Gastón Dominique Bengolea: «El deseo erótico en la gastronomía desde los primeros tiempos y la cocina actual»

Desde épocas inmemorables el hombre ha buscado el placer en el amor y la forma de agradar a la pareja.
Existen muchos ingredientes en la cocina que propician la pasión.
Suele hablarse de alimentos afrodisíacos: la verdad es que sus composiciones químicas, las vitaminas y minerales que contienen… y un poquito de imaginación, pueden ayudar a tener una maravillosa velada de amor.
Comer es un placer, y la cocina nos brinda sus aromas e ingredientes para disfrutar de ese goce.

“Aristóteles dijo, y es cosa verdadera,
Que el hombre por dos cosas trabaja: la primera
Por el sustentamiento, y la segunda era
Por conseguir unión con hembra placentera.”

Del disfrute hedonista al cumplimiento de la orden divina. Del instinto de supervivencia a los pecados capitales de la gula y la lujuria.
El vínculo entre la comida y el goce sexual queda marcado en nuestro subconsciente desde el mismo momento en que nacemos –el niño amamantando la teta-.

Pinceladas en la historia:

Más conocidas que las griegas, son las famosas orgías y comilonas del mundo romano.
En las se degustaban platos tan singulares como lenguas de flamenco, alondras, lirones cebados, jabalíes rellenos de tordos… Nunca faltaban uvas y manzanas, signos del mayor placer erótico.
Nos cuentan sobre ello y sobre las costumbres gastronómicas de época escritores como Marco Gavio Apicio –supuesto autor de “De re coquinaria”- y Petronio –el “voluptuoso, lleno de refinamiento e imprudencia” organizador de espectáculos en la corte de Nerón, supuesto autor de “El Satiricón”-.
Sin tanta data al respecto, en la edad media –tiempo de cruzadas y santa inquisición- este placer terrenal resultaba algo impropio, y las grandes comilonas en los castillos no se ofrecían para terminar en orgía, sino más bien para homenajear a caballeros y conquistadores.
La reina Catalina de Médici –“la mujer más poderosa del siglo XVI en Europa”- supo ser una gran cocinera o llevar a la corte una gastronomía de alta gama y en muchos casos afrodisíaca. Como el pastel de crestas, testículos de gallo, el uso del azafrán y los alcauciles.
A finales del siglo XVIII y en el XIX se acentúan las diferencias entre lo público y lo privado, y entre los modos de avalarse el goce sexual en hombres y mujeres. Que alguien –más aún una mujer- tomara un helado en la calle –más aún por su forma de “cucurucho”- era mal visto. Por lo que sólo en lugares algo ladinos se sabían ciertas comidas; y el placer, la gula y la lujuria, se asociaron a un tono más oscuro y secreto.
En la actualidad es notable la manera en que la cocina afrodisíaca se inscribe en el mercado. En todo el mundo hay restaurantes que definen su menú, decoración y musicalización, como un sistema especial en el afán de atraer clientes, a fin de que no sea una cena más, sino una velada que –para decirlo así- se torne “sexy”.

Algunos elementos “afrodisíacos”:

Las ostras –tal vez los frutos de mar más caracterizados como afrodisíacos-, los higos –por la forma en su vulva interior-, las ubres de vaca, las uvas, las bananas, las berenjenas, las zanahorias –por su forma fálica-, las frutillas –por sus azúcares que elevan el ritmo cardíaco, además de su color rojo y su parecido a la lengua-, los huevos de tortuga –que también elevan el ritmo cardíaco y cada uno equivale a veinte de gallina-, el chocolate –por la teobromina (de “theo”, dios, y “broma”, comida) que contiene el cacao, sustancia alcaloide con propiedades estimulantes, vasodilatadoras y de relajación muscular.
El ajo, el alcaucil, los espárragos, el anís, el azafrán, la canela, el cardamomo, el curry –mezcla de diversas hierbas-, el jengibre, la menta, la mostaza, el tomillo.
Y más…

Otras mitológicas pociones de amor:

La cantárida, especie de cucaracha que desecada y pulverizada producía una arrogante erección entre los hombres renacentistas.
El polvo de cuerno de rinoceronte, muy apreciado en las culturas orientales como infalible afrodisíaco.
La mandrágora, cuya raíz tiene aspecto humano, uno de los ingredientes más utilizados en filtros de amor y conjuros.
La yohimbina, compuesto de origen vegetal, deriva de un alcaloide extraído de la corteza de árboles de la familia Rubaceae. Su uso como potente afrodisíaco se impuso en los años sesenta.
Y más…

Propuesta para una noche ideal –receta y elaboración-:

Entrada:
° Ostras con limón.
° Copas de espumante con frutillas dentro.
Plato principal:
° Langostinos al curry picante y leche de coco.
° Bosa nova de fondo.
Postre:
° Fondue de frutillas y chocolate.
° Unos tragos de chardonnay, aloe vera y jugos de uvas.

Y después…

Para las ostras:
6 unidades de ostras, lavar bien, abrir con cuchillo o abridor de ostras –cuidado, usar un repasador para sostener la ostra de modo que si el cuchillo resbala no habrá de lastimarnos-.
Una vez abierta dejamos la parte con la carne, agregamos limón, sal y pimienta.
Servimos en un plato con hielo picado debajo.

Para los langostinos:
18 langostinos grandes
2 cebollas de verdeo
20 gramos de curry de buena calidad
250 milímetros de leche de coco
Aceite de oliva c/n
Un manojo pequeño de cilantro
Sal y pimienta
Un chile
Elaboración:
Pelar los langostinos. Guardar las cabezas y las cáscaras.
En una cacerola poner el aceite, dorar las cabezas y las cáscaras.
Añadir la leche de coco y cocer a fuego lento durante 10 minutos.
Durante ese tiempo lavar las cebollas de verdeo, quitarles la primera capa, picar la parte blanca y cortar en rodajas finas la parte de color verde. Dejar un poco de parte verde aparte para el final del plato.
Saltear los langostinos pelados un par de minutos a fuego medio-fuerte, en otra sartén, con aceite de oliva, sal, pimienta y una pizca de paprika.
Retirar los langostinos y reservarlos.
En el mismo aceite sofreír el verdeo hasta que esté tierna. Colar la leche de coco a través de un chino. Machacar bien las cabezas de langostinos para extraer bien su jugo.
Incorporar la leche de coco y añadir las colas de langostinos.
Probar el sabor y espolvorear el curry. Cortar el chile y ponerlo en ese momento.
Retirar del fuego y agregar el cilantro previamente lavado y picado.
Servir en un plato hondo con el verdeo y un poco de chile sin cocción.

Gastón Dominique Bengolea, cocinero, historiador y asesor gastronómico.
Santa Rita asesorías gastronómicas 15-5040-5540

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