Norberto Jansenson: «La mano mágica»

Llevados por el disparador del presente número de la revista, por el goce que nos genera la magia y por el estilo peculiar de Norberto Jansenson, decidimos contactarlo. Para nuestra sorpresa la fecha coincidió con el lanzamiento por Híbrida Editora de “La mano mágica”, relato de su historia con René Lavand, de quien fue discípulo y amigo. Así nos encontramos con los naipes de un libro –al que no le faltan intimidad, gracia, oquedades ni ternura-.
Reproducimos la charla con su autor.

Devenir111. ¿Nos presentás tu libro, para que nuestros lectores sepan de algún modo con qué se van a encontrar?
Norberto. “La Mano Mágica” es un libro en el que yo comparto, a través de trece relatos, un resumen de mi experiencia con un maestro más allá de los trucos de magia, intentando mostrar diferentes aristas de su personalidad. En general lo que más padezco cuando leo sobre la vida de tal o cual figura es que el punto de vista que se elige para retratarlo o retratarla es bastante angosto, siempre me quedo con ganas de conocer otros aspectos del personaje. Cuando vi la película sobre la vida de Elvis Presley sentí que me mostraban una parte muy sesgada, que el autor elegía detenerse sólo en algunos rasgos de la vida de Elvis. Por esa razón, en “La Mano Mágica” muestro distintas facetas de René, desde lo artístico, lo humano, lo oscuro, lo divertido, lo creativo; también desde su autocrítica y de lo profundas que eran sus reflexiones sobre su trabajo. Uno puede, a través de su lectura, hacerse un universo acerca de la persona de René Lavand y no sólo de un aspecto de su vida. Intento retratar a todos esos René que yo conocí a lo largo de veinticinco años, en trece capítulos.

Devenir111. Si bien en tus presentaciones, el relato, la palabra hablada tiene una incidencia notable, no es lo mismo eso que escribir. ¿Cómo fue el proceso de escritura de este libro?
Norberto. Primero diría que, casi, me obligaron a escribirlo; no era un deseo que yo tuviera. Resulta que estaba haciendo un taller de escritura y la persona a cargo de él me pidió que, como un ejercicio del taller, escribiera una historia sobre mi maestro René Lavand. Después de leerla frente a mis compañeros me dijo: – ¿Para la semana que viene hay otra, no? Escribí otra y cuando iba por la tercera y creía que ya no tenía nada más para contar, ella me dijo -¡Mirá que acá hay un libro! Y si vos no lo escribís, va a haber otra persona que lo haga. Eso me terminó de convencer y salió “La Mano Mágica”. Yo ya había escrito un libro veinticinco años atrás, dirigido a magos y gente vinculada con la magia para presentar en una gira que hice por México y España; pero no me quedé contento con ese libro pese a que se vendió muy bien; sentía que estaba mal escrito, que nunca se hubiera convertido en una obra literaria. Con aquello que me brindó el taller más lo que fui estudiando, sentí que no sólo tenía el derecho de compartir mi historia con mi maestro, sino que también tenía las herramientas para convertir esa experiencia en literatura, que era lo que más me interesaba. La historia de mi vínculo con René me pareció potente para escribir porque es un personaje muy rico. Cada capítulo del libro tiene su tono, su punto de vista, su foco narrativo; y aunque cada uno haga honor a diferentes escritoras y escritores, además, en su coherencia y consistencia se nota que el narrador es siempre el mismo.
Devenir111. En cierta instancia del relato, precipita un poema. ¿Escribís poesía, cómo te llevás con ella?
Norberto. Ese poema fue una forma posible para expresarme en ese momento del libro y para dar a entender que lo que yo estaba viendo en esa instancia no seguía por los mismos carriles… Fue un recurso literario que utilicé para romper la prosa; porque es muy difícil poder contar con palabras algo que no se puede contar con palabras, transmitir algo que te sacude de tal forma que te hace sentir que estás en otro mundo. Me gusta mucho la poesía, leo mucha poesía, he escrito algunos poemas; pero siento que aún carezco de una formación más rica respecto a ella.
Devenir111. Iniciando el libro contás que en cierta ocasión el dueño del lugar donde venía presentándose René, le responde que a diferencia de la fecha anterior él no iba a ocuparse del sonido, ante el regreso del operador encargado. A lo cual René acota: “-Menos mal. El sábado el público tuvo que padecer a un prestidigitador manco y a un sonidista sordo. ¡Es pedirle demasiado a la pobre gente!” ¿El sentido del humor de René era ese?
Norberto. René tenía un gran sentido de humor. No era su modo, el carril que elegía para expresarse y comunicarse con el público –aunque a veces el humor aparecía en los shows-. Pero podía ser muy divertido y utilizar diferentes recursos para el humor. Generalmente tenía una mirada aguda, y ante algunas cuestiones que podrían haberse prestado para la dramatización, él decidía conjugarlas por el lado del humor. Aún en circunstancias complicadas era capaz de hacer un chiste, incluso para no quedarse con la angustia del mal momento.
Devenir111. ¿Y la música era un condimento especial en sus shaws?
Norberto: No tanto durante el show; pero sí al final, cuando él contaba una historia; aunque a veces ni en ese momento usaba música. En el único momento en que siempre la había era durante la experiencia de por qué se intercalan solas las cartas rojas y las negras, que era el concierto N° 21 de piano de Mozart. Decía que durante ese acto él no hacía nada más que seguir la cadencia de la música. Pero no utilizarla tanto durante su espectáculo aliviaba mucho su trabajo porque cuando uno va a presentarse a un lugar nuevo, se trabaja con gente que no es de tu núcleo y resulta muy difícil, casi imposible, que se pueda articular correctamente la música con el efecto que se está haciendo.
Devenir111. En un momento te referís a la palabra “truco” como un término quizás vulgar, que vos no usás. ¿Cómo le llaman los magos a eso que hacen?
Norberto. Es general, no usamos la palabra truco, preferimos decir “efectos”. Es verdad que a veces utilizamos la expresión truco porque nos permite entendernos con personas que no forman parte del mundo del ilusionismo. Porque si vos decís que vas a hacer un efecto, la gente no sabe de qué estás hablando, en cambio si decís un truco todos comprenden perfectamente.

Devenir111. ¿Cuál es tu posicionamiento respecto a tus maestros, a quienes te han dejado una marca, te han transmitido algo?
Norberto. Cuando vengo a comer o a tomar algo a este lugar, por lo general tengo los auriculares porque estoy escuchando música. Al acercarse la camarera me los quito para poder comunicarme con ella. No es un homenaje hacia ella, simplemente una muestra básica de humanidad y de respeto. A mí me dicen que soy muy agradecido con mis maestros o que los homenajeo; pero no lo hago como algo determinado a agradecerles o para homenajearlos, sino que es una forma lógica o adecuada de poner en juego lo que forma parte de mí. Vivimos en un mundo que abandona permanentemente al otro, a lo otro. Hay gente que forma parte de tu vida, tiene que ir con vos a donde vos vayas. Están en mí y yo los llevo. Puede ser que eso se parezca a un homenaje; pero ¿qué otra cosa podría contar que no fueran las historias de quienes me enseñaron, me recibieron en sus casas, me acompañaron y me transmitieron la mayoría de las cosas que sé, de quienes me formaron como artista y como ser humano? Hay algo natural como el saludo o el sacarse los auriculares para saludar a alguien. Lo digo porque a veces suele dársele una exagerada magnitud al homenaje o al agradecimiento. Yo creo que en un mundo organizado y ordenado no debería ser algo extraordinario. Es lo que todo el mundo debería hacer con sus padres, con sus maestros, con sus facilitadores. Por ejemplo, creo que la ciudad de Tandil tiene una deuda con René Lavand, porque él fue un representante muy importante; la gente dice con mucho orgullo -¡Nuestro René Lavand!, pero en un punto no es coherente con esa posesión. Por eso entiendo que “La Mano Mágica” es una obra que pone un poco de justicia sobre la figura de René Lavand, que de otra forma se perdería.
Devenir111. En el libro contás que al principio te costaba hacerle preguntas ¿A qué se debía eso? ¿Con el tiempo fue cambiando tal situación?
Norberto. Sí, es verdad, al principio me costaba mucho y eso duró bastante. Después, a lo largo de toda nuestra historia de maestro y discípulo, el vínculo fue cambiando hasta convertirnos en amigos… El día del último show que él hizo en Tecnópolis se le iba a entregar una plaqueta; ahí me pidieron que fuera yo quien se la entregara y así lo hice. Entre el momento de la entrega y el comienzo del show había un espacio de tiempo y nos fuimos a tomar un café. Estábamos Nora (su mujer), René, Emiliano (mi asistente) y yo. René le dijo a Emiliano que si tuviera veinte años menos me contrataría a mí para que fuera el director de sus espectáculos. Llegamos a tener mucha confianza y la relación era más de igual a igual. En una oportunidad nos habían ofrecido hacer un shaw a los dos juntos en un teatro y, cada uno por su lado, le dijo al productor que no. Ambos teníamos un espectáculo armado y consideramos ridículo desarmar algo para que encaje con lo del otro, no nos daba la sensación de que pudiéramos complementarnos. En el vínculo entre maestro y discípulo no hay mucho espacio para lo racional, y sí para lo vivencial; para respirar el aire que respira el otro, estar en presencia del otro, verlo comportarse en lo cotidiano y con el mundo. Un maestro es alguien que a uno lo contiene y lo acompaña en el caminar. No existe un -¿A dónde estamos yendo? Cuando uno ve el comportamiento del maestro y escucha sus silencios, es inútil preguntarle.
Devenir111. El relato que hacés del primer encuentro es precioso…
Norberto. Sí, ese encuentro fue muy especial.
Devenir111. En el transcurrir del texto, surgen señalamientos que vos le hacías a René, que él te pedía le hicieras al compás de construirse el vínculo entre ustedes. En principio pareciera que tales críticas no tenían que ver con las ilusiones, con los efectos en sí mismos, sino con otros aspectos del show…
Norberto. A veces sí había críticas referidas propiamente al efecto; pero el efecto es como si habláramos de las partes de un auto, no hay demasiado para cambiar. Los trucos de magia son algo básico; se pueden hacer mal de muchas maneras; pero cuando uno los hace bien, no hay muchos modos de hacerlo mejor y René los hacía extraordinariamente. No había gran espacio para criticarle en términos de una mejora en su aspecto técnico porque él los dominaba a la perfección. Es distinto con un principiante o con un mal mago. Sí había otros aspectos en los que se podía mejorar, porque uno no puede verse a uno mismo. Entonces es importante que haya alguien que te observe con espíritu crítico y positivo, para optimizar el espectáculo. Por eso yo quiero, con este libro que lo están leyendo muchos magos, meterme en esta idea de que hasta René Lavand necesitaba a alguien que lo critique para cosas grandes. Quiero decirles a los muchachos que no se puede solo, todos necesitamos a alguien que mire, se necesita pedir opinión, no alcanza con uno mismo. Apretás un botón y el truco de magia se hace solo. Lo importante es todo lo que está alrededor del efecto, la magia es la energía que se genera.
Devenir111. Narrás cierto cambio en tu relación afectiva con René, anudado a cierta crítica que le hicieras. ¿Querés/podés contarnos algo más al respecto?
Norberto. Mirá, gracias a Dios soy artista y no me toca a mí explicar algunas cosas de manera racional. Borges decía que hay cosas que solo se pueden contar a través de símbolos, con alusiones. La forma en que yo la cuento en el libro es como creo que esa experiencia debe ser compartida. No hay mucho más que aclarar con respecto a esa situación que se produjo, porque la transformación de los vínculos entre las personas nunca es racional, hay algo adentro de uno que lo impulsa a hacer algo que nunca hizo. A lo mejor se podría escribir una enciclopedia sobre ese impulso; pero para mí lo bello, lo mágico es que la persona se desborda de algo que, en realidad, no se sabe qué es y no se sabe por qué. Es una situación que ocurrió hace quince años atrás y las reglas de la literatura me permiten y en cierta forma me exigen rescatarla, reconstruir la escena con elementos más allá de la realidad tangible. Ahí es donde comienza a intervenir la literatura.
Devenir111. Volviendo a la magia, ¿ustedes tienen noción de que para nosotros que los estamos mirando, que vamos a ver su espectáculo, lo que hacen es increíble, que son seres sobrenaturales, que no pueden hacer las cosas que hacen?
Norberto. Sí; pero también sabemos que el que está diciendo eso, si consigue salirse cinco minutos de ese lugar de asombro o de admiración, va a decir: – Bueno esto él ya lo sabía, debe tener una lógica porque nada flota. O hay un hilo o algo que yo no puedo ver. El efecto bien construido, la magia bien presentada tiene que crear una especie de reverberación, una sensación que te haga sentir un poco mareado, y cuanto más te dure ese mareo, mejor para la experiencia que viviste. Si vos no ingresas en ese lugar del mareo, el siguiente truco no lo ves y te quedás enganchado con el anterior. En cambio, si esa reverberación continúa durante toda la experiencia a través de la palabra, de la música, de los efectos, de la puesta en escena, etc., cuando salís a la calle te das cuenta de que entraste a otro mundo. Eso es lo que yo busco y lo que René buscaba, sacudirte de tu realidad y crear una atmósfera, una sensación que se va contagiando para que cuando termine el espectáculo vos te vayas a tu casa como un zombi. Cuanto más dure ese estado, mejor será el trabajo que hacemos.

Devenir111. Referido al truco, al efecto, cuando vos vas a una convención de magos y entendés la lógica de lo que está haciendo tu colega porque vos también sos mago… ¿Ese saber de magia, te quita la magia?
Norberto. No, para nada. Lo que pasa es que yo no soy la persona adecuada para contestar esa pregunta desde el punto de vista del ilusionismo, que es lo que vos me estás preguntando, porque mi búsqueda es, por un lado, disfrutar del truco dentro de una atmósfera correcta y adecuada. Aunque yo sepa el truco, igual me transporto al mundo que él me propone. En el momento realmente estoy viendo flotar la pelota y me parece maravilloso y fascinante desde lo artístico. Sí me pasa algunas veces que el mago combina algunas técnicas que yo no logro percibir inmediatamente y cuando llego a casa me pongo a dilucidar la cuestión. De todos modos, para mí lo mágico está en otro lugar, en lo cotidiano, en el encuentro con otras personas, en la escritura. Quizás el hecho de conocer los trucos haga que no pueda disfrutar de una manera neófita cuando voy a ver magia; pero disfruto de lo cotidiano que es lo que quiero recrear arriba del escenario. La magia de lo que ocurre todo el tiempo. Lo que sucede es que estamos insensibilizados, entonces esa magia que pasa todo el tiempo no la podemos ver; entonces tenemos que ir a un teatro, tienen que apagarse las luces, aparecer un tipo de negro, para que digamos: -Ahh, acá va a pasar algo mágico. Pero lo mágico pasa cada tres minutos. Ojalá algún día no se necesite más el oficio del mago. Que cada persona pueda encontrar lo mágico que hay en su vida.
Devenir111. Una cosa es asombrarse con la magia, y otra es tener ganas de hacerla. ¿Cuándo surge en vos esa necesidad?
Norberto. No tengo ni la menor idea. Supongo que en la niñez. Pero no tengo una certeza acabada de cuándo ni por qué. Así como mi ahijada canta, pinta y dibuja, supongo que yo haría magia. No sé por qué no abandoné la magia así como mi ahijada abandona el dibujo o las muñecas o como yo mismo abandoné los rastis u otras cosas. No sé por qué seguí con la magia, no tengo respuesta para eso. Pero me pasó. Un día me di cuenta de que estaba haciendo magia para el cumpleaños de algún amigo mío o de mis padres. Tendría trece o catorce años. Es algo que fue sucediendo.
Devenir111. ¿Alguna vez dijiste que hay una magia para hombres y una magia para mujeres? ¿Por qué?
Norberto. No, no digo eso, digo todo lo contrario. Se ha malinterpretado algo que dije en un programa de televisión hace mucho tiempo, un poco por mi incapacidad para poder decir lo que quería decir, y también porque me tendieron una trampa en que yo, lamentablemente, caí. Entonces por los tiempos breves de la televisión y además con la edición, se me hizo responsable de haber planteado algo que no era lo que yo planteé. Lo que yo en ese momento dije es que las magas mujeres han padecido a maestros hombres que no podían verlas y no podían educarlas por lo que eran, si no por lo único que ellos sabían hacer que era entrenar hombres. Entonces en lugar de desactivar el piloto automático de la enseñanza de los trucos y verlas, escucharlas y confiar en ellas, les imponían un paquete de efectos, manipulación con cigarrillos, con cualquier otra cosa, vestite de frac, y las confundieron con los hombres en lugar de ser únicas, diferentes y auténticas porque su maestro no supo ver las diferencias o las distintas posibilidades. Lo que yo quise decir en ese programa era que las mujeres serían mucho mejores magas si hubieran tenido maestros que las entrenaran por quienes ellas eran y no por quienes ellos querían que fuesen; lo cual es válido para cada una y para cada uno.
Devenir111. ¿Disfrutás la función de enseñar?
Norberto. No sé muy bien, nunca supe bien qué significa enseñar, cuál es la función. No lo tengo muy claro racionalmente. En su momento armé una academia de introducción a lo mágico, quise filmar una especie de curso introductorio para principiantes con trucos básicos que cualquier persona pudiera hacer; y fue muy dura el recorrido porque había gente que venía por la curiosidad y por eso lúdico, brillante y encantador que tiene la magia; pero cuando se enteraban de cuál era el costo que había que pagar y cuánto trabajo había que ponerle y cuántas cosas requería lograr ese encantamiento, abandonaban muy rápido y no le dedicaban ni el tiempo ni el esfuerzo necesario. Me cuesta mucho transmitirle a otra persona lo que yo he adquirido. Sí considero que la docencia es un rol interesante. Habrá que ver en qué formato…
Devenir111. En algunos pasajes te referís a Nora, la mujer de René, y al modo en que ellos se llevaban. Lo hacés con mucho respeto y cariño. ¿Te pasaba eso, disfrutabas verlos?
Norberto. Sí, claro. Me gustaba compartir con ellos y sentía que eran un equipo armado que funcionaba muy bien. Sin conocer su intimidad, nunca los he visto discutir o pelear o estar en importantes desacuerdos. Siempre tuvieron una relación armónica, amorosa. Nora es una persona muy especial, actualmente sigue viviendo en Tandil, tenemos contacto tan frecuentemente como nos permiten nuestras posibilidades, tanto en Buenos Aires como en Tandil. Es una muy buena amiga y es una mujer muy valiosa para mí, una persona muy querida.
Devenir111. A lo largo del libro evocás de modos diversos a “la falta” –más allá de que a René le faltara un brazo-… Entendemos que el ilusionismo tiene mucho que ver con la falta, con la diferencia entre invisibilidad e inexistencia, con hacer aparecer algo que no estaba, o desaparecer algo que había… También sabemos que tenés familiares desaparecidos. ¿Ese lazo entre desparecer y desaparecidos te hizo ruido en algún momento?
Norberto. Hay una permanente falta en el ser humano, lo dice la psicología básica. Un deseo que no se puede satisfacer y una permanente búsqueda de algo que no está o que no se tiene o que no se es, que es el motor de la evolución del ser humano. Si uno sintiera que tiene todo y que se es todo lo que uno necesita o desea, no habría ningún camino por recorrer. Se supone que todos tenemos un trabajo por hacer, un trabajo de desarrollo, de aprendizaje, de evolución que está basado justamente en la inconformidad, en ese hueco que hay en lo que no somos, en lo que no tenemos, en lo que no está. Mi vida, sobre todo por ser mago, está permanentemente habitada por lo que se ve pero no es, y lo que es; pero es sutil; y lo que se dice pero no se dice; lo que se muestra pero se esconde. Creo que lo que sucede en mí es que hay algo más natural o más naturalizado al respecto de las sombras, de las oscuridades. Hay algo de todo eso que en mi vida y en mi trabajo están siempre presentes. De la muerte, de la desaparición y de otro montón de cosas, al hacer truquitos, se habla muy superficialmente. Pero yo me meto un poco más, aunque no sea fácil, me permito habitar esos lugares. Si no se enquistan cosas y ahí se quedan muertas y enquistadas. Te lo pide la literatura, la actuación y la magia también. Por eso trato de abrir, para refrescar un poco.
Devenir111. A su vez, trazás una fina diferencia entre el engaño y la mentira.
Norberto. Sí… Hace a los escritores mentir, sin engañar…


Norberto Jansenson, mago, ilusionista.
https://www.instagram.com/jansensonmagia/
http://jansenson.com/

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