Daniel Quintero: «El dios de los ateos»

«E pur si muove», Galileo Galilei.

El día que el Universo dejó de girar alrededor de la Tierra hubo tal conmoción en el Vaticano que el Papa Urbano VIII convocó a sus obispos más pertinentes para que le contaran en qué estaban perdiendo el tiempo, y cómo dejaron que esto sucediera y qué iban a hacer ahora que la tierra amenazaba con moverse constantemente.

Los obispos rezaron, bendijeron agua y carajearon al diablo y se lamentaron porque el planeta no dejaría de girar y en su giro se volvería ateo y mareado y dios mareado ya no estaría sobre la faz de la tierra.

Sería morada exclusiva de huestes vagabundas y paganas moviéndose sin cesar y la Tierra soportaría con el tiempo embates maliciosos como el marxismo, las teorías de Darwin, el psicoanálisis o el rock and roll.

Con afán de arreglar las cosas el obispo Giovanni Bautista Pamfili, quien luego seria Inocencio X, se acercó y al oído dijo:

“Su santidad, palanca tenemos lo que nos falta es apoyo”.

Entonces decidieron dar un escarmiento encarcelando a Galileo Galilei y fue confinado a una casa en la loma desde donde veía a Florencia desangrarse preocupada porque los artistas produjeran y los bancos no perdieran liquidez.

Galileo abjuró de su obra y sonriente les decía

“hace tiempo que les venia diciendo que esto pasaría”.

Luego todo comenzó a moverse.

Así llegó el devenir de la historia y los acontecimientos.

Colon salió al mar en busca de pimienta, Marx se sentó a escribir, Darwin le puso ciencia a los dogmas, Freud le puso poesía a los sueños de sus pacientes, Chuck Berry aceleró el rithm and blues, el Che entró en Santa Clara, el mayo fue francés, el hombre en la Luna y el amor libre.

Y se llegó a la conclusión de que dios está en las pequeñas cosas que disfrutamos: la pimienta en granos, el manifiesto marxista, la evolución de la especie, el diván del terapeuta, la guitarra de Jimmy Page, los eclipses, un atardecer en el campo, la lluvia y cada vez que te cruzas de piernas.


Daniel Quintero, poeta, escritor.

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