Que me voy a poner unos zapatos a ver si me acordono el andar para no quedar con este tropezar siempre con la misma palabra. Alborotada la lengua me tiene acorralada con el cuento viejo de una desolación inconsolable. Ahhh pujáte la lengua me digo que se te desenrrolle el estribillo por el que suelo caerme de cabeza. A esta altura no concibo la importancia de los pronombres personales ni cuán personal me suena el yo o cuán ajeno. Un nuevo chiste para atarme mejor los cordones y no atarme por el cuello de los nudos mal hechos a lo largo de mi historia. Tú te me desenrrolles en mi lengua para no quedarme atorada en la poesía esférica circularidad de la historia muerta en el desenlace enlazar la frase para refrescar la boca de palabra a palabra. Tomo aliento lo nuevo no es más que lo viejo retorcido bricolaje de pedacitos de mis caídas para darle al cuadro otro horizonte. Raspadura en la rodilla mordisco en el cuello los besos púberes babosos y torpes entornar mejor la postura de la pierna para invitar un caminar a este mismo cuerpo. Buscar en el paladar blando eso que nunca supo resonar a ver si por fin me saco la papa de la boca y comienzo a hablar. Voy a vestirme de una palabra que se me derrame por la piel puntilla sobre los senos abecedario jadeante de un querer el movimiento y cada tanto una quietud donde hacer pie asomarme por la ventana a ver qué paisaje voy a recorrer en el mismo acto en que me vuelvo paisaje de unas manos otras.
Marina Posata, escritora.