioso. Yo de chico me portaba muy mal y mi abuelo me decía que si me seguía portando así me iban a mandar a la cárcel de Ushuaia. Y siempre me quedó eso, así que para estar más cerca me fui a Tierra del Fuego. Allí hice varios laburos, trabajé en la Dirección de Cultura cuando era Territorio Nacional, todavía no era Provincia, haciendo un trabajo de investigación sobre la poesía de Tierra del Fuego, después laburé en la Dirección de Bibliotecas de la Provincia. También viví un tiempo en Ushuaia. En Tierra del Fuego conocí a un poeta tucumano llamado Oscar Barrionuevo con el que me volví a Buenos Aires, a Parque Chas donde nací, y con él formamos un sello editorial que se llamó “Parque Chas Ediciones”. Un día me entero de que hay un ciclo literario en un bar del barrio y ahí conozco a Pedro Gaeta, por ejemplo, que es el artista plástico de Parque Chas. Más adelante con el poeta fueguino Julito Leite comenzamos a frecuentar una peña de Palermo, “El empujón del Diablo”, donde también había un ciclo literario. Y así, de apoco me empecé a vincular con poetas y escritores, con gente vinculada al arte. En ese entonces me fui a vivir cerca de Ezeiza y por el tema de la editorial y otras cuestiones estuve como diez años sin escribir; pero sabiendo que algún día iba a volver.
Devenir111. Una pregunta socio-geográfica. Nosotros no vivimos en Ushuaia. Nos parece un lugar extraño para vivir. Se nos ocurre que debe haber mucha gente “importada”, gente que fue a vivir allí a buscar algún laburo mejor, y gente “tramposa” o “de avería” que se fue lejos porque acá tenía alguna cuita… ¿Cómo es?
Daniel. Ushuaia es una ciudad que se funda a partir de la creación del presidio. Desde la construcción del presidio, alrededor de él, se construyó todo el pueblo. Guardiacárceles, médicos, maestras, etc. Sí, es cierto lo que decís. En realidad, toda la Patagonia arrastró todo tipo de gente. Ushuaia es la única provincia trasandina de La Argentina, porque la cordillera gira hacia el este y Ushuaia queda al sur de la cordillera…
Devenir111. Volviendo a la literatura, ¿cómo fueron esos diez años que estuviste sin escribir? ¿Cómo los llevaste?
Daniel. Fue un tiempo en el que estaba en pareja, había comprado un terreno y estaba construyendo una casa, lo cual me insumía mucho tiempo. Y la editorial, que también requería atención. Durante ese período habré escrito dos o tres textos nada más. Después, un día volví a escribir. Siento que no dejé de escribir, en realidad estaba tomando carrera. Cuando vuelvo a escribir también me vinculo con los ciclos literarios, sobre todo en “El Empujón de Diablo”.
Devenir111. ¿Lo tuyo es más la poesía que la prosa? ¿Qué te pasa con la prosa, con la narrativa?
Daniel. Sí. Si bien tengo dos publicaciones de prosa de 1997 y 1998, que son relatos breves, me dedico más a la poesía. Con la prosa siento que no tengo la misma facilidad. La poesía te permite otras cosas más abstractas, no tan concretas. De todas formas, sé que cuando me pongo a escribir algo, estoy como contando. No escribo una poesía figurativa conceptual. Sé que cuando escribo, lo consiga o no, lo haga bien o no, estoy bajando línea. Me gusta bajar línea. Me gusta que quien lea lo que escribo sepa de qué lado estoy. Porque yo noto que hay poesía que es muy paja. Estamos viviendo un tiempo del orto. Cuando era joven había músicos que yo seguía que tenían problemas con la droga; pero no tenían problemas con la música. Ahora los músicos tienen problemas con la música. Yo no sé qué pasa. ¿Ustedes no sienten que la música se fue al carajo? ¿Ustedes no sienten que todos los males empezaron cuando Peter Gabriel se fue de Génesis?
Devenir111. ¿Se puede explicar esa preferencia por la poesía?
Daniel. Es menos trabajo. Además, por ahí tengo una mayor facilidad, un ejercicio, un interés por la poesía; me gusta mucho la síntesis, la brevedad. En mi juventud me marcaron Gelman, Bocanera, Orosco, Enrique Molina…
Devenir111. Vos escribís mucho. ¿Cómo es, si se puede decir así, el proceso de producción de la escritura tuya? ¿Cómo te sale?
Daniel. No sé, siento que tengo que escribir porque no me queda tiempo. Se me cruza algo y automáticamente lo tengo que escribir. No siempre es algo brillante o potable. Escribo mucho más que lo que publico. Y tengo un buen vínculo con mi ego, con lo que escribo.
Devenir111. ¿Corregís lo escrito? ¿Sos de volver a leer y echarle mano al texto?
Daniel. No siempre. Ahora un poco más porque con la tecnología es mucho más fácil corregir.
Devenir111. También estuviste por España y por los Estados Unidos.
Daniel. A España fui invitado a un encuentro de jóvenes escritores, hace más de veinticinco años. Estados Unidos conozco porque allá vive mi hermano.
Devenir111. ¿Es importante para vos viajar? ¿Te gusta viajar? ¿Esa posibilidad de viajar, de conocer otros lugares y otra gente, te ayuda con tu literatura? ¿O está todo adentro tuyo?
Daniel. Sí, me gusta mucho viajar, creo que es una cuestión predestinada en mí. Una vez fui al Once a comprar unas bombachas de gaucho, cuando voy a pagar le doy al tipo la tarjeta y el documento y él me pregunta si me gusta viajar. Sí, le digo, ¿por qué? Porque mi hijo nació el mismo día que usted y se la pasa viajando. Y sí, claro que eso me ayuda a escribir. Tengo un trabajo que escribí a partir de haber conocido Nueva York que, de hecho, se llama “New York, New York”, como la canción de Frank Sinatra. En realidad se llama: “New York, New York, cuadernos de poesía adquiridos en una venta de garaje”.
Devenir111. ¿Actualmente estás leyendo? ¿A quiénes lees?
Daniel. Leo mucho las cosas que publican en Facebook. Me interesa saber por dónde anda la poesía. Hay mucha poesía de jóvenes poetas, y no tanto, centroamericanos… Randall Roque, por ejemplo. También leo otras cosas que no me gustan. La poesía tiene que tener contenido. Estamos viviendo un tiempo muy jodido como para escribir “Mi gata tuvo cría”. Tampoco es necesario que la poesía venga a contar qué es lo que está pasando, como si fuera un dogma. Pero yo lo necesito.
Devenir111. ¿Necesitás “militar” a través de la poesía?
Daniel. Necesito molestar y mostrar lo que estoy viendo o lo que estoy sintiendo.
Devenir111. Otra de las cosas que creemos notar en tu escritura, que suena paradojal aunque no lo sea… Así como te gusta viajar, le das mucha relevancia al “lugar”. Para vos Parque Chas es Parque Chas, la patria es la patria… Como si los lugares fueran relevantes en tu ser. ¿Es así?
Daniel. Sí, sí. Cuando escribo tengo un tríptico en el que me meto. A saber: la política, o la postura política; la religión y la psicología. Cuando me pongo a escribir hay cosas que me llevan ahí.
Devenir111. ¿Cómo llegas al peronismo?
Daniel. Llego al peronismo o me acerco más a él después de Néstor y Cristina. Veía a quiénes molestaban y era claro de qué lado había que estar.
Devenir111. ¿No sentís que hay como una especie de divismo generalizado en el ambiente poético? Pareciera que ser poeta es mejor que ser enfermero…
Daniel. Sí, además hay grupos endogámicos, digamos, que circulan entre ellos. También noto que hay mucha gente que tiene más contactos que talento.
Devenir111. ¿A cuáles poetas recomendarías leer, hoy?
Daniel. ¿De Buenos Aires?
Devenir111. Ponele.
Daniel. Carolina Lesta, Anarcoamor es un hermoso libro. Andrea López. Adrián Bet tiene un libro que publicó con Casabella, que te parte la cabeza. También Gabriela Borrelli…
Devenir111. Daniel ¿quedó algo que quisieras decir que no se haya tocado durante la charla?
Daniel. Nos faltó hablar de la muerte…


Daniel Quintero, poeta, escritor.

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