Hernan Lasque: Poemas

Jam

De un vaso en el que dos gorriones duermen,
beben, inconmovibles, licor de venas azules
hombros de celofán consumando fugas
perfilando cada forma al ras de la carne,
pétalo de mágico pliegue y caramelo fizz,
diamante de blandos encastres
moldeados en calor evanescente, incalculable.

Impunes, devuelven el corazón totémico,
huyen corriendo como los varones:
esos pájaros de verano enterrados en otoño.
Celebran a causa
la tragedia de los pichones,
fatalmente abrazadas a sus rodillas,
humedales de la flor,
combinaciones en la espalda,
dorado maderamen y la exacta
temperatura
bajo la tela,
ligero lenguaje de nervios,
de alimentar y llenarnos,
vaciarnos y volver,
a llenar con dos o tres
gotas de la mañana
en las marcas del elástico
con la ciudad detrás de una ventana elegida,
fundido el húmedo filo de su intimidad,
una parece esconderse,
la otra descubrir que nadie
camina esas horas
que nadie
recorre como ella,
y escuchar que dice al decir:
Voy a chupártela como nunca nadie
va a volver a hacerlo
entendes el riesgo…
¡entonces vuela
polilla ojona de mi cerebro
sácame este hojaldre de la noche,
cítricos perfumes, cometa de alcoholes,
refrito de otras prendas: terciopelo y lentejuelas.
Vuélate y entonces, en el trazo que te surca,
que te desnuda,
llévateme a lo que persigues
¡Qué rodeas y rodeas anudándote en mis cejas!
desprende de mi frente tu imagen
como líquida gota de perlas
y deslízateme en tus efluvios
al alimento de la ninfa,
condúceme a las íntimas
luces en las que duermas,
pónteme de pie sobre la cama
y señálame con el dedo hacia arriba
eso que ves en el techo
en las vetas
de la madera!

Plástica bilis

Llena de viento una bolsa roza en su vuelo incierto la ventana de un primer piso.
La cortina esmerila transparencias sin privar a la sombra que en el interior una luz de velador anima.

Es una esquina y el colectivo que llega trae consigo pasaje,
fuelle de puertas, fricción de aire metal y caucho,
la bolsa trepa una pendiente invisible.

La ventana primer piso no cierra completa
en su costado entreabierto
la tela tiembla.

Pierde altura la bolsa.
Adherida a la rueda gira en aguarrastros de aceite y piedras
virutas de la calle.

El bastón que del estribo asoma tiene en la punta un regatón de goma negra y es
hasta la base de su empuñadura dorada
totalmente de madera.

Se curva y cae la ceniza de un cigarrillo.
La oscuridad se traga toda luz,
el timbre suena en una habitación contigua.

La brasa enrojece y crepita el tabaco.
El viento agolpándose en la ventana,
silba el costado incompleto.
Puerta del edificio. Bastón y suelas redoblando en la alfombra del palier.
Escalera, piso, pasillo, puerta. Nada. Pegada a la segunda,
una bolsa de basura derrama plástica bilis doméstica.
La empuñadura del bastón es de bronce
También el picaporte que niega el acceso a uno, dos, tres intentos.
Adentro
la ventana opuesta
se abre hacia la calle,
el viento entra y atraviesa el ambiente,
sopla por debajo de la puerta los zapatos ocremente iluminados.
Puntazo y taco, pasillo,
puntazo y taco: escalera,
puntitaco-puntitaco, repica la alfombra del hall.
Afuera: vereda-calle-viento, frenada y ¡taplámtaPLÚM!
Portazo, rechinar de ruedas (esto no es un cómic)
uno que sale y otro que frena
los dos sobre el mismo charco de donde ahora la bolsa es arrancada de escena por el bastón chorreante y, contra el piso del auto, lanzada a una persecución
que este relato
apenas sospecha.

Alalun


Es más Cielo la Luna que el Cielo,
si una Cordialidad de la Altura
es lo que buscamos.

-Macedonio Fernández-

Mira observa su asomar pequeño en el pasto
no quiere apresurarse y perderlo como un sueño al despertar
uniéndose hasta mostrarlo tal como ahora lo está viendo
no aún para tomarlo en sus manos
Mira está mirando sin parpadear
pues al más mínimo movimiento
ese haz de luz creciente en minúsculo cuerpo
podría desaparecer.

Avanza de a cortos pasos medidos en silencio
atrás la casa luce encendida y adentro tan lejos tan ellos tan todos en tanto
que no saben ni se enteran ya que tampoco podrían verlo
si no lo hacen con los otros ahora que ya hace frío
que será invierno.
Mira camina
el pasto retiene un instante la huella y la suelta bajo el pie al despegarse
se acerca y si estira la mano lo alcanza
permanece inmóvil tal vez dormido
o con pereza despertando a una vida en la que recién venido finalmente será.

Se inclina en confidencia con la noche
sabe del chasquido que lo aturde y mueve sigilosa su elasticidad de felino
confundida entre las plantas contra el muro donde un grillo canta
resplandores de Luna eléctrica en retumbes que de lejanos silencios brotan
Mira no le quita sus ojos pues sabe de lo que se trata y no quiere perderlo
ya que no sería la primera vez.

Arriba las estrellas congelan su respiración
en cuclillas gira por última vez y no extraña el calor de la casa
tiene el tamaño de un durazno pequeño al levantarlo (ahora sí) en sus manos
como a los anteriores pero un brillo esta vez la fija y algo le enseña le muestra
le acerca la noche antigua y los fríos que por ajenos teme y si él percibiera ahora el engranaje de sus pensamientos se lanzaría trazando un fino arco a rayar el aire para beber la sangre de algún dios en el cuenco de las manos de Mira que agita entonces su pensar aún más liberada en un valor único.
Fino y sin sonido como el aire en el que camina junto al grillo que engulle al mundo con su místico trino de insecto oculto bajo la luna que lo vuelve invisible.
Mira, mira sus manos y abre la boca
lo desliza por la garganta sin asperezas
cierra los ojos y percibe el calor la tibieza la luz llegar al estómago y expandírsele en el cuerpo que vibrante como una bordona espera volar desenrollar el ovillo desde las entrañas y salírsele entre los dientes trepar la noche despegar los pies del pasto esponjoso donde se desvanecerá la última huella cruzar por sobre el muro que rodea al mundo y desde lo alto en su recorrido ver las luces de la ciudad las rutas humanas todo lo creado los continentes y los mares rozando peñascos de asteroides perdidos al calor de las estrellas
camino alalun..

Hernán Lasque, escritor. Nació en Concordia, Entre Ríos, en 1977. Desde el año 2005 reside en la ciudad de Plottier, Neuquén. Publicó el libro de cuentos RATÓN BLANCO (ediciones Colisión Libros 2009), la nouvelle LIZETA (ed.iciones Colisión Libros 2010) y el poemario LAMEN (ediciones Buenos Aires Poetry 2017). Participa con textos inéditos y otros ya publicados en la Antología publicada en 2017 por el Colectivo Autores de Concordia, que reúne a 57 autores desde el siglo XIX a la actualidad; y en la de reciente aparición en 2019 Atlas de la poesía Argentina II, que reúne autores de todo el país y fue publicada por Editorial de la Universidad de La Plata.