Graciela Abrevaya: «Tiempo y angustia.»

“Es difícil lograrlo, la angustia, no es cosa simple de aprehender”
Inhibición, síntoma y angustia
Sigmund Freud

…”que si ahí es donde la buscan pronto verán que el pájaro alzó el vuelo, si es que alguna vez estuvo allí”.
Seminario X La angustia
Jacques Lacan

En nuestra cotidianeidad nos encontramos con productos o servicios que en su identificación comercial incluyen la palabra YA. Una de las acepciones de este adverbio de tiempo es: ahora mismo, inmediatamente, en el acto.

Significantes de la época, que en algunos casos tienen hasta un tono de orden, que no piden permiso. Mandato a gozar YA, sin más. Un sistema imperante que no quiere que nos detengamos, nos quiere prestos a consumir, siempre dispuestos. También listos para trabajar con prisa y sin pausa. Inmersos en  un continuum, donde se come en el escritorio para “aprovechar el tiempo” o “no perder tiempo”. En este sentido vemos como en la civilización moderna gana lo útil.

La aceleración inherente al capitalismo exige más en menos tiempo y más efectividad al menor costo. El “use y tire” y el “ya fue” son modos de la cultura del descarte. No solo los objetos se desechan, también las personas. Estos imperativos tiene efectos en la subjetividad.

El burnout y el stress son respuestas actuales, como así también presentaciones tales como el ataque de pánico, angustias masivas, desbordadas. También en el otro extremo encontramos sujetos inhibidos que no pueden trabajar, estudiar, o dormir, detenidos, sin poder avanzar. Sujetos impedidos.

Desde la psicología cognitiva conductual se toma la angustia como un trastorno, una disfunción que es necesario corregir o eliminar. En varias ocasiones se la confunde con la ansiedad, que es un término de la psiquiatría. También como una deriva hacia la depresión. En este cuadro se suele incluir la tristeza, el desaliento, el duelo, el agotamiento.

El recurso desde la medicina y especialmente de la psiquiatría es la respuesta psicofarmacológica: ansiolíticos y/o antidepresivos. El discurso de la ciencia de la mano de las nuevas tecnologías siempre ofrecerá algo nuevo para que las personas vuelvan al programa establecido, que sigan el paso. Hasta en algunos casos, la demanda del paciente es el medicamento. Recuerdo en una admisión cuando una paciente relata que está ansiosa y angustiada, dice: “Deme algo, no puedo estar así”. Le pregunto por qué no puede y responde: “tengo que seguir, no puedo parar”. Hago la derivación, señalo que será momento de detenerse para pensar en lo que le pasa. Se dispone a comenzar las entrevistas.

Angustia etimológicamente es derivado de angustus  significa estrecho. Ya Freud decía que la angustia es en primer término, algo sentido. Percibimos sensaciones corporales referidas a ciertos órganos del sistema respiratorio o en el corazón. Es frecuente escuchar frases tales como “se me cierra la garganta”, “no puedo respirar”, “me oprime el pecho”.

Freud ha tenido una constante atención al problema de la angustia. Sus teorías sobre la estructura y el origen de la angustia, el desamparo estructural, el trauma del nacimiento, la angustia señal fueron temas que fue transitando, esforzándose para encontrar su esencia.

“La angustia tiene un inequívoco vínculo con la expectativa, es angustia ante algo. Lleva adherido un carácter de indeterminación… La angustia neurótica lo es ante un peligro que no tenemos noticia.”, dice Freud.

Lacan sigue esta línea “Es ese corte que se abre y deja aparecer lo inesperado, la visita, la noticia, lo que expresa el término de presentimiento, pero en tanto pre-sentimiento, lo que está antes del sentimiento”.

 En términos freudianos se trata de una señal frente a un peligro pulsional. En términos de Lacan, la angustia es entendida como señal de lo real: lo más íntimo del sujeto y a la vez lo más desconocido; al mismo tiempo lo más verdadero.  

La angustia, entonces es la vía de acceso a lo que Lacan conceptualiza como objeto a, que no es un objeto como los otros, objetos modelados por la imagen. El objeto a es ese resto de goce, que queda efecto de la constitución subjetiva, que da cuenta de una falta estructural.  Una falta que el símbolo no suple. Este objeto a cuando se lo aborda por la palabra, exige que se proceda por aproximación.

Volviendo a la aparición de la angustia, súbitamente, de golpe, lo extraño amenaza. No alcanzan las respuestas, hay enigma. Hay un quiebre en lo que se creía ser para el deseo del Otro. El deseo del Otro pone en juego su falta, angustia de castración freudiana. El sujeto está frente a un deseo enigmático que deja en suspenso las respuestas. La presencia enigmática produce angustia, es una presencia que no desplaza, que no dialectiza. No puede ser atrapado por el signficante, no puede ser dicho. La angustia es la vía de acceso para lo que no es significante. Es el único afecto que no engaña. Es el correlato subjetivo de ese encuentro inquietante que es el deseo del Otro. El sujeto hasta ese momento con cierta estabilidad, queda en un estado de indeterminación, vacila, se produce un corte en su vida. En muchos casos es el momento en que se realiza una primera consulta.

Es el caso de M, que consulta muy angustiado. Ha cambiado recientemente de trabajo con la idea de una mejora. En la empresa anterior había estado 10 años. Siempre ha sido muy responsable y muy buen empleado. Los primeros meses en su nuevo puesto son muy difíciles, le cuesta ir a trabajar, no puede dormir, con una constante inquietud, preocupación y angustia. Tiene un jefe que no ve de manera presencial, que no se comunica con él. No sabe si hace bien el trabajo. Se pregunta permanentemente: “¿qué quiere?» . M. ha tenido muy en claro su lugar: buen hijo, buen marido y padre, buen empleado. Algo de su realidad fantasmática se ha alterado. En las entrevistas no se trata de tranquilizarlo, sino de sostener un lugar para que el sujeto pueda desplegar los signficantes que lo fueron determinando.

Hay una suspensión de las referencias que se tenía hasta ese momento. La dimensión temporal de la angustia se presenta entre la espera y esa presencia enigmática e inquietante…

En estos tiempos la espera está devaluada. Lo escuchamos frecuentemente en la frase “me clavó el visto y no me contestó” y pasaron tan solo pocos minutos. Todo es urgente, “para ayer”. Hasta en el tema de la identidad de género existe un apremio por tomar decisiones que compromete a niños y adolescentes.

El psicoanálisis se diferencia de toda una serie de terapéuticas que intentan rápidamente sacar al sujeto de la angustia, acallando ese afecto, reduciéndolo. Un efecto de la cultura de la aceleración, como señalaba al principio. La perentoriedad sería continuar en el mismo circuito. Cure YA.

¿Por qué es tan difícil hacer una pausa? La función del intervalo reside en ese espacio vacío que se aloja entre un significante y otro, y permite un pasaje de la angustia a la formación de un síntoma.

Todos estamos inmersos en un tiempo cronológico que es contado, medido, calculado simbolizado en una cifra. No todo entra en esa medida, algo queda fuera, un resto. El psicoanálisis introduce un tiempo lógico no cronológico, el tiempo del inconsciente.

La espera es el lugar donde se sostiene el analista, no todo el tiempo. El análisis y en particular la posición del analista, conduce al sujeto a ese punto de confrontación con el deseo del Otro, en algunos momentos angustiante. Es una oportunidad para el sujeto de ubicarse en otra posición más allá del goce y más cerca del deseo.

Bibliografía consultada

*Freud, S. “Inhibición, síntoma y angustia”
*Lacan, J. Seminario 10 La angustia
*Miller, J. A. “La angustia lacaniana”
*Barros, Marcelo “Anatomía de la modernidad”
*Trobas, Guy “Contornos de la angustia. De Freud a Lacan

Graciela Abrevayapsicoanalista.
Integrante del Instituto Oscar Masotta –Delegación Conurbano sur-.
abrevayagraciela@gmail.com

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