Miguel Ángel Rodríguez: «Cálido manto – Otra más»

Cálido manto

  Ayer por la noche, o, a decir verdad, hoy sábado cerquita de las 2 AM, urgido por una ansiedad tan cierta como ignorante de su causa, salí a caminar el barrio.
  Hice bien.
  Soplaba una brisa fresca y los pasos, sin consultarme, me llevaron por una via apacible, reconfortante.
  Crucé la plaza en diagonal. Tal sendero va regalando sucesivos planos y rincones de belleza pródiga; abriéndose finalmente hacia una gran superficie de cemento, rupturista en su fealdad indudable.
  Al encender un cigarro, metros más allá por la calle a la izquierda, percibí una extrañeza. En efecto, donde hubo durante años un Supermercado Chino, ahora se yergue un Templo Cristiano.
  Algo en la bonhomía del cartel que lo anuncia me generó perturbadora gracia. Así reza:

Otra más

27 de enero de 2024.

  Las jornadas precedentes al robo del diamante construyeron una ingeniería coral exacta. Accedimos desde el techo por un boquete impecable, timando cada defensa. El domicilio otrora pituco de la tía abuela de Colo Tarto, lindero a la joyería tres locales de por medio, fue cabecera logística y también escondite donde resolvimos ocultar la piedra unos días hasta que el asunto enfriase. Pronto la poli desplegó recursos en una caza vehemente, aunque sin dar pie con bola.
  El martes a las 8.15 toqué timbre dos veces. Primeros en llegar, Filo y Colo Tarto estriaban ida y vuelta el living de la vivienda con la testa gacha, cual presos vencidos.
La Belu: ¿Y por qué esas jetas de fatalidad, che?
Filo: Por los hechos. Perdimos el diamante.
La Belu: ¿¿¡¡¡Qué!!!?? ¿¿¿¡¡Cómo!!???
Filo: Doña Herminia Láinez de Mujica, hurgando el último cajón del armario tras un objeto que no recuerda, se topó justo con el estuche, lo abrió, concluyó por su verdor que contenía la dentadura postiza de su difunto esposo, asqueada lo arrojó de inmediato en la bolsa de basura, que luego pasó del cesto al conteiner de la cuadra, y de este al camión que vuelca todo en su gran boca para deglutirlo en tránsito a su deposición final. Eso habría sucedido anteayer tipo 21 horas.
La Belu: ¡¡Joder…!! ¿Y tu nona?
Colo Tarto: En el co, en el comedor de la co, de la cocina amor, amordazada.
Filo: Ya la apreté: no miente.
Colo Tarto: Hay que organ, organizar otra es, tra trategia. Lo primero es tran, es tranq, tranquiliz arse –dijo más rojizo y tartamudo que de costumbre, mientras por fin lograba rascar con frenesí el picor urgente que padecía entre el borde y el interior profundo del upite-.
Filo –acariciándole la nuca-: No te exaltes, mi frutillita.
Ancho: Paremo´, eh; veamo’. ¿Vo´qué decí’, qué pensá´, Chino Sabio?
  Viré hacia él; lo percibí espiritualmente abismado, girando el tambor del Smith Wesson con ancestral inmensidad.
Chino Sabio: “Al desprenderse, la hoja otoñal cae despacio pues el aire la mece.”
La Belu: Mmm… ¿O sea…?
Chino Sabio: O sea que antes de que la hoja llegue al piso voy a matar a esa vieja boluda.
  En cinco pasos trascendió el living, en dos –que no vimos- estuvo a un metro de ella. Entonces, el disparo. Cuando arribamos al comedor Doña Herminia descansaba sobre el suelo de cerámicas, su cuerpo igual que días antes, aunque ahora sin cabeza, desperdigada en la extensión sanguinolenta del habitáculo.
  Fue Filo quien me preguntó, auscultando curioso un pedazo de sustancia medio fofa, recién sujeta por los dedos pulgar e índice de su mano diestra:
Filo: ¿Ésto, es un cacho de cerebro?
Yo: Deduzco que sí.
Filo: ¿Por?
Yo: Porque parece batir “Yo que ustedes borro toda huella y rajo volando”.
  Los arrié hacia la puerta, abrí las perillas de las cuatro hornallas y del horno, manoteé una botella de alcohol que había junado esparciéndolo a babor y estribor, me santigüé pidiéndole a Dios por el alma de la muerta, acerqué la llama del Zippo, y salimos.
  Desde la vereda de enfrente el espectáculo lucía dantesco.
La Belu: ¡¡Guau, lo que acabás de hacer!!
  Recorrimos la distancia entre Recoleta y Villa Corina sin emitir palabra, como si asimilar la realidad impusiera el silencio. Paré en la pizzería Oscura. Colo Tarto retornó con las compras (pizza, empanadas, birra, merca) y a cuatro pasillos de allí, nuestro aguantadero.
  Con la tele de fondo –la CGT1 confirmaba para la fecha siguiente un primer paro negociador contra Milei2– fuimos evaluando posibilidades y circunstancias. Por lógica, el último eslabón camionero en la trazabilidad de la joya sugería una acción tentativa: ir por Hugo Moyano3.
  Nada mal.
  Sin embargo el debate prosiguió. Hasta concluir cada uno y todos en la conveniencia de dar por perdido lo perdido. Y luego, que resultaba rotundamente más genuino o sensible a nuestro ser, concretar ahora el plan ya diseñado de ir por Luis Andrés “Toto” Caputo4.
  Siendo así, eso hicimos.
  Inteligente el ñato. Aunque mucho más garca que despierto y tan garca como delator cautivo.
Chino Sabio -apuntándolo con el revólver, junto a un incienso-: “Falta en tu padre y eres su deuda, incontable bajo la lluvia el canto.”
La Belu y Colo Tarto –repetían danzando a su alrededor tras máscaras de Alexandre DeLarge5 y Nicolás Caputo6-: “I´m singin’ in the rain, just singin’ in the rain…7
  La mano de Ancho es pesada; la cuchilla de Filo, cruel. Se divirtieron un largo rato. Después, se encarnizaron.
La Belu, Colo Tarto y Chino Sabio –bailoteando con máscaras de Cristina8, Mauricio9 y Milei10-: ¡Viva la Patria! ¡Viva Punta del Este11! ¡Viva la libertad carajo12!
  El botín abundó en dólares, euros, oro y alhajas.
  Tal lo acordado, nos retiramos dos en cada coche hacia tres nortes distintos.
  Por la R 913 casi sin tránsito, cerca de las cuatro y veinte de la mañana, a unos setenta kilómetros de Buenos Aires llegando a la Shell en la entrada a Carpinchos de Otamendi, ella deslizó:
La Belu: ¿Hacemos un alto acá, dale?
Yo: Claro; aunque el tanque está casi lleno, mujer.
La Belu: No propongo cargar nafta. Quiero, hombre… que me des fuego.
  Adoro cuando dibuja esa cara pícara. Y me gusta satisfacerla. Minutos más tarde la estación de servicio ardía como jamás Troya ni Roma ardieron.
  Volví al auto. Apoyados sobre el capot compartiendo un cigarro, el disfrute con deleite de la explosión postrera.
  De ahí hasta el límite con Brasil mudamos de vehículo varias veces, por si acaso. El último lo afané en un paraje de Misiones llamado Salto Encantado: muy bonito, les recomiendo visitarlo. 
  Atardecía al iniciar el cruce del Uruguay. Sus aguas de cauce joven corrían inquietas; por sobre ellas, bandadas de pájaros volaban coreografías surcando el horizonte. A mitad de trayecto el tipo que nos llevaba en canoa, un referido, se puso ambicioso, denso. Tuve que encargarme de él y echarlo al río.
  Ya en tierra procuramos una camioneta hasta recalar algo después en un petit motel apartado de la ruta. Nos sentíamos cansados, pero aún con adrenalina habitándonos.
  La Belu salió de la ducha encendida. Es única su forma de hacerse a mi querer. También, y especialmente, en la cama.
  Cual «brunch» sabrosos boliños de dorado. Restan seiscientos kilómetros por caminos de empalme rumbo a Guarda Do Embaú, pueblo amigo que nos guardará durante tres o cuatro lunas.
  Y si todo sigue bien, regreso a nuestro hogar desde la pandemia hasta hoy; una casa noble en madera y vidrio con vista al océano más allá de Trancoso, comunidad donde solemos transcurrir los días con bonanza, tropiezo, soltura.
  ¿Cuándo volverá a picarnos el bicho de tornar a las andadas?
  Quizás haya en nuestro modo de gozar la vida cierta adicción extraña.
  Pero lo estrictamente loco -¿lo advirtieron?-, es estar vivo.
  A veces pienso que a La Belu y a mí el paso del tiempo ya nos empezó a sosegar, a moderar. Por ejemplo, desde la hora cero del año ocurrido, luego de practicar surf o hacer el amor, fumamos a medias un solo cigarrillo, compartiéndolo calada a calada. Fue una decisión conjunta, conciente. Dicen que el tabaco daña. Y para nosotros, la salud, primero.

  1. Central General de Trabajadores. ↩︎
  2. Javier Milei, actual Presidente de la República Argentina. ↩︎
  3. Histórico líder del Sindicato de Camioneros. ↩︎
  4. Ex Ministro de Finanzas del ex Presidente Mauricio Macri, actual Ministro de Economía del Presidente Javier Milei; endeudador serial. ↩︎
  5. La naranja mecánica, película dirigida por Stanley Kubrick (1971). ↩︎
  6. Padre de Luis Andrés “Toto” Caputo. ↩︎
  7. La naranja mecánica, película dirigida por Stanley Kubrick (1971). ↩︎
  8. Cristina Fernández de Kirchner, ex Presidenta de la República Argentina. ↩︎
  9. Mauricio Macri, ex Presidente de la República Argentina. ↩︎
  10. Javier Milei, actual Presidente de la República Argentina. ↩︎
  11. Ciudad veraniega en la República Oriental del Uruguay, predilecta del empresariado top argentino. ↩︎
  12. Grito identificatorio de Javier Milei y sus fans. ↩︎
  13. Autopista/ruta conocida como «Panamericana». ↩︎

Miguel Ángel Rodríguez, escritor, psicoanalista.
licmar2000@yahoo.com.ar

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