(Entrevista reformulada que se desprende del programa radial Moebius. Coordinación: Lidia Rocha, Gerardo Curiá.)
Se dan cita las escritoras Karina Lerman y Lala Altschuler para abrir el juego de la conversación a partir del poemario Perlas de Lerman. Ambas, psicoanalistas y escritoras van enhebrando los versos junto a algunas de sus obsesiones compartidas: las lenguas dispersas bajo el influjo del interrogante errático y en la búsqueda de una “poética del verbo”; cierta entonación que se desplaza entre lo ritual y lo político social en un rodeo compartido. Así, nos dice Lerman: “entre la voz y el silencio un affaire con la lengua (ídish) que se va recreando siempre en conversa-ción”, y Altschuler agrega: “como acto escritural: sacudir lo anestesiado״.
Ambas, plasman ese tejido febril que son las lenguas poéticas y sus posibilidades de ponerse en marcha. Recrearse. Reafirmarse. Decir: presentes.
Leemos:
“el sonido se curva
decrece
alguien adentro
cierra los párpados
sheine, lube
mi linda y querida
querrás ir
hacia donde las mujeres
apisonan uvas en el lagar
y respiran lo frágil del mosto
desde el sueño exhalo
el silencio
hace cosquillas la lengua
anticipándose
al sabor
y ella porta un manjar
para el espíritu
un tercer aliento
los pies
como golpes de suerte
desgranando el apetito
sheine
la más pura de todas
las diosas
¿qué fue la fe para mí
alguna vez?
la soltura se abre
giran los muslos
contra viejas creencias
¿y si tantearan
el carozo en mis manos
el eco de tu alma?
la fe
a imagen y semejanza
acunada en los regazos
de una niánie
o
si el color del fruto rodara
y rodara
sin fin
Karina Lerman: El libro está conformado al modo de un oratorio. Los poemas no llevan título. Es un continuum, una plegaria prolongada, de una respiración por momentos entrecortada, para sostener un cierto vaivén desde la lengua: un cierto repliegue e intimidad, o una fragmentación de ciertos silencios o pausas en el poema que entrelazan un adentro y un afuera entre los cuerpos. Como esta banda de Moebius…Claro, este poemario fue escrito durante la etapa de confinamiento de la pandemia. De esa forma, se van enhebrando los versos o, bajo el influjo de un soliloquio o diálogo cantilado en la búsqueda de una posible “poética del verbo”; cierta entonación que se desplaza entre lo ritual y lo político en un rodeo compartido. Como traer pequeños destellos, pequeñas pepitas (o pavesas) en esta lengua, el ídish, y hacerla presente de alguna manera. Si bien, aclaro, no es una lengua que hable o haya hablado… sino, más bien, la he escuchado y de alguna manera habitado en ese carácter de asombro, de misterio y extrañamiento. Porque el idish en mi casa se hablaba cuando no querían –los padres o los abuelos— que nosotros los niños supiéramos de qué estaban hablando, paradojalmente. Entre la voz y el silencio un affaire con la lengua que se fue construyendo en mí desde una especie de placer arriesgado; y asimismo, un acto de… que la lengua circule, aparezca, se expanda y que tenga alguna presencia pese a la violencia alrededor de ella y su carácter violentado (por lo que de la gran historia conocemos, y por lo que en mí sin saber hablarla, ocasionó). De hecho, algunas palabras que quise utilizar en el poemario las tuve que buscar, las tuve que consultar con algunos miembros de mi familia y más allá. Como apertura el poemario lleva una hoja al modo de un caligrama, dibujo o imagen donde están desplegadas distintas lenguas: no sólo la lengua idish sino el hebreo, arameo, alemán, ladino entre otras. Estas lenguas que se van metamorfoseando a partir de sus desplazamientos (forzados) y aquí en los textos para vivificarlas en una especie de erótica de la dispersión…si es que acaso sea posible. Lengua próxima -para mí- desde un lugar afectivo, más que desde un lugar de entendimiento, o conocimiento; y sin embargo, es darle una posibilidad de despliegue, de desandar un camino… un posible destino que después tendrá que ver con la interpretación que cada lector tiene… quien se arrime a ese mestizaje dialectal y haga con lo que allí está escrito/leído tal vez, al modo talmúdico, y que pueda valerse de la interpretación… el poder armar un sentido a través de las conexiones que hay alrededor de esas palabras en idish o en otros idiomas, enhebrar por contexto, por contigüidad. Entonces, un poco es esa la apuesta de la lengua y su posible cartografía móvil de islote al compartirse con otros lectores u oyentes. Así, es un riesgo y una posibilidad de disfrute. De adentrarse e inmiscuirse hacia una exterioridad común y ajena. Un encuentro fallido. No todos se atreven. Invita Lidia Rocha, con sus palabras de presentación del libro:
Si todos somos ahora el pueblo del libro, es decir, la humanidad; si somos hablados (hechos) por el lenguaje. ¿Qué hacer con la soledad cuando el libro se cierra o cuando la fe (en Dios, en nosotros) se cierra? ¿Cómo recobraremos nuestra liturgia, la nuestra, la personal liturgia? ¿Qué haremos con el hambre por una “dulce lengua”?
Está la palabra viva, la oralidad, la poesía, como una reliquia brillante, como una perla. Y es una mujer quien la escribe, como derramando un fruto macerado “mientras la tinta se deshace”.
Lala: La lengua. Las lenguas olvidadas de mi infancia se me imponen en mi escritura, de a ratos extranjeras, retornan, retornan siempre…, me parece que también en vos Karina, el ídish funciona de manera similar, lengua extranjera de algún modo, ¿no? Que no requiere traducción, aunque no se comprenda, porque se refiere a nuestro más íntimo. Es una paradoja. Aunque no se comprenda toca lo más íntimo del ser. Vos decías que escuchaban hablar idish a los adultos y te producía curiosidad. El idish referido a lo más íntimo y lo más ajeno al mismo tiempo, desconocido su significado, toca el cuerpo, es lo que se lee en tu poemario… Y es esa falta de comprensión lo que va al hueso de la relación con la lengua. Es el modo en que se produce la aprehensión de la lengua.
Roberto Calasso escribe que hay un momento fundante en el hombre en que éste aprehende su condición de existente. En el principio fue el asombro. Necesita dar una respuesta al aprendeherse como existente. Entonces hace mito, hace escritura, poiesis, poema. Porque necesita dar una respuesta a éste asombro primero. Cuando vos Karina pensás tu poemario al modo de un oratorio, el poema se vuelve rito y retornás a su origen.
Quizás Karina ambas participamos, por nuestra propia historia lenguajera, de una relación particular con ella: la lengua en dispersión fundante funda extranjeridades insulares.
Debemos pensar, al escribir, poetizar, qué es la lengua materna. lo que permanentemente se nos plantea como el límite en el decir… Y tomando tu poema, el poetizar que requiere, es, un acto de fe, lo decís vos Karina… en el primero de los poemas. También leo tu poemario como un dibujo/ trazo y las palabras/perlas emergen de una situación insular por la extimidad intima en la que viven. Me gusta mucho como lo pensás al poema, como un acto de fe. Enlaza. Aun en los límites de nuestro decir, hay algo que nos es obligado como un acto de fe en el lazo: “¡compártelo!”.
Karina: Allí, la intención del diálogo y la alteridad.
Lala: Claro. Ahora, lo interesante de este poemario… que lo iniciás y lo concluís en este mismo punto… cosa que me parece por demás interesante… porque el último de tus poemas, que lo voy a leer, que me parece bellísimo, dice:
“Como si el próximo acto de fe
Solo pudiera ser
De una a la otra
Mi perla
Tu poema”.
Y ahí lo concluís. Es maravilloso. “Mi perla/tu poema”. Es decir que, si el hombre se ve arrojado a la aprehensión de su condición de existente, ¿qué puede hacer con eso? ¡Poema! ¿Pero qué es poema? “Mi perla/tu poema”.
Karina: ¿No sería un goce autoerótico? Risas.
Lala: No, es una erótica. Una erótica del cuerpo.
Karina: Que necesita de la alteridad del otro.
Lala: Absolutamente.
Karina: Pienso en Levinas… esa alteridad… y el texto despedida a ese amigo intelectual, de Deleuze a Levinas, con una frase: somos desiertos, pero desiertos poblados de tribus.
Lala: Absolutamente. Desiertos poblados de tribus. Fundante de lo humano. Lo humano escribiendo mitos, ritos sacrificiales que lo enlazan a lo sagrado.
Karina: De hecho, en la Biblia, sabemos que Abraham funda la fe judía y lo hace a condición de irse de su origen, de marcharse… del “andate de tu casa, de tu familia, de tu tierra”. Es un desposeído: debe dejar todo, es un desarraigado… eso también podemos pensarlo. No hay algo que este naturalizado desde el vamos, sino más bien que hay que construir y deconstruir en todo caso todo el tiempo. Y ahí es necesaria la alteridad, también, y el pacto con otro… la ley, y un acuerdo de semejantes. El prójimo (próximo y ajeno a la par).
Lala: La errancia de los textos, las letras diaspóricas. Construyen alteridad, y a su vez el pacto necesario para que haya poema. Mi perla/ tu poema, lo decís bellamente.
En uno de sus seminarios Lacan narra un viaje que él había realizado a Japón, y lo que ve son islas. Entonces él dice: “bueno, lo que yo veo ahí son letras, la literalidad de las letras”. Se va construyendo la literalidad en relación a lo litoral. Letras que trazan un borde en el decir. Necesario. Siempre, ¿perlas?
Karina: Perlas… hebras, hilachas. Una a una, hacia una (posible) ilación.
Lala: Acá, en cambio, hay lo que sostiene, tu decir poético, su litoral, “a puro acto de fe”.
Karina: De fe. Eso que dice Heidegger, ese salto al abismo. Hay algo de eso… un poco como se plantea con la perla… el título del poemario lo pensé en ese sentido: no como se cultiva una perla, sino cómo surge la perla natural. Es un poco una contingencia. Hay una falla, surge de una falla que la vuelve singular y preciosa a la par.
Lala: Ahí te quería hacer una pregunta. Vuelvo a lo extranjero de la lengua, sino será el ídish, para vos, ese elemento extranjero que secreta perlas…
Karina: Sí. Sí. Desde ya. Es así. Es como una raíz insular, como un símil o especie de apoyatura para dar cuenta de otras cuestiones, condiciones de posibilidad que en realidad son aperturas y son preguntas más que respuestas. Una especie de anclaje que se gesta a condición de ser impropio. Con el mestizaje mismo. Con lo otro. El ídish insular que está en vaivén. Danzando, gesticulando, Parafraseando:
“si voy a soñar otro nombre
que sea lluvia
anoche querida soñé
con el cielo
al alcance de la mano
en su constante ironía
tan tangible
y tan escurridizo
lluvia como perlas
en hilos de agua
expandiéndose
hacia un lugar más verdadero
donde una gota fugaz
me alcanzó
en su devoción”.
Karina Lerman, poeta, psicoanalista, maestra de idioma hebreo y docente, artista visual. Realiza proyectos de tapa e interiores en arte visual. Editó libros de poesía en Argentina y Latinoamérica. Gestora y curadora de antologías. Curadora en clínica de obras. Aborda temáticas vinculadas a los pueblos originarios, las infancias y la cuestión judía. Coordina el ciclo infantil De reinas batatas y Las flores de Circe. Dicta talleres de análisis de textos. Escribe artículos literarios y psicoanalíticos para Argentina y países latinoamericanos.
kariler1214@gmail.com
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Lala Altschuler, psicoanalista, escritora nacida en Uzbekistán, ha publicado, entre otros, los siguientes ensayos psicoanalíticos: «Lo exceptuado de la deuda», en «Las marcas de la Epoca». Publicación del Seminario Lacania-no, Buenos Aires, 2000. «El objeto voz», cap. del libro: «Aun los niños: Psicoanálisis y subjetividad del niño en nuestra época», Alicia Hartmann y otros. Letra Viva. Buenos Aires, 2003. «Del pequeño Hans: Historia, Viasitu-des, Destino». Revista Fort-Da N° 10, Internacional, celebratoria de los 100 años del primer psicoanálisis de un niño, www.fort-da.org, 2008. «De la transmisión y sus destinos», Revista Encuentros, Publicación del Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires, Dist. 15. «De la indefensión subjetiva al dibujo como escritura del sujeto», Revista Imago Agenda, Letra Viva, 2012. Coordina desde el año 2009 un grupo de Investigación: «El dibujar de los niños en la experiencia psicoanalítica, del trazo a lo litoral’, en el Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires, Dist. 15. Tiene en preparación un libro de cuentos: «Un día, la eternidad» de próxima publicación.