Graciela Abrevaya: «De la economía de mercado a la economía libidinal»

Dinero, dinero, dinero. Dinero, vil metal…“Mensajes de amor de curso legal” Canción de Joan Manuel Serrat


La función del dinero ha ido cambiando a lo largo del tiempo. Luego del trueque ha sido medida de valor, medio de pago, medio de circulación. Marx afirmaba en su texto de 1859 “Contribución a la crítica de la economía” :“el oro circula porque tiene valor, pero el papel moneda tiene valor porque circula”.
No se trata en nuestra época del dinero-papel, nos fueron llevando a vivir sin él. Tarjetas, homebanking, plataformas de cobros. Las operaciones no sólo son de compra y venta de productos y servicios; se adquieren dólares, acciones, criptomonedas para hacer más dinero. Destinos ilegales, deudas impagables. La especulación está a la orden del día y la acumulación en su máximo esplendor. En nuestra época la riqueza, cada vez se encuentra en menos manos. «El 1% de los ricos del mundo acumula el 82% de la riqueza global”.
El sistema capitalista no hace lazo social y promueve un consumo ilimitado. Advierte Lacan: es locamente astuto, pero destinado a estallar.
Lejos de estallar, por el momento amplía sus horizontes. La última película de Werner Herzog, Family Romance basada en el caso real de una empresa japonesa que brinda servicios de alquiler, por ejemplo el alquiler de un padre para una joven, muestra que el menú de opciones es cada vez más amplio. Está todo contemplado, lógica del todo. Nada falta, y si falta se encargarán de inventarlo. El dinero todo lo compra, hasta un “padre”. Queda claro que lo que está excluido es el amor.
Siguiendo la ruta del dinero recientemente me sorprendí al encontrarme con un artículo sobre la influencia del psicoanálisis en la obra del reconocido economista inglés John Maynard Keynes, contemporáneo de Freud. Da cuenta de las motivaciones profundas que se encuentran en las emociones en relación al dinero. Escribió un libro “Tratado sobre el dinero” donde señala el valor simbólico que Freud le otorga al oro. Entendía que la pulsión erótico anal de la sexualidad produce una tendencia irracional a la acumulación que resulta un contrapeso frente a los motivos racionales de la adquisición del dinero y de la producción. Es uno de los pocos economistas que le dio un lugar de importancia al psiquismo humano en las leyes del mercado.
La metapsicología freudiana tiene en cuenta el factor económico, nos encontramos en sus escritos con términos como ganancia de placer, beneficios primarios y secundarios, trabajo psíquico, el socio industrial y capitalista del sueño, inversión de libido, transferencia, etc. La economía freudiana es una economía libidinal, el movimiento de lo pulsional o como lo ha llamado en un comienzo, la energía psíquica no ligada.
Como señala Germán García en “La estructura libidinal del dinero” la economía del psicoanálisis es la de las pasiones, resultado de un compromiso entre la pulsión y las defensas del yo. Las pasiones humanas se mostrarán descarnadamente: el egoísmo, la generosidad, la avaricia, el sacrificio.
“No olvidemos el artículo de Sigmund Freud”, sigue diciendo, “sobre la trasmutación de los instintos y especialmente el erotismo anal, donde vemos una economía de la donación entre madre e hijo (excremento, regalo), que se convierte en una economía del intercambio paterno (pene, niño … dinero). En la primera economía se trata del narcisismo (amor de sí y amor propio confundidos) y, en la segunda, de un sacrificio que se llama «castración».”
Recordemos entonces las equivalencias simbólicas: pene=heces=niño=regalo=dinero. Estos elementos son permutados entre sí. Como si se sustituyeran unos por otros. La caca ese primer don, regalo. El niño ofrece una parte de su propio cuerpo, o bien la entrega obediente, la sacrifica al amor, o la retiene para la satisfacción autoerótica o más tarde para afirmar su propia voluntad. Una parte de ese interés por la caca se continúa en el interés por el dinero, otra parte se transporta al deseo de hijo.
En “El carácter y el erotismo anal” Freud vincula nuevamente el dinero con el excremento. “El oro es la caca del infierno” La relación entre lo más valioso, el oro, y lo menos valioso que el hombre arroja como desecho.
También en el caso del Hombre de las ratas el dinero es un tema de gran relevancia. Toda la complicación que se origina alrededor de la devolución de una suma, que luego en el tratamiento se enlazará con una deuda impaga del padre. Al mismo tiempo su padre resigna su deseo por una mujer linda y pobre y elije la mujer con dinero. La deuda, el erotismo anal y el complejo paterno inconsciente son los temas que se despliegan en el análisis de este sujeto.
El dinero por supuesto aparece en el pago de los honorarios. En “Consejos al médico” Freud aborda este tema… “El analista no pone en entredicho que el dinero haya de considerarse en primer término como un medio de sustento y de obtención de poder, pero asevera que en la estima del dinero coparticipan poderosos factores sexuales. Y puede declarar, por eso, que el hombre de cultura trata los asuntos de dinero de idéntica manera que las cosas sexuales, con igual duplicidad, mojigatería e hipocresía. Entonces, de antemano está resuelto a no hacer otro tanto, sino a tratar las relaciones monetarias ante el paciente con la misma natural sinceridad en que pretende educarlo para los asuntos de la vida sexual”.
El valor de una sesión no debería basarse en la economía de mercado (costos, oferta, demanda, inflación) sino en la economía libidinal. Se trata de otro orden, de lo pulsional en juego, de la modalidad de goce del analizante. Él es quien paga y quien trabaja. Tiempo y dinero en un análisis se rigen por otras coordenadas, ya que ambos elementos son variables, no fijos, no encuadrados en un standard.
Recuerdo un paciente que en las primeras entrevistas dice que quiere aprovechar la prepaga (que le brinda su empleo) para analizarse, de ese modo no paga. En otra entrevista comenta que tiene que aprovechar el tiempo, que no le gusta perder el tiempo. Esto ya nos dice algo de su posición de goce: no está dispuesto a ceder nada, por el momento.
El vil metal, causa de graves disputas, de destrucción de imperios, de guerras, de enfrentamientos familiares. Despreciable, execrable. Se lo gasta, se lo acumula, se lo malgasta, se lo endiosa, se lo maldice, se lo juega, se lo desea, produciendo efectos en la subjetividad, en los modos de goce de los sujetos hablantes.

Graciela Abrevaya, psicoanalista.
Miembro del Instituto Oscar Masotta –Conurbano sur-
Co-responsable del Taller “La construcción del caso en Psicoanálisis”. IOM-Conurbano sur- Universidad Nacional de Avellaneda.
abrevayagraciela@gmail.com