
qué poco que pido cuando me conformo
con esta calma de vaca que pasta
contemplar la llanura
las variantes del clima
el alimento suficiente
y no pensar
el brete-el camión-el matarife
el gancho-el cuchillo-la heladera
nada de eso
elegir esta calma presente
una brisa agradable cruza el campo
mece el pasto abundante
hoy hay
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la presa que despedazan los perros
la que antes de saberse emboscada
mascaba el lento tiempo de la tarde
la que a fuerza de costumbre
había olvidado el miedo
confinada al absurdo de la supervivencia
gestando una prole que pronto aprenderá a escapar
que acabará alimentando a la jauría
como la presa
que siente en los dientes
la certeza de un destino
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cuánto hambre saciaste
cuando en verdad
sólo buscabas
tu alimento
y no era ése
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y sin embargo
roe el tendón de las horas
se llena la tripa con intrascendencias
cuántos mediodías
intentando descifrar un presagio
en el barullo de las chicharras
abrazada a mis rodillas
viendo hundirse las raíces azules de los relámpagos
¡ah!
todo ese devenir transcurrido
mientras un palito garabatea la tierra
dibuja el silencio
en el cielo raso del insomnio
cuando todo haya pasado
prendida a los últimos pelos de su rabo
qué no daré por recuperar algo,
algún ratito
para poder perseguir una palabra
es cierto
se alimentará también de mis poemas
y sin embargo
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hiciste tu pan
no sabías cómo
no pediste ayuda
audaz, como siempre
pusiste harina
levadura
clavos
lo que creíste que llevaba
vidrios amasaste
lo horneaste impaciente
el hambre
el hambre
todavía caliente
devoraste
no estaba mal
para ser que no sabías
hasta rico podría decirse
si no se pone uno quisquilloso
el hambre
hace el resto
ahora pagás tu arrogancia
indigesto
tu propio pan
te retuerce las tripas
reacciona el cuerpo con furia
lo expulsa
pero el daño ya está hecho
se te irá la vida en las arcadas
no hay nada más que sacar
salvo vos misma
el hambre
acabarás arrojándote
vomitándote
a vos
en el baño
en el suelo
y nadie tendrá la culpa
era tu pan
comiste de tus manos
confiaste demasiado
(Poema publicado en “Alto guiso. Poesía matancera contemporánea”, Editorial Leviatán 2016)
María Sueldo Muller, poeta.
María Sueldo Müller nació en Buenos Aires en 1980.
Trabaja como profesora en instituciones secundarias y terciarias.
Publicó los libros de poesía Propia Sombra, Ed. Cruz de Mayo (2004) y El dedo cruel de la sonámbula, Ed. El Cardo Azul (2017). Textos suyos fueron incluidos en las antologías Alto Guiso: poesía Matancera contemporánea, Ed. Leviatán (2016); Nada de Poesía: pequeñas antologías, Ed. Piedra al cielo (2017); Cartas desde Maule, cartas desde Buenos Aires, Ed. Inubicalistas, Santiago de Chile (2017); América, grito de mujer, Ed. Uniediciones, Bogotá (2017); Desde el aula: Ensayos, Ed. La brújula del Sur. La Plata (2018) y en varios suplementos y revistas.
Entre los años 2014 y 2016 participó del colectivo artístico Malapalabra con quienes publicó una revista mensual homónima.
En el año 2017 fue invitada al XI Encuentro Universal de Escritores “Vuelven los comuneros” en las ciudades de Santander y Bogotá, Colombia.
Desde el año 2015 participa del programa radial El puente: literatura y música, en la ciudad de Brandsen, donde reside actualmente.