Osvaldo Lamborghini : «El Juky»

Le tengo terror a los demonios
quiero decir a los domingos
¡Querida!
La delicia se transformó en pura delicadeza
y la voluptuosidad: pudor.
A la gacela le crecieron alas.
Moteada de almíbar para las noches¡Dulzura!

en las horas matinales o medios días
se sala: igual al hornero, a Lugones,
limpia su casita.
¡Muñeca!
Es bueno irse a un país donde hay muchos troncos
y donde la “o” es un círculo, letra alguna,
pero
¡Piba!
si esos témpanos hablaran
esta pampa te diría
¡Otro hombre!
Y seguramente voy a matarlo con tus propias manos.

***

Y sin embargo soy Edipo
Un Edipo que besa los pies de su madre ahorcada
Que se cuelga de sus piernas para detener el bamboleo de ese cuerpo

Que cuelga de una cuerdaY arrodillado
Lengüetea Lame
Con su única lengua
Lenguaje posible
La vagina todavía tibia de su madre ahorcada

en el momento crucial.

***

Ligeras ganas de introducir pasmado

el remanido pene en la pátina vagina

y adorar luego la bóveda celeste.

Venían los griegos, esos niños inocentes de la peste.

Encendían el fuego y escupían las espinas,

no en un cuarto de hotel, no en éste,

que a manzana huele y a pornoshow deshabitado

por la más linda, por ella,

por la más bella,

por la más trina,

por la joya:

Helena, Helena de Troya,

Madre de Dios y bailarina.

El éxtasis y la dosis y la rima

y una clase de zorrino ensimismado

que igual tendré que dar mañana a pesar del pico.

Me gustaría ser judío

y mañero y transexual como el Espíritu,

y no este zorzal, este aeda marcado,

que huele a horror aunque se disfrace de Cupido.

Osvaldo Lamborghini, escritor.

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