Laura Lescano: «Historia de una palabra. Apasionada etimología de AMOR»

Amor propio, pasional, compasivo, vocacional, filantrópico, erótico, devoto, sentimental, familiar… Sí, tenemos muchos modos de definir los “amores”. Pero una única palabra: amor.

(Foto: Estatua del dios Eros)

Esta palabra la heredamos del latín: «amor, amoris», que viene a su vez del verbo «amare». La raíz «ama», significa “madre”, y puede tener una lectura como “necesidad ineludible de lo esencial”. Pero eso es el latín y hoy hablamos de Grecia.

Allí (y en Roma) se originaron gran parte de las nociones, ideas, modos y valores que aún manejamos, vivimos y concebimos como “dados” y “eternos”.

Sonrío y recuerdo ahora el título de un tango de Héctor Stamponi y Homero Expósito: “¿Qué me van a hablar de amor” y sí, va muy bien con los griegos.  Porque si existió una civilización que pensó y filosofó sobre el AMOR  fueron ellos. Su literatura, pensamiento y mitología nos muestran innumerables modos de concebir esa idea. Y también su idioma. Tantas palabras para definir variedades de AMOR revelan una vocación hacia la perfección y la necesidad cultural de definir, de explicar, de entender, de darle vida y nombre a todo aquello que experimentaban. Veamos, entonces, qué palabras utilizaron los antiguos griegos para hablar de amor:

– PHILIA (filia): El Amor sublime para los griegos. La camaradería y la buena fe lo sintetizaban. No implicaba sexualidad aunque sí pasión. Lo utilizaban para definir los vínculos entre amistades, compañeros de viajes, afiliación política (en la misma palabra “aFILIAción” está la idea), búsqueda del bien común y ciudadano, vínculos entre guerreros y devoción a los dioses.

– EROS: De “eros” proviene nuestro término: “erotismo”. Éste era el amor sexual, el deseo, el impulso creativo (sí, también), la fertilidad ligada a lo reproductivo y la pasión en todas su formas. Un amor impulsivo y volátil. Qué irrumpe, abraza, pero que también puede desaparecer súbitamente. Este era el “amor peligroso” para los griegos. El amor descontrolado, el amor sin permanencia.

– ÁGAPE: Esta palabra nos habla del amor incondicional y reflexivo, cuyo objetivo principal es proporcionar el bienestar al ser amado… que puede ser una persona o toda la Humanidad. Es el amor altruista, el amor que brinda y no pide, que es compasivo y empático. Lo vinculaban a la vocación y al pensamiento.

– STORGE: Con esta palabra se referían al amor familiar. En particular al sentimiento entre madre/padre e hijos, y viceversa. Es bastante cercano a la idea de “philia”, pero bien específico. También lo usaban para referirse a dos sentimientos poderosos y llenos de ternura: el amor hacia una mascota y el cariño presente en las amistades de la niñez.

– MANÍA: Este era un híbrido peligroso. Tenía que ver con la obsesión y la locura producto de un desbalance entre el “eros” y la “philia”. El amor “maniático” impulsaba comportamientos de codependencia, celos extremos y violencia. Quien lo padecía se consideraba con bajísima autoestima y con extrema necesidad de aprobación por los demás.

– LUDUS: Es bastante cercano a “eros”, un paso previo, quizás. Como nos sugiere la palabrada es un amor un tanto lúdico. Es el juego del flirteo. Era el amor súbito que se establecía en una pareja al inicio de una relación.  El “ludus” es la pura atracción, aquella que tal vez nos conduciría al “eros”.

– PRAGMA: Un sentimiento muy respetado por los griegos. “Pragma” es el amor que ha madurado, que perdura y que es común en amistades o parejas que llevan varios años juntos. Es un amor complejo porque implica reciprocidad y compromiso de los involucrados. No se puede sentir “pragma” solo. Es de a dos, mínimo. Implica paciencia, tolerancia, entendimiento y durabilidad en el tiempo.

– PHILAUTIA: Los griegos entendieron que para poder dar y demostrar afecto hacia otras personas era preciso valorarse a sí mismo. A esto llamaban: “Philautia”, es decir el amor propio. No era egoísmo, ni vanidad, ni narcisismo. De hecho este último era la forma envilecida u opuesta de la “philautia”. Ésta se definía por la satisfacción con lo que uno hace, la autocompasión y el auto-entendimiento.

– PHILEO: Tiene que ver con un sentimiento individual, con la forma en la que nos sentimos frente a los demás, con nuestro impulso de vincularnos a un otro. El “phileo” era una sensación pura, cálida, muy ligada al deseo de entablar una amistad.

– XENIA: Una hermosa definición de amor. Tiene que ver con el cariño de la hospitalidad. La palabra “xenia” hacía alusión a la relación que se establecía entre el anfitrión y su huésped.

El AMOR como concepto ha sido considerado desde infinidad de ángulos a lo largo de los siglos: el cultural, el científico, el histórico, el social, el literario, el filosófico, el mitológico, el psicológico. Por eso sería imposible hacer aquí una síntesis de tantas ideas. Sin embargo es posible –y creo, interesante- pensarlo así, desde la filología, desde el lenguaje mismo. Porque aquello que se nombra y define revela mucho de cómo un determinado aspecto humano ha sido pensado, recortado y vocalizado en cada cultura.

Laura Lescano, historiadora, docente. Orientación en historia intelectual, análisis de discurso histórico e historia de las mentalidades.
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