Yuleisy Cruz Lezcano: «Ensayo inconcluso (introducción a la poesía de Franco Fortini)»

Franco Fortini (verdadero nombre: Franco Lattes). El poeta nació en Florencia el 10 de septiembre 1917, vivió su juventud en esa ciudad, entrando en contacto tanto con los protagonistas de la temporada del hermetismo como con los intelectuales que antes de la guerra hicieron la historia de la cultura italiana, desde Eugenio Montale hasta Giacomo Noventa y Elio Vittorini.

Después de participar en la Resistencia de Valdossola se convirtió en redactor del «Politecnico», y desde el 1948 hasta el 1953 trabajó en Olivetti, donde continuó colaborando como redactor hasta los años 1960.

El poeta escribió para revistas y periódicos, entre ellos «Officina», «Quaderni rossi», «il manifesto» y «Corriere della Sera». En 1985 recibió el premio Montale-Guggenheim de poesía. Murió en Milán en noviembre del 1994. La producción de Fortini incluye no ficción, poesía, ficción, guiones, traducciones al verso y prosa del francés y el alemán.

Su obra poética está recogida en Fortini Fortini, «Tutte le poesie» (Oscar Mondadori, 2014); una antología de escritos de no ficción se encuentra en «Saggi ed epigrammi» (Mondadori, 2003). Las ediciones de Quodlibet incluyeron «I cani del Sinai» (2002, 2020), «Un giorno o l’altro» (2006), «Lezioni sulla traduzione» (2011), «Dieci Inverni» 1947-1957 (2018), «Foglio di via e altri versi» (edición crítica y comentada, 2018), así como el catálogo razonado de la producción pictórica y gráfica «Disegno Incisioni Dipinti» (2001). Fortini ha traducido a Flaubert, Eluard, Doblin, Gide, Brecht, Proust, Goethe, Einstein, Queneau, Kafka.

La poesía de este autor es caracterizada de una descripción espacial que abunda de realidades, Fortini no es un autor típico italiano de la época, su poesía es universal y atraviesa el pasado, el presente y a veces regresa de nuevo al pasado, logrando imágenes que hacen vivir a través de su experiencia. Es cierto que no estamos en presencia de una poesía de apasionamientos y sí de palabras contenidas, medidas, pensadas, con una gradual tendencia al diálogo. Fortini conoce el arte de humanizar sus versos. Muchas veces obra el milagro de acercar el lenguaje del “Yo” a un tú, donde todo funciona en torno a ese diálogo, que en otras ocasiones se pierde para ganar el tono íntimo. Su punto de vista es el del hombre moderno que se pone delante de la historia, de los sentimientos, de los deseos, de la muerte, de la naturaleza, regalando con sus versos experiencias con altos niveles de realidad que trascienden la vida privada.

La poesía de este poeta busca un significado no solo individual sino público, con un lenguaje sencillo, lleno de valores, rico de alegorías, metáforas, parábolas, vocablos de origen bíblico, que a veces constituyen sus herramientas expresivas.

Fortini cuenta en su poesía una tradición, donde cada árbol tiene su propio espíritu, si con alma y mente libre lo miras con el amor y el respeto que merece. Así, al final, el espíritu del árbol puede hablar contigo y podrás penetrar en su esencia. A primera vista se puede ver cómo la naturaleza actúa como un depósito de imágenes de las cuales se pueden extraer ideas para construir símiles, para describir la realidad. Este es el caso de las frecuentes metáforas estacionales. Existe una especie de paralelismo entre las implicaciones sociales y los fenómenos atmosféricos. En esta dinámica, el figurativo «la naturaleza descrita» a menudo resulta inadecuada para describir lo figurativo. La naturaleza en su aparente sencillez recuerda una actitud contemplativa descriptiva en algunos de sus versos. Se puede leer cómo aparece el verdadero mundo sin fin, se puede percibir la riqueza cromática y la mirada que se acerca a la realidad.

Leyendo los poemas siguientes se nos sienta delante la “Epifanía” y podemos degustar como en algunos momentos el poeta nos deja percibir una claridad diferente o un sonido desconocido o una frase que nos abre relaciones ignoradas con las cosas. Las palabras con que están hechas las frases nos hablan de la vida, toda la vida; solo que ahora, mirando atentamente algunos instantes de todos los días, sabemos que ahí estaba una hormiga, una araña, un árbol, una flor que nos acompañaba. Conmueve cómo los versos traen vivencias.

Puede ser que el lector no haya visto su entorno así, y llega a estas visiones leyendo las palabras y los animales, los árboles, las flores, la naturaleza descrita por el poeta. La poesía de este autor poesía hace revelaciones y se puede aventurar una explicación: imagino que Fortini nos está conduciendo hacia lo no visible, hacia un adentro de relaciones otras entre las cosas, donde la poesía se vuelve un renacer y un morir en las cosas.

Los versos de este poeta son una fábula, una leyenda olvidada perteneciente a tiempos en los que hablar de naturaleza todavía tenía sentido. Hoy en día se escribe y se habla mucho de ecología, de naturaleza, de árboles, de hormigas, de rapaces, de pájaros, pero siempre o casi siempre se hace desde un punto de vista utilitario. En realidad, después de haber destruido o dañado de otro modo el equilibrio ecológico ante la casi total indiferencia de la mayoría, uno limpia su conciencia evocando conceptos elevados y nobles: ecología, verdor, pulmón verde de las ciudades, amor por la naturaleza, se vuelven palabras vacías detrás de las cuales se encuentran solo intereses políticos o empresariales. Delante de todo esto la poesía de este autor revela casi una vena profética. Se siente la impronta de su fuerza y de su hondura.

Lo primero que se puede decir es que los textos reunidos en este artículo no son sólo los de un gran poeta, son especialmente versos deslumbrantes por más de una razón. Esta poesía nos entrega una visión de los fragmentos, de las dispersiones, de las pérdidas, donde se percibe una oscura necesidad de intelección de un afuera que el poeta no acaba de sentir del todo distante, separado de la vida, como si solo pudiera explicarse su propio yo por el indescifrable cuerpo del mundo natural, matizado por sus intuiciones y cuestionamientos, que no esconden la oscuridad esencial de sus percepciones, ensombrecidas por vivencias reales.

Los árboles

Los árboles parecen idénticos,
los veo desde la ventana.
Pero eso no es cierto. Un árbol enorme
se rompió y ahora no lo recordamos.
Otros tienen una enfermedad,
la tierra no respira lo suficiente.
Los setos apenas tienen tiempo
para sacar hojas nuevas
y ya agosto las ahoga con polvo
y octubre con humo.
La historia del jardín y de la ciudad
no importa. No tenemos tiempo
para dibujar hojas e insectos
o sentarnos bajo la luz pura
por largas horas para trabajar.
Los árboles parecen idénticos,
la especie parece fiel.
Y en cambio se los llevan
muy lejos. Ni siquiera sale un silbido,
ni siquiera sale un silbido.
No hay necesidad de desesperarse,
mi hija, solo de saber,
mientras juntos miramos los árboles
y aprendes quién es tu padre.

Gli alberi

Gli alberi sembrano identici
che vedo dalla finestra.
Ma non è vero. Uno grandissimo
si spezzò e ora non ricordiamo.
Altri hanno un male.
La terra non respira abbastanza.
Le siepi fanno appena in tempo
a metter fuori foglie nuove
che agosto le strozza di polvere
e ottobre di fumo.
La storia del giardino e della città
non interessa. Non abbiamo tempo
per disegnare le foglie e gli insetti
o sedere alla luce candida
lunghe ore a lavorare.
Gli alberi sembrano identici
la specie pare fedele.
E sono invece portati via
molto lontano. Nemmeno un grido,
nemmeno un sibilo ne arriva.
Non è il caso di disperarsene,
figlia mia ma di saperlo
mentre insieme guardiamo gli alberi
e voi imparate chi è vostro padre.

Franco Fortini da Questo muro, 1973

Al leer estos poemas recuerdo esta hermosa cita de San Bernardo de Chiaravalle: “Lo que sé sobre la ciencia divina y la Sagrada Escritura lo aprendí en los bosques y en los campos”. La palabra de Fortini es una verde promesa.

Ojalá tus ojos pudieran ver
este cielo sereno que se ha abierto,
la calma de las tejas, la dedicación
del riachuelo de agua que se calienta.

La palabra es esta: la primavera existe,
la perfección combinada con lo imperfecto.
El costado del barco seco bebe
el aceite de la pintura, la araña trota.

Más adelante diremos lo que hay que decir.
Por ahora miren la hermosa curva de la adelfa,
los destellos de la magnolia.


Vorrei che i vostri occhi potessero vedere
questo cielo sereno che si è aperto,
la calma delle tegole, la dedizione
del rivo d’acqua che si scalda.

La parola è questa: esiste la primavera,
la perfezione congiunta all’imperfetto.
Il fianco della barca asciutta beve
l’olio della vernice, il ragno trotta.

Diremo più tardi quello che deve essere detto.
Per ora guardate la bella curva dell’oleandro,
i lampi della magnolia.
(Dal libro Paesaggio con serpente)

En el libro Paisaje con serpiente, la palabra poética vive entre fuerzas contrapuestas, se apoya en un extra- texto pictórico. La pintura deja señales en el suelo que no se conceden con la misma intensidad y velocidad comunicativa al lenguaje. Se puede observar, a veces, el retorno a las virtudes revolucionarias del Barroco. El gusto por los escenarios naturales que sirven de telón de fondo a acontecimientos épicos o míticos inquietantes, ofrece a Fortini la inspiración para un “modernismo antimoderno”, una especie de mundo opuesto dotado de una falsa armonía. Existe en el contrate un juego de reflexiones y engaños como de una realidad que se resiste a revelarse, escondida tras la apariencia de las cosas. Con sus compuestas, a veces sublimes, a veces atroces alegorías. Este autor propone un arte retórico alienante pero claro, rico en estratificaciones, pero sin halos, y congelado por una rigurosa excavación racional: es decir, una poesía que requiere un difícil ejercicio de inteligencia al persistir en sostener acrobáticamente la realidad industrial, la realidad del individualismo y de sus ideales junto a la alta cultura de la contemplación de la naturaleza.

La voz de Franco Fortini tiene el timbre inconfundible de una poesía dolorosa, pensada, trabajada por un silencio interior que se desvanece en un canto suave, es como si el poeta hablara consigo mismo; poesía que es también un fragmento de una conversación secreta entre el poeta y sus interlocutores imaginarios.

Por la noche me siento al borde del bosque.
Las fieras salvajes y tímidas buscan agua.

De vez en cuando, cuando alguien menciona un bosque o un bosque oscuro, pienso en estas dos líneas de uno de los poemas que más amo de Franco Fortini. Pienso en esa idea del borde, del margen, de un dobladillo que existe entre nosotros. Nosotros que habitamos un mundo ordenado, preconstituido que no está tan lejos del lado salvaje y «pre – civilizado» de la vida. Pienso también en esos dos adjetivos, salvajes y tímidos, las fieras, tan perfectas, esos dos adjetivos, tan lejanos y absurdamente “leopardianos” (de Giacomo Leopardi), risueños y fugitivos, los ojos de Silvia, que en realidad es Silvia, habitante del bosque. Sigo con la memoria la idea que el autor intenta trazar, el camino de nuestra relación cultural con los bosques y las selvas, con el lado menos ordenado de la vida. El bosque como lo opuesto al jardín; el bosque como lo opuesto al orden.

El mundo que describe este poeta es «estrecho», encogido, pero eso no significa que la palabra, que se convierte en esperanza (¿el «espíritu»?) a pesar del cambio de la vida, no deje de «viajar».

Primera carta de Babilonia

Al viejo que hace girar la piedra del molino
una vena se le rompe en la pupila
y la serpiente está cerca de la cuna.
Confundida en paja y polvo
está la sandalia de un profeta ridículo.

No es cierto que estamos en el exilio.
No es cierto que regresaremos a nuestra patria,
no es verdad que lloraremos de alegría
después de la última curva de la carretera.
No es cierto que seremos perdonados.

Por la noche me siento al borde del bosque.
Las fieras salvajes y tímidas buscan agua.
Miro la gran presa que construimos,
las luces de la central eléctrica, el avión descendiendo,
gente como yo que regresa a sus casas.

Los versos de este autor no llenan páginas con pretensiones formalistas ni de padre de la lengua italiana, son verdaderas indagaciones ontológicas, angustiadas hasta el centro mismo de la vida. En esta selección se puede leer una poesía auténtica, donde se ve siempre cómo se hace profundo el sendero que conduce hacia la realidad y cómo este puede alcanzar a revelarnos la belleza de la naturaleza cuando la miramos desde la poesía.

A los dioses de la mañana

El viento sacude laureles y pinos.
En las ventanas, agua abajo.
Entre el humo y las luces se ve
a ratos la costa, luego nada.
La mañana se refina en la habitación tranquila.
Un hilo de música rock, lápices, papeles.
Estoy feliz con la lluvia. Oh dioses inexistentes,
protejan al idilio, por favor. ¿Y qué más puedes hacer,
oh indulgentes dioses dormidos del otoño,
triste de follajes las sienes?
¡Qué majestuosos esos montones brillantes!
¡Cuántas hormigas ansiosas en las sombras!

Agli dèi della mattinata

Il vento scuote allori e pini. Ai vetri, giù acqua.
Tra fumi e luci la costa la vedi a tratti, poi nulla.
La mattinata si affina nella stanza tranquilla.
Un filo di musica rock, le matite, le carte.
Sono felice della pioggia. O dèi inesistenti,
proteggete l’idillio, vi prego. E che altro potete,
o dèi dell’autunno indulgenti dormenti,
meste di frasche le tempie? Come maestosi quei vostri
luminosi cumuli! Quante ansiose formiche nell’ombra!

(da Questo muro, 1973)


Este verso

– ¿Estás conmigo, rapaz? – Contigo, viejo.

Nuevamente la noche y la casa en su sueño.
Ya despierto, me acercaba a la ventana, y la abría
hacia las contraventanas de la terraza,
apoyaba mi frente en esa barandilla.

Más allá de los huertos todavía oscuros, las iglesias y los pináculos,
el cielo estaba claro sobre las ramas
de plátanos, encinas y laureles.
El diseño era rígido y preciso,
contra los montes, de cipreses y de golondrinas.

Por qué siento lástima por esa sombra, por qué
le ruego si veo
las huellas de pequeñas heridas
en las rodillas de los chicos y, recuerdo,
saboreaba entre los dientes las costras doradas
raspadas en mis cicatrices.
Aterrorizado por el mundo y por sí mismo
él apoyaba su sien contra el hierro.

Respondo que es piedad por lo que sucederá,
por el sufrimiento interminable que
dentro de tal esplendor un miedo
como una enorme bestia del cielo
anunciaba a aquel desgraciado tembloroso
en la felicidad que libera el llanto.
Desde aquí lo asisto, desde aquí ahora lo consuelo...

Luego, cuando las ramas del rayo cobran vida
en el maravilloso y sereno amanecer
la aparición lejana fue esperanza
al primer viento ya volando este verso.

Questo verso

– Tu conmigo, rapaz? – Contigo, viejo.

Notte ancora e la casa nel suo sonno.
Già sveglio, andavo alla finestra, aprivo
le imposte del terrazzo,
su quella ringhiera posavo la fronte.

Oltre gli orti ancora bui, le chiese e i culmini,
il cielo era chiaro in cima ai rami
dei platani, dei lecci e degli allori.
Il disegno era rigido e preciso,
contro i colli, dei cipressi e delle rondini.

Perché pietà per quell’ombra, perché
la scongiuro se scorgo
le orme di minuscole ferite
sui ginocchi dei ragazzi e, mi rammento,
gustavo fra i denti le croste brunite
raschiate alle mie cicatrici.
Atterrito dal mondo e da se stesso
Egli fermava contro il ferro la sua tempia.

Rispondo che è pietà per l’avvenire,
per il patire interminato che
entro tanto splendore uno spavento
come una bestia immane dall’azzurro
annunziava a quel misero tremante
nella felicità che il pianto libera.
Da qui lo assisto, da qui ora lo consolo…

Poi quando i rami al raggio si avvivavano
della meravigliosa alba serena
l’Apparita lontana era speranza
al primo vento già volando questo verso.

(da Composita solvantur, 1994)


La partida

Te reconozco, mordisco antiguo, volverás
muchas veces y luego la última:
recogí mi fajo de papeles,
preparé la carpeta con notas,
recordé quién no soy, quién soy,
el esquema del trabajo que no haré.
Me despedí de mi esposa que ahora respira
en el sueño siempre la vida pasada,
el dolor que apenas le he mitigado
con imperfecta, piadosa de sí misma,
ternura aterrorizada.
Escribí algunas cartas a amigos
que no me perdonan y que no perdono.
Y ahora a punto de dormir,
un dolor terrible me muerde
como hace mil años cuando yo era un niño
y lo llamaba Dios Señor, y Dios Señor es esta
aguja del mundo en mí.

Dentro de poco, cuando todavía el aire de los patios
fuma por la noche y sobre la ciudad
la brisa pone patas arriba los plátanos, bajaré por la calle
hacia la estación de donde salen los trabajadores.
Contra el río triste y de pechos vivo de ellos
a través de la esperanza móvil que se ignora y resiste,
me iré hacia mi tren.

La partenza

Ti riconosco, antico morso, ritornerai
tante volte e poi l’ultima:
Ho raccolto il mio fascio di fogli,
preparata la cartella con gli appunti,
ricordato chi non sono, chi sono,
lo schema del lavoro che non farò.
Ho salutato mia moglie che ora respira
nel sonno sempre la vita passata,
il dolore che appena le ho assopito
con imperfetta, di sé pietosa, atterrita tenerezza.
Ho scritto alcune lettere ad amici
che non mi perdonano e che non perdono.
E ora sul punto di dormire,
un dolore terribile mi morde
come mille anni fa quando ero bambino
e lo chiamavo Iddio, e Iddio è questo
ago del mondo in me.

Fra poco, quando dai cortili l’aria
fuma ancora di notte e sulla città
la brezza capovolge i platani, scenderò per la via
verso la stazione dove escono gli operai.
Contro il loro fiume triste, di petti vivo,
attraverso la mobile speranza che si ignora e resiste,
andrò verso il mio treno.
(da «Una volta per sempre, poesie» 1938-1973)

Fortini en el poema anterior demuestra como la corriente lírica puede tratar el tiempo como una dimensión existencial.  Según Guido Mazzoni la poesía de Fortini, conservando su propia irreductibilidad, encaja en la gran familia del clasicismo lírico moderno, junto con Montale, Luzi y Sereni. ¿Cuáles son, entonces, los rasgos específicos de la poesía lírica fortiniana?

En primer lugar, su escritura va claramente en contra de cualquier concepción órfica y sacerdotal del arte. La poética de Fortini no usa comunicaciones místicas con el Absoluto ni con el inconsciente; sus versos no son una alusión asintótica a la “nada” ni un flujo imparable, ni una transcripción vitalista completamente plena. El surrealismo y el hermetismo, aunque evitados (especialmente el primero, en la versión más politizada de Éluard), son finalmente rechazados en sus versos. Para afirmar su posición contra la disolución fantástica de la realidad, contra la larga tradición del simbolismo europeo y contra las tesis de Hugo Friedrich, Fortini reitera que las técnicas expresivas y las herramientas retóricas tienen siempre una génesis social e históricamente determinada, diciendo: «el lenguaje poético […] no es una primera lengua», pero es una segunda o tercera lengua respecto al código cotidiano o respecto al código de toda la cultura»; por lo tanto, las teorías «sobre la poesía como lenguaje de los dioses o verbo original» son sólo «mentiras»[12].

Como consecuencia, Fortini es ajeno al culto a los orígenes, tan propio de tanta poesía lírica moderna.

Las plantitas …

Las plantitas vienen a mi encuentro y me dicen:
"Tú, lo sabemos, no puedes hacer nada por nosotras.
Pero si quieres entraremos en tu habitación,
las ramas y raíces entre los papeles tendrán salvación ".

Dije que sí a esa demanda
y el rebaño de hojas está ahora aquí mirándome.
Con los bosques descansaré y con las hierbas extenuadas,
vencidos serán innumerables ejércitos que me defienden.
Le piccole piante …

Le piccole piante mi vengono incontro e mi dicono:
"Tu, lo sappiamo, nulla puoi fare per noi.
Ma se vorrai entreremo nella tua stanza,
rami e radici fra le carte avranno scampo".

Ho detto di sì a quella domanda
e il gregge di foglie ora è qui che mi guarda.
Con le foreste riposerò e le erbe sfinite,
vinte innumerabili armate che mi difendono.
(Da «Composita solvantur», Einaudi, 1994)

El poema “Las plantitas”, como otros poemas del autor, alterna elegía y profecía, estasis y transformación. Aspirando a un futuro apocalíptico, reduce el aquí y ahora al «pasado» y la «nulidad». La confianza en la continuidad se ve radicalmente perturbada por una trágica percepción utópica de ruptura.

Estoy en la habitación …

Estoy en el la habitación donde todo está en orden,
donde todo es septiembre.
En el alféizar se agitan, advertidas
de los cambios celestes, las hormigas.
Ninguna melodía esconda aquí
una severidad modesta
la única que no desentona.
¡Asonancias! Tus razones
cuando la noche no se mueve,
desde el fondo de la madera las oigo.
El gusano que roía ya no está
pero se pueden imaginar los chirridos.
Ustedes, están en los sistemas extraños que las desesperaciones
elevan dentro de la espesura ardua del mundo
y ahora en la habitación tranquila
del antepasado que soy o me convierto,

inmóviles indefensas
arañas delgadas cuelgan.

Sono nella stanza …

Sono nella stanza dove tutto è ordinato
dove tutto è settembre.
Sul davanzale si agitano, avvisate
dei mutamenti celesti, le formiche.
Nessuna melodia nasconda qui
una severità modesta
la sola che non disconviene.

Assonanze! Le vostre ragioni
quando la notte è senza movimento
dal fondo dei legni le odo.
Ma il tarlo che rodeva non c'è più
ma immaginari i cigolii.
Voi nei sistemi strani che le disperazioni
levano dentro il folto arduo del mondo
e ora nella stanza calma
dell’antenato che sono o divengo

immobili indifesi
ragni esili pendete.
(Da «Composita solvantur», Einaudi, 1994)

Cuando leemos cualquiera de los poemarios de Franco Fortini por primera vez, de inmediato nos damos cuenta de que estamos ante una poesía inmensa; esa impresión se puede entremezclar a veces con la extraña certidumbre de que tenemos delante un texto que se ha ido integrando según los postulados surrealistas, por añadidos que el fluir de la conciencia de la realidad incorpora en indetenible sucesión. Cuando terminamos de leer sus libros estamos ciertamente agotados y perplejos, experiencias ambas inextricablemente unidas. Y todo esto es el agotamiento de la mirada por tantas realidades que ha visto y que nos muestra el poeta. La poesía de este autor es búsqueda de la realidad en sus instantes reveladores.

No es verdad que no fuimos felices 

No es verdad que no fuimos felices,
lo has sido cada vez
que un ojo miraba fijamente con determinación
de negar o comprender.
Si entrabas en una ciudad desconocida
o donde estaba el mar.
Si un gesto recordaba el buen uso del amor.
Cuando penetrabas en las iglesias, contra los frescos
tu corazón como se aceleraba. Y recuerda esto:
lloró de esperanza
el extranjero perseguido
cuando quiso abrazarte.
¿O cuando estabas leyendo
de los derrotados que se escaparon
de las manos de los poderosos?
Y en el trabajo también
por respiraciones imperceptibles,
entre la ira y el polvo, si pensabas en otras mentes.
Sin saber somos felices en otros,
otra alegría
ahora o cuando sea consumiendo, más tiempo
para durar más
habrán construido con nosotros instantes.


Non è vero che non siamo stati felici

Non è vero che non siamo stati felici.
Lo sei stato ogni volta
che un occhio fissava deciso
a negare o ad imprendere.
Se entravi in una città ancora ignota
o dove il mare sta.
Se un gesto ricordava il buon uso dell’amore.
Penetravi le chiese, contro gli affreschi
il cuore come ti correva via. E rammentalo:
piangeva di speranza quando ha voluto abbracciarti
lo straniero perseguitato.
O quando leggevi
dello sconfitto sfuggito di mano ai potenti?
E sul lavoro anche, per
impercettibili respiri,
tra ira e polvere, se pensavi altre menti.
Che senza sapere di noi in esse felici, altra gioia
ora o quando che sia consumando, altro tempo
a più durare
avranno con noi costruito di attimi.

Se nota en el poema anterior la doble negación: “no es verdad que no fuimos felices”. A menudo Fortini usa también el plural: nosotros, ustedes, ellos…estos elementos distintivos pueden interpretarse como una necesidad de diálogo con su alrededor.

A los amigos

Se está haciendo tarde. Los veo de verdad
iguales a mí en el vicio de la pasión,
con los abrigos, los papeles, las luces
de la saliva, el cabello ya quebradizo,
con las palabras y los guiños, excitados
y deprimidos, consumidos y lactantes, roncos
por la conversación ininterrumpida,
como bajan este valle gris,
como la hierba golpeada presionan
donde ya se pierde el camino y la luz.
Las voces que escucho son tan distantes como los hilos
del viento frío entre las piedras y cables…
Cada palabra que me llega es un adiós.
Y aflojo el paso y los sigo en mi corazón,
uno aquí, uno allá, por la trayectoria.

Agli amici
Si fa tardi. Vi vedo, veramente
eguali a me nel vizio di passione,
con i cappotti, le carte, le luci
delle salive, i capelli già fragili,
con le parole e gli ammicchi, eccitati
e depressi, sciupati e infanti, rauchi
per la conversazione ininterrotta,
come scendete questa valle grigia,
come la tramortita erba premete
dove la via si perde ormai e la luce.
Le voci odo lontane come i fili
del tramontano tra le pietre e i cavi…
Ogni parola che mi giunge è addio.
E allento il passo e voi seguo nel cuore,
uno qua, uno là, per la discesa.
(da «Poesia e errore», Feltrinelli, Milano, 1959)

Hay en estos poemas, al menos yo lo siento así, una inquietante desazón, como una lucidez de la insuficiencia de la imagen del mundo que el poeta contempla y nos comunica en sus entregas. No estamos ante una poesía de complacencias ni de cánticos, de relatos hermosos, sino ante hechos hirientes, a veces tocados de una desesperanza que suponemos imposible de redimir. Se puede decir que el poeta alcanza una sabiduría diferente de la tradicional, una sabiduría capaz de enseñar las diferencias y los alcances de esta poética en su diálogo con la realidad, que nos abre a un conocimiento que se encuentra con una cierta rebelión de la palabra, que puede conducir a nuevos espacios y esperanzas.

Fortini es por momentos autobiográfico, solemne, por momentos coloquial e irónico. Surrealista, dirá Mengaldo. Elegíaco añadimos. Para citar nuevamente al crítico milanés, la suya es una «poesía de la inteligencia», entendida como inteligencia de análisis, de comprensión de las cosas y también de creatividad. Es decir, una poesía conceptual pero no hermética, a veces onírica y muchas veces privada en un existencialismo mínimo. El poeta busca el sentido último de las cosas, su recomposición mientras se disuelve en un momento en el que también para él es tiempo de recuerdos y despedidas.

Sabiduría

Había una mujer que solo yo amaba
como en los sueños se ama a sí mismo
y de bien y de mal la llené
como los hombres hacen consigo mismos.

Ella era la que yo había querido
que me llamara por mi nombre:
y lo decía, cuando la perdí.
Pero tal vez ese no era mi nombre.

Y yendo por otras estaciones y otros pensamientos,
buscando otras cosas más allá de su rostro;
pero cuanto más me canso de nuevos caminos
siempre más claro conozco su rostro.

Quizás sea cierto, y lo han escrito los más sabios:
más allá del amor todavía hay amor.
Se pierde la flor y luego se ve el fruto:
Nosotros nos perdemos y se ve el amor.

Saggezza

C'era una donna che sola ho amata
come nei sogni si ama se stessi
e di bene e di male l’ho colmata
come gli uomini fanno con se stessi.

Essa era quella che avevo voluta
per essere chiamato col mio nome:
e lo diceva, quando l’ho perduta.
Ma forse quello non era il mio nome.

E vo per altre stagioni e pensieri
altro cercando al di là del suo viso;
ma più mi stanco per nuovi sentieri
sempre più chiaro conosco il suo viso.

Forse è vero, e i più savi l'hanno scritto:
oltre l'amore c'è ancora l'amore.
Si perde il fiore e poi si vede il frutto:
noi ci perdiamo e si vede l'amore.
(da «Foglio di via e altri versi», Einaudi, Torino, 1946)

Es evidente como incluso la poesía aparentemente más privada llama a la vida una parte de la conciencia colectiva, alude al valor no individual del lenguaje, produce significado.

Como se puede notar en la poesía siguiente es fundamental el movimiento del doble y del contraste, pero también el trabajo sobre el plural: “Y si miramos las dos caras diferentes, las nuestras”.

Y ahora en la casa

Y ahora en la casa pienso cómo es su cara,
el giro de su mejilla, su voz,
si a veces canta sola para ella misma
y como nada, si llora, se consuela.
Pero ella no sabe cuánto mi mente calla
entre sus sienes de cerrada persona,
ni entre cuantas figuras pasan,
sólo ella lleva las horas futuras.
Y si miramos las dos caras diferentes,
las nuestras, una justicia surge de los miedos:
no está en sí misma por muerte segura
una vida que espera en una vida.
Ahora digo estas palabras por ella
que desciende con su destino infinito
en el sueño que la calma,
alma mía por muchos años secreta.


E ora nella casa

E ora nella casa penso com’è il suo viso,
la svolta della guancia, la sua voce
se qualche volta per sé canta sola
e come nulla, se pianga, la consola.
Ma non sa quanto la mia mente tace
fra le sue tempie di chiusa persona,
né che fra quante passano figure
porta lei sola le ore future.
E se guardiamo i due volti diversi,
i nostri, una giustizia esce dalle paure:
non è in se stessa per morte finita
una vita che spera in una vita.
Queste parole ora dico per lei
che scende con la sua sorte infinita
nel sonno che la quieta,
anima mia da tanti anni segreta.

1952(da Tutte le poesie)

Fortini percibía la poesía como una prueba del «yo interior» frente a la historia más que como una actividad reservada a un círculo de profesionales. En el poema siguiente “Canción de los últimos partisanos” sus versos son un canto coral. Este poema fue publicado en 1946 en “Carta de despedida” (Foglio di via), la primera colección de versos de Franco Fortini. No hay héroes ni estampas, sino cabezas (v. 2), baba (v. 4), uñas (v. 6), dientes (v. 8), fragmentos macabros de un expresionismo anti-retórico que quiere restaurar la dimensión trágica de la ferocidad nazi-fascista que anula toda esencia humana. Después de haber adherido, inicialmente, a un tipo de poética caracterizada de versos herméticos, el estilo de Fortini experimentó un cambio profundo, debido a la experiencia adquirida durante la lucha de liberación junto a los partisanos (partigiani). Se puede notar como el lenguaje se vuelve franco, duro, pero muy penetrante.

Canción de los últimos partisanos

En el estribo del puente
las cabezas de los ahorcados
en el agua de la fuente
la baba de los ahorcados.
En la quiebra del mercado
las uñas de los fusilados.
Sobre la hierba seca del césped
los dientes de los fusilados.
Morder el aire, morder las piedras
nuestra carne ya no es la de los hombres.
Morder el aire, morder las piedras
nuestro corazón ya no es el de los hombres
pero lo leemos en los ojos de los muertos.
Y sobre la tierra haremos la libertad
aunque si han apretado los puños de los muertos
la Justicia se hará.

Canto degli ultimi partigiani
Sulla spalletta del ponte
Le teste degli impiccati
Nell’acqua della fonte
La bava degli impiccati.

Sul lastrico del mercato
Le unghie dei fucilati
Sull’erba secca del prato
I denti dei fucilati.

Mordere l’aria mordere i sassi
La nostra carne non è più d’uomini
Mordere l’aria mordere i sassi
Il nostro cuore non è più d’uomini.

Ma noi s’è letta negli occhi dei morti
E sulla terra faremo libertà
Ma l’hanno stretta i pugni dei morti
La giustizia che si farà.

Como se puede observar, el poema anterior tiene una estructura particular como el efecto de un martillo que golpea los sentidos, es como un canto de guerra, que repite ciertos pasajes. Si miramos con atención, de hecho, vemos que las dos primeras estrofas, de cuatro líneas cada una, están estructuradas de tal manera que el primer y el tercer verso (en rima en italiano) hacen referencia a un lugar, mientras que el segundo y el cuarto terminan con la misma palabra. La escena se va reconstruyendo así con detalles que, si bien no pretenden ser una descripción fiel de los hechos, también inspiran miedo por la crudeza de las imágenes. La elección de las palabras subraya el aspecto de crueldad que tiene el hecho. Así, la palabra quiebra (v. 5), que es ambivalente (el revestimiento de la acera, pero también la condición de pobreza absoluta, como en la expresión quedar reducido a la quiebra), expresa fuertemente no sólo estar tendido en el suelo, expresa también el hecho de estar en la más total abyección; la hierba del prado está seca (v. 7), como para demostrar la aridez y la insensibilidad del corazón de los hombres que realizaron el gesto. Con las repeticiones de versos enteros se hacen aún más evidente la tendencia a expresar la tragedia y la pesadilla de la escena, en la que los hombres son al mismo tiempo testigos y víctimas. Sin embargo, no todo está perdido: el poema termina con un verso de esperanza y la libertad es central en la imagen que se retoma en los últimos versos. Leyendo este poema, es como si el poeta estuviera tomando una foto instantánea, las imágenes creadas sugieren que no es la acción lo que cuenta (y que ya pasó) sino el efecto que la mortífera furia nazi-fascista dejó tras su paso.

Como se puede observar leyendo esta selección de poemas, Fortini toca temas muy variados y hace de la contradicción de términos su punto fuerte. Su obra encuentra fuerza con la colisión de elementos diferentes, a menudo antitéticos y necesarios para construir figuras resumidas. Este autor no es un autor que parece hablar desde la eternidad del tiempo, sino un escritor mezclado con todas las esperanzas, tragedias, cansancios y tensiones del siglo XX. Sus textos poéticos, sus preocupaciones, sus elecciones y sus antipatías siguen conquistando, a lo largo de generaciones, nuevos oídos que comprenden, otras mentes que escuchan, evalúan, interpretan y traducen, aceptan y rechazan.  No se puede decir que su poesía habla a todo el mundo, sus escritos siempre han postulado la existencia de un lector dispuesto a llenar los vacíos y a ser desafiado. Su lenguaje puede describirse como «un clasicismo estrecho, cortado, drenado, por tanto, esqueleto o fantasma del mismo. El contenido cortado de Fortini tiende a convertirse en una persuasión o insinuación. De ahí una poesía a menudo hostil, que incluye entre sus protagonistas la verdad y la esperanza, pero también la negación y la violencia. La corrección continua, el conflicto (interno y externo) sin descanso son su verdadera firma, que encuentra salida estilística en los «peros» y «no» de su poesía.

Escribe me digo a mí mismo, odia
quien con dulzura conduce a la nada
los hombres y mujeres que contigo se acompañan
y creen de no saber. Entre los de los enemigos
escribe tu nombre también. La tormenta
desapareció enfáticamente. La naturaleza
para imitar batallas es demasiado débil. La poesía
nada cambia. Nada es seguro, pero escribe.


Scrivi mi dico, odia
chi con dolcezza guida al niente
gli uomini e le donne che con te si accompagnano
e credono di non sapere. Fra quelli dei nemici
scrivi anche il tuo nome. Il temporale
è sparito con enfasi. La natura
per imitare le battaglie è troppo debole. La poesia
non muta nulla. Nulla è sicuro, ma scrivi.

(Traducciones y artículo de Yuleisy Cruz Lezcano)

Franco Fortini

Yuleisy Cruz Lezcano, escritora, poeta, profesional en Ciencias enfermerísticas y obstetricia y en Ciencias biológicas. Nació en la isla de Cuba el 13 marzo de 1973, vive en Marzabotto (Bolonia; Italia). Ha publicado los libros «Doble acento para un naufragio», 2023 ( Español – Portugués). «L’infanzia dell’erba», 2021. “Demamah: il signore del deserto –Demamah: el señor del desierto”, 2019. “Inventario delle cose perdute”, 2018. “Tristano eIsotta. La storia si ripete”, 2018. “Fotogrammi di confine”, 2017. “Soffio di anime erranti”, 2017. “Frammenti di sole e nebbia sull’Appennino”, 2016. “Credibili incertezze”, 2016. “ Due amanti noi”, 2015. “Piccoli fermioni d’amore”, 2015. “Sensi da sfogliare”, 2014. “Tracce di semi sonori con i colori della vita”, 2014. “Cuori Attorno a una favola”, 2014. “Vita su un ponte di legno”, 2014. “Diario di una ipocrita”, 2014. “Fra distruzione e rinascita: la vita” , 2014.“Pensieri trasognati per un sogno”, 2013. Su poesía es presente en distintas antologías y revistas sea italianas sea Internacional y ha sido traducida en distintos idiomas.
https://www.yuleisycruz.com/chi-sono/
https://www.facebook.com/yuleisy.cruzlezcano

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.