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La impasibilidad de las cosas, su desapego frente a la muerte, nuestra pequeñez frente a lo Otro; pero también, una aterradora familiaridad con lo inhumano, con aquello que somos donde no somos.
De: “Dejando Santos Dumont”, Martín Ayos. Editorial Buenos Aires Poetry, 2018 Pág. 47
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Partir de mí, de ti. Desterrarse. Morir de alguna manera; morir de todas las formas posibles e imposibles. Volver a nacer infinitamente. Hacer que las palabras pasen, libres, ajenas a sí mismas, por todas las grietas del lenguaje. Liberar a las cosas de las generalidades del espíritu. Aprehender todo en su singularidad, en su inmediatez. Soñar las imágenes fuera de toda representación, captarlas en su plasticidad (las imágenes no hablan, las imágenes no dicen). Cerrar los ojos, quizás, o mantenerlos abiertos, para agujerear el interior hacia afuera; del vacío interior al interior del vacío. Ser un abismo en el abismo. Devolver toda la sensualidad al olfato, al tacto al gusto. Oír voces que no dicen nada, que cantan de un modo animal o inhumano. Esperar la noche en medio de la noche, vivirla en plena presencia del día. Desconfiar de cualquier plenitud que no tenga como base lo incompleto. Volver hacia ti, volver hacia mí, como alguien que está, pero se ha ido.
De: “Dejando Santos Dumont”, Martín Ayos. Editorial Buenos Aires Poetry, 2018 Pág. 49
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Partir para arribar, una y otra, vez a un no-lugar; a ese punto ya desplazado antes y después de la partida.
De: “Dejando Santos Dumont”, Martín Ayos. Editorial Buenos Aires Poetry, 2018 Pág. 51
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Desperté solo,
con la boca todavía llena de noche,
con la imagen de una selva incesante,
de una desmesura que me atravesaba el cuerpo;
preguntándome, como todos:
¿quién era yo? ¿qué habría sido del mundo?
Acaso, jamás se trató de ser Uno;
sino de sustraerse,
restarse a cero,
desplegarse siempre,
para siempre,
de modo irremediable e infinito.
De: “Dejando Santos Dumont”, Martín Ayos. Editorial Buenos Aires Poetry, 2018 Pág. 63

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Silencio. Más silencio. Silencio críptico, sepulcral. Profundo silencio de abismo,en el que no deja de caer. Se estrella contra el silencio como si se tratase del fin, de la muerte.
Pero el silencio lo precipita hacia otro silencio, más profundo que cualquier vacío, más lejano que cualquier ausencia: Es el silencio presente; siempre presente. Pero a distancia, como por detrás del habla.
Y después y antes y siempre, silencio que se diluye, eternamente, en el vacío en el que se despliega su escritura.
De: X, Ediciones Estigia, 1999-2000

Martín Ayos, poeta.
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