Basta de carreras, se acabó la timba.
¡Un final reñido ya no vuelvo a ver!
de “Por una cabeza” Gardel y Le Pera
“El que juega por necesidad pierde por obligación”
¿Hasta cuándo guardaré estos boletos a ganador?
la trifeta con la que “no podés perder”
decía el negro Messina
y de esto sabía.
Tenía una amante dueña de un caballo que corría en Palermo
hasta que la mujer lo descubrió.
Hoy junta las pilas de la picana que los jockeys
arrojan en la curva antes de pasar por el paddock:
“para que no se contamine la arena”
dice.
“El 5 fue para atrás,
mirá la guita que me hace perder”.
Y me muestra como un kilo de boletos
con ganas de masticarlos.
También a mí me juegan para atrás los caballos.
Las apuestas que hice
en la arena de Palermo,
en la gramilla de San Isidro
a las patas de un pingo
tirando de este corazón
jugándose la vida a un final
de bandera verde.
¿Hasta cuándo morirán los caballos sin llegar a la meta,
hasta cuándo tanto final reñido entre sangre y papel?
Siempre termino comiéndome un poema.
Jugar con fuego
A todos los niños les gustaba jugar con fuego
y yo no fui la excepción.
De cualquier brasa armaba un incendio,
miraba por la ventana
encenizarse el cielo de toda la ciudad;
frotando cualquier ramita
ya era una fogata
en ella entraban soldados enemigos
ejércitos enemigos
todos los enemigos
y al tono inquieto
de mi falsa lira
cualquier chispa era una hazaña.
Una tarde
después de un asado,
después del rescoldo
me quedé solo con el fuego;
cuando ya estaba a punto
de incendiar otra ciudad
con ejercito
con enemigo
con todo adentro
casi con el último arpegio
donde distraje mis dedos
el espíritu del fuego
alzó su nombre
me miró a los ojos
y a toda llama
me dijo:
“Danito no juegues conmigo
que después a la noche te hacés pis en la cama”.
Daniel Quintero, escritor.