Entrevista a Noé Jitrik

El escritor Noé Jitrik nos recibió en su casa en CABA. Muy afable, café de por medio, comenzamos inmediatamente con el tema para el que lo convocamos: el deseo en el proceso de escritura. Y nos sorprendió con las complejidades de esta expresión del deseo, reflexionando sobre la tendencia de algunos escritores a escribir novelas o cuentos.                                                                  

Devenir 111: ¿Usted dice que no puede escribir una novela larga?

N.J:  Sí. La cuestión es la unidad, la unidad interna de un modo. No hay necesidad de más, si hay necesidad de más es porque hay una ambición más bien panorámica, siempre. Entonces eso depende de cada experiencia de relato. Estuve leyendo sobre cómo Padura escribió “El hombre que amaba a los perros”. Para él fue un trabajo de muchos años, pero además daba lugar a esa expansión porque los personajes o las personas, los sujetos que él se interesaba por narrar, en sí mismos eran expansivos. Cuando cuenta por dónde anduvo Ramón Mercader… antes y después no podía hacer una breve síntesis, a la manera de Selecciones del Reader Digest. Pero esto es el siglo XXI. El siglo XIX era otra cosa. Los personajes que los escritores elegían eran panorámicos en sí mismos. Los personajes de Zola, de Balzac y de Dostoyevski. Los hermanos Karamazov eran tres hermanos y un padre. No podía ser un relato breve. El propio Dostoyevski tiene un sujeto que piensa. Porque esos escritores lo primero que pensaban eran los personajes, luego los situaban, los desarrollaban, los conflictuaban, etc.

Un cuento de Dostoyevski es breve, es decir, condensa. Lo que pasa es que lo previo determina, en cierto modo, la expansividad y, por lo tanto, el volumen.

No es que uno, yo, me propongo escribir una novela corta o una novela larga, lo que elijo en ese momento no da para más. Entonces hay una actitud de concentración que da como resultado una cosa breve.

N.J.: Hubo una presentación de un grupo de escritores que le hacen a Alberto Fernández (en el momento de la entrevista candidato a presidente por el FPT) requiriendo algunos conceptos. Hay  una media docena de escritores conocidos, que encabeza Claudia Piñeiro, está Guillermo Martínez, pero los otros 400 en la lista no los conozco. No es la prueba de la existencia de los demás, porque estoy bastante informado en el sentido de las cosas que me llegan, el Instituto, de la gente que me rodea ¿Cómo leer eso? Como una voluntad de seguir escribiendo. En el campo de la poesía, ni hablar. En el campo del público es una cosa asombrosa. Siempre está lleno. Hay gente que va al teatro, que apoya, hay gente que hace teatro. Es algo que es un buen argumento para vivir acá… ésto mismo que hacen ustedes, no sabía que existía.

DEVENIR 111: Yo tampoco, pero… (risas)

N.J.: ¿Por qué aparece la persistencia? Es como una salida, una boca de salida.

Es como que todavía estamos recurriendo a lo que se formuló en 1837 en el llamado «Salón literario». Se juntaron cuatro muchachos, Alberdi, Echeverría, Gutiérrez y otros y postularon eso, la cultura argentina posible. La Argentina como posibilidad a través de la cultura. Es un mandato que hizo que Rosas fuera una presencia inquietante. Entonces los escritores escapan, huyen al exilio. Y cuando finalmente, por razones que uno puede validar o no, Rosas desaparece, empieza la organización a través de la cultura. Si uno piensa que en 1870 ya se había organizado una sociedad de dramaturgos en Buenos Aires, y no era que Sarmiento impulsara…

DEVENIR 111: Incluso la distribución del Martín Fierro era impresionante, iban a escuchar la lectura a las pulperías….

N.J.: Y el mismo proyecto de Hernández, escribir ese poema que uno se pregunta si es épico o no. Bueno, eso continúa y con la inmigración no se paró. Porque las primeras generaciones inmigratorias ingresaron en lo mismo. Eso da a principios del siglo XX, 1910-1920, una expansión literaria extraordinaria. No podemos evaluar los resultados. En este momento me refiero sólo a la actitud. A qué se escribe y que muchísima gente pone sus expectativas en la escritura, en los diversos modos, hace lo que puede, a veces se equivoca, otras veces aciertan. Esto es un aspecto de la cuestión.

El otro aspecto es qué está pasando en el orden de los valores o de las líneas que se están siguiendo y ahí necesariamente hay que caer en casos particulares, en ciertos textos que aparecen o que van saliendo y que indican con mayor o menor receptibilidad la dirección. Entonces ahí, por ejemplo, en el plano de la narrativa, la del modo de la explicación, hay un cambio importante en la literatura argentina, que reside en  una especie de rechazo del modelo francés y en la adopción del modelo norteamericano. El modelo francés es discursivo explicativo, el del modelo norteamericano, que también lo es, forzosamente porque son estructurales, tiende a reprimir esa explicación. Y a hacerlo lo más fáctico posible, de ahí la expansión de la novela negra en la literatura argentina contemporánea, que es puro fáctica y pulsión, que afecta a algunos escritores en particular. Por ejemplo, la obra narrativa de Ricardo Piglia empieza a la manera francesa y luego hay un corrimiento a la norteamericana.

El lector común, fáctico, estima lo fáctico. Es alguien que está sometido a la televisión. El cine y la Tv han sido los modeladores del modo en que se realizan las narraciones.

Creo que es una cuestión de lenguaje que uno ha ido formando ¿no? Y que lo conduce a un modo o a otro. Entonces, de pronto, me aparece un problema, un tema, una cuestión que me suscita interés, y escribo. Escribo siempre tratando de contar eso. No es extraño que en otro momento, otra ocurrencia tenga, siga, otro modo de comunicación.

Así, el primer modo, lo que se llamaría lo teórico, aparece como deseo de explicación; y el otro como deseo de comunicación. Y cuando esto toma el camino de la poesía, por ejemplo… Los poemas no son ni una cosa ni la otra. Son conmoción, detención. Es como un invitar a quien se pueda acercar, a detenerse.

DEVENIR 111: ¿Sería otro modo? ¿Un tercer modo?

N.J: La palabra modo me gusta, no «género». Uno es el modo explicativo, otro el modo comunicativo y otro es el modo conmocionante, por decirlo así. Aparte de los modos pragmáticos de la escritura, que también se dan, para mí, en lo periodístico. O de lo que puede ser una relación periodística que también practico.

Pero, es el lenguaje del que yo estoy hecho que me conduce a un modo o a otro modo. Sólo que, lo que estimula uno u otro obedece a circunstancias diferentes.

Por ejemplo, el sueño o el despertar del sueño genera una invitación a internarse en uno de esos modos. Por una frase, una idea, una metáfora, o lo que sea, una palabra que sale después del sueño.

DEVENIR 111:  Apenas se levanta…..

N.J: Sí. Apenas no me puedo dormir del todo, o me despierto o tengo un paréntesis en el sueño. Y algo se coagula. Eso me incita a un modo o a otro.

Entonces ahí está el tema, en mi caso, lo tengo claro y confío en él. Es la primera frase, lo que desencadena. Si hay algo que se aparece como primera frase es un fruto, que empieza a crecer.

Pero, esa primera frase ¿de dónde surge? Surge de eso, de una conversación, de una presencia. Estoy viendo a alguien que usa una campera roja que tiene un filete blanco. Es probable que me fije en eso, que me incite a saber qué hay detrás de eso, qué significa, qué me está significando. Y eso dar lugar a algo, o no llega a serlo, pero podría llegar a eso.

O imágenes que perduran….

DEVENIR 111: Recuerdos….

N.J: Si bien… ese libro, «La Nopalera»… bueno, no sé, qué es lo que desencadena. Ah sí, hay como una necesidad de completar algo, en relación con algo anterior, con una serie anterior.

Había escrito algo antes de ese período en Méjico.

Y de pronto la idea de hacer algo que explique o nos cuente.

DEVENIR 111: Ahí, se desarrolla una cosa que me apabulla, que es el tema de las relaciones con el mundo cultural de la época, Haroldo Conti, Rodolfo Walsh…

N.J: Sí, son fantasmas que a uno lo acompañan pidiendo algo siempre, que es propio de los fantasmas.

DEVENIR 111: (risas) ¿Que haga algo?

N.J: Eso va, viene, y exige en presencia en otro modo.

DEVENIR 111: Por ejemplo, en el mundo de la ficción, su mirada teórica, crítica, influye…?

N.J: Sí. No influye, está presente. Es como que quiere meterse. O incluso en la poesía, tengo una serie de poemas conceptuales, poemas sobre la libertad, el deseo, el cuerpo, no sé… y una cosa lleva a la otra. Son series completas.

¿Es insuficiente la explicación, no?

DEVENIR 111: No, no. ¿Cuándo termina uno de conocerse ?

N.J: Exactamente. Eso que acaba de decir responde a una pregunta que usé en la práctica y ahora se me aparece en otra instancia. Un grupo de gente amiga habla de sus parejas o ex parejas. Y entonces yo pregunto a A, ¿Quién era B? ¿Quién fue tu compañero? Y se quedan… y se queda un poco aterrada. Ese «¿Quién era?»

Es así, que a mí me queda como un núcleo importante. No en relación con el tema de la identidad, sino con el ser mismo. Para los demás, objetivamente… para el Psicoanálisis que trata de saber quién es la persona que está ahí en el diván tratando de comprenderse -y es la pregunta insistente de mil maneras-, el analista conduce o sitúa al sujeto en la necesidad de responder a eso. Pero como no tiene respuesta es también fantasmal. La pregunta es fantasmal, es hamletiana. Shakespeare la vio bien en todos los aspectos. Pero también en Hamlet, la cuestión no es la duda, sino la presencia del padre. La presencia del padre, el fantasma que exige. El padre es la pregunta ¿Quién es?

Entonces, en una tecnonovela, un relato que estoy escribiendo, llega una persona a otra parte y quien la recibe pregunta ¿Quién es Fulanito? Quiere saber lo inmediato, en realidad, está planteándose esa cuestión. Entonces los interlocutores también se preguntan ¿quién está a mi lado? Nos pasamos la vida indagando eso, el amor, la amistad, es la necesidad de responder a esa pregunta.

DEVENIR 111: A veces me da la impresión de que bajo esa mirada uno quiere quedarse en un lugar de supuesto saber, yo soy escritor, soy profesor, algo que me da alguna seguridad para que el otro me vea de esa manera. Y cuando me salgo de ese lugar, enseguida, quiero volver a sentirme protegido, porque la identidad que me gusta me hacer sentir cómodo. Es un desafío correrse de ese lugar.

N.J: Eso se relaciona con un concepto que me gusta que es el de la «garantía».

Todos necesitamos tener una garantía respecto de lo que somos, de lo que queremos, de donde vamos. Nos perturba que nos quiten la garantía. Es el problema político. ¿Por qué vota la gente? Porque quiere identificarse o apoyar a alguien que le dé una garantía. Y cuando ese alguien u otros sacuden la garantía, no queremos.

Yo vivo aquí en este modesto departamento ¿Quiero que alguien venga a perturbarme? No, no quiero.

Y esa idea de la garantía tiene que ver con el derecho a la propiedad, lo individual, con todo, no?

¿Por qué la resistencia a aprender de muchísima gente? Porque no quieren que les perturbe esa situación garantizada de ignorancia.

Esa resistencia que todos tenemos. Porque yo que veo el debate actual sobre cuestiones económicas, y yo quiero que me hablen en el lenguaje que yo comprendo o creo comprender. Es un galimatías para mí, ellos se mueven con una comodidad…

Ahora, estaba llenando un formulario para cobrar un dinero y en todos lados aparece la palabra «el ente» ¿Quién es el Ente? (risas) ¿Es el ente de Hegel? (Nuevamente risas).

Noé Jitrik, escritor y teórico literario nacido en Rivera, Provincia de Buenos Aires. Formó parte de la mítica revista “Contorno” (1954) y pertenece a ese grupo de intelectuales-escritores cuya impronta cultural impregnan modos de lectura: J.L. Borges, J.J. Saer y R. Piglia… Es Director del Instituto de Literatura Hispanoamericana (UBA) y acaba de terminar de editar su última novela corta “Tercera Fuente” y la monumental “Historia de la Crítica de la Literatura Argentina” -compuesta de doce tomos e iniciada en 1997, que él dirigió convocando a más de doscientos especialistas-.                                                                                                                                                                                           

Entrevistadores: Miriam Acenelli, licenciada en letras. Gabriel Vargas, licenciado en letras.

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