Carolina Graff: «La mujer al borde» -Palabras con acto-

Mujer de entre 40 y 60 años. Espacio en penumbras. Tiene la cabeza vendada. Bebe y fuma. Detrás hay: una ventana, como un cuadro, clausurada/ tapada o un televisor encendido.

-Que las ventanas estén cerradas. Eso quiero. La noche se fue muy rápido y me dejó cansada. No es que quiera alargarla. Lo que quiero es no querer. No querer nada. Desaparecer. Ahí afuera está el sol, dando a luz a todos los que sirven para algo y yo acá, apenas respirando y  negando el día. No me importa mucho, a mí me gusta destruirme y gozar. Es que afuera el mundo es una porquería, mucho ruido, mucho de todo, la gente siempre yendo detrás de algo. La famosa zanahoria delante de la nariz. Acá adentro también es una mierda. Más mierda. No hay nada delante, nada porqué seguir.  Yo tengo la televisión prendida las 24 horas, a veces la escucho otras solo está ahí, andando, para que el silencio no me devore. Hablan de política como de esperanza, en esta casa siempre fuimos peronistas, pero que bah, Perón nunca volvió y el barrio se cae a pedazos. También hablan de abortos. Acá vamos con la mujer del enfermero, es de confianza, nos criamos juntas. No sabemos nada de la ley. Ninguna ley. Si vamos al hospital nos rajan con carita de lo hubieras parado antes. No hay lugar. No, no. No señora no hay lugar.

Nadie nos salva.

(Aparece una zanahoria) Que? No. Yo no soy de esas. No soy como los demás. Soy diferente. Hay alguien que se crea único y diferente en este mundo? Nadie, solo yo y eso me hace especial. Soy la sensación. Me dejo llevar por el fuego. Hasta que el fuego me quema. Me quema de verdad. Me quema los ojos, el  pelo, las manos, el colchón. Prendiendo un pucho hermana. Así…pufff no lo pude parar. La llama fue larga. Maldito Candela amarillo. Es que caigo abajo muy muy abajo y me rompo toda. Toda. No tengo límites. Mis hijos se vuelven locos por rescatarme o los vuelvo locos yo hasta que llegan como ángeles guardianes y me curan las heridas con amor y Pervinox, entonces me olvido de que crecí. No me gusta ser grande, prefiero ser la hija de mis hijos. Para que los parí? Que me cuiden. Yo les di  teta hasta los dos años  y todas las vacunas, a todos. Nadie me enseñó y eso que fui a colegio de monjas. Que me cuiden, será solo por un rato, después me canso, soy dulce como el limón y me gusta coquetear con los hombres. Enseguida quiero escapar, como antes, cuando era una princesa de pantalones ajustados y botas con flecos, bien ajustados, y andaba por los techos escapándome primero de mi abuelo, después de mi primer marido. Hasta que un día me atraparon y me apedrearon de por vida por astuta, infiel y amoral. Siempre me gustó escapar aunque ahora ya no puedo correr. Nos cortaron a lo Maradona dirían mis piernas, y sí, a golpes en la existencia me las cortó el infeliz que conocí después. Pero ese es otro tema… él se iba, los nenes se dormían y yo me quedaba copita tras copita. Una vez tomé tan hermosamente que llegué hasta la luna, las burbujas me hicieron pum..epa… me quité la ropa y nadé como una sirena en la pelopincho de lona azul… los chicos dormían, el espiral los cuidaba, la luna estaba llena y yo subí subí subí… -Señora disculpe pero no se permiten borrachas mayores  por acá… vuelva en su próxima vida. No volví nunca más ni voy a volver. Me prefiero asfáltica. Que se vayan a la mierda todos los lunáticos caretas que no se animan a perder la cabeza  y brillar de verdad. Brillo, lentejuelas, psicosis. La libertad de la destrucción. Bueno, después me  tomé varios Alplax y listo. Me olvidé de todo. De la luna, de los chicos, del amor. Suelo tomar la tableta entera hasta que me tumba. Entonces me voy. Es un hueco sin sueños. Nada nada nada, el mundo del Alplax es como un garrote en la nuca. Y cuando vuelvo… soy una muñeca de trapo viejo que llora sin lengua, lengua blanda, músculo sin fuerza ni piedad, mucho menos puedo pensar, soy un espasmo  y lloro, cómo lloro!… y si tomo más pastillas con un poquito de vino empiezo a insultar. Insulto fuerte, se me desfiguran los ojos parece que se me van a salir pero es el corazón el que se me sale, el que sangra y blasfema verdades, verdades profundas que solo el delirio se atreve a sacar.

  Antes tomaba y bailaba. Amaba bailar sobre las mesas, entre la gente, reír y reír. Ahora tomo y me caigo. No vomito. Tengo acidez y diarrea. Ya nadie me aguanta, que se jodan, yo tengo el alma aturdida y me gusta yirar para no pensar. No quiero pensar, no quiero hurgar en mis agujeros. Y los que no me juzgaban se empezaron a morir. A Yeni la mataron, pobre Walter, en su propio departamento, justo que andaba noviando con un lindo pendejo. El Pez, de un mes a otro chau, cáncer de Parissiene, tirábamos las chapitas de cerveza que íbamos tomando en el cajón. Dos días antes pasó por casa, estaba cazando cotorras con la gomera, la pucha, me dio un beso, un beso amargo de día de sol, él sabía… sabía. Y el último fue Palito, le salía sangre… Él sí que me ayudó, cuando no tenía un mango me ayudó el viejo. Traía churrascos y mandarinas. Ahora la única que me queda es mi gata negra, la reina de mi suerte en este trono de goma espuma maloliente.

  (Se pinta los labios) Sil keil. Es importado. Me lo regaló Palito un día que lo acompañé a cobrar la jubilación. Es que tengo estos labios tan carnosos, tan santiagueños!  Si hay algo que no tengo que perder es la elegancia. No les parece?

  Silencio.

 (Mira al público)  Alguien puede llamar a una ambulancia? Es que no me siento bien.

 Una ambulancia 117. Same. Díganle que necesito dormir, que necesito algo fuerte para dormir hasta que llegue la noche. Llamen a la ambulancia o que alguien vaya a la farmacia de acá a la vuelta, venden Alplax sin receta. Qué? Creían que estaba sola en esta demolición? (gesto de negación con la cabaza)

   Canta un coro de niños:

     Ella es la mujer del vientre

      tráe con su voz el sol 

    Ella toma las pastillas

    cuando se aburre del dolor

    Ella es la mujer del vientre

  trae con su voz el sol

    Ella es la mujer del vientre

   es la hija de los hijos que pario

                                                                                              Antepolonia


Carolina Graff, actriz, poeta y titiritera, oriunda del Conourbano Bonaerense, Carapachay. Integrante del elenco de titiriteros del teatro San Martín.

carolinagrafftiteres@gmail.com Facebook: Carolina Graff

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *