Ezequiel Rodríguez: «La playa, el mar, otra sintonía»

En referencia al ocio y su disfrute las “vacaciones” constituyen un hito idealmente esperado y la sucesión de diversas urbanizaciones sobre la costa atlántica de Buenos Aires un clásico destino veraniego elegido por muchos. Pero ¿qué hacemos en ese tiempo/espacio peculiar, qué es lo que allí sucede? Charlamos sobre ello -y de la pasión por el mar, y de su oficio- con la perspectiva de Ezequiel, guardavidas en el Partido de La Costa desde hace 29 años.

Devenir111: ¿En qué consiste el trabajo del guardavidas –cuáles son sus funciones, y sus quehaceres concretos, diarios-?
Ezequiel: Básicamente nuestro trabajo se compone de prevención y rescates en situaciones de ahogamiento. Pero hay otras funciones que se van agregando. Niñxs perdidxs, primeros auxilios…
  En cuanto a los quehaceres diarios están la observación del estado del mar antes de abrir el puesto, para colocar la bandera correspondiente y delimitar los espacios en caso de ser necesario; armado del puesto y vigilancia en torre, casilla o arena según corresponda… Estamos todo el tiempo observando posibles peligros y en constante contacto visual con nuestros laderxs o compañerxs de ambos lados. En caso de tener que realizar alguna intervención, avisamos por radio, señas o sonando el silbato, ya que nuestra labor es fundamentalmente un trabajo en equipo.

Devenir111: Suponemos que “los veraneantes” constituyen un universo complejo (familias, parejas, amigos, solos, adolescentes, jubilados, jóvenes luciendo sus cuerpos, adoradores de lagartear al sol, pescadores, caminantes, surfistas, madrugadores, desvelados, gente que alquila carpa en un balneario o estira una toalla en el sector público, que va una semanita o un mes…). ¿Nos podés contar sobre ello según vos lo observás –qué hacen los veraneantes en la playa, cómo disfrutan (o no) ese tiempo y lugar de ocio, con qué disposición van, qué relaciones establecen entre ellos, y con el lugar, qué impacto les genera estar allí…-?
Ezequiel: Ciertamente, son un universo complejo. Que va modificándose según la zona y la fecha, y que fue cambiando con el paso de los años.
  Los fines de semana la afluencia en playa es increíblemente mayor, pues se suman los residentes a los que están vacacionando.
  Ya se ve poca gente que venga por períodos largos de tiempo. Es un fenómeno actual el fraccionamiento de las vacaciones en períodos más cortos. Hay quienes vienen pocos días, y quienes van y vienen varias veces en la temporada. Hoy en día las rutas son mejores y los viajes más cortos.
  Cada sector de playa tiene su target. Hay playas familiares, juveniles, deportivas, etc.
  Las fechas marcan el tipo de público. Enero y parte de febrero es la época donde las familias con niñxs en edad escolar pueden venir. Diciembre y marzo son meses de locales, parejas, jubilados…
  Y la zona donde trabajás también impacta en el público que recibís. No es lo mismo trabajar en el muelle, el centro, la bajada del camping, frente a un balneario o en una bajada náutica por ejemplo.
  Ahora bien, si la Costa ofrece cada vez más opciones de ocio, la playa sigue siendo el principal motivo de elección del destino. En general la gente disfruta todo lo que puede de ella y con el paso de los días uno advierte cómo van desenchufándose y entrando en otra sintonía.
  Por las noches también hay muchas alternativas para hacer –aunque no sea un horario que frecuente mucho, ni conozca en detalle-; pero las peatonales, los restaurantes, los bares, las discos… se llenan.

Devenir111: Como hace muchos años venís haciendo temporada tras temporada habrás asistido a diversos cambios culturales… ¿Ubicás algunos que te parezcan “positivos”? ¿Ha generado consecuencias la concientización del cuidado del medioamiente?
Ezequiel: El primero que se me ocurre es el cuidado de la piel mediante cremas, sombrillas, etc. Los vehículos a motor y los pescadores desde playa en horario de playa también dejaron de ser un problema…

Devenir111: En Argentina la telefonía móvil comienza a desplegarse en los 90. ¿La gente lleva el celular a la playa, o aprovecha para “desconectarse”?
Ezequiel: Van con el celular. No solamente para usarlo como teléfono, sino como cámara y fuente de música. Nadie se desconecta desde ese punto de vista. En el mejor de los casos se desenchufan de sus problemas y rutinas. Pero la conectividad, no se abandona.

Devenir111: ¿Se deja mucha basura en la playa?
Ezequiel: Se produce y se deja mucha basura, sí. No hay sistema de recolección que de abasto. Donde yo trabajo hay cestos, letreros, campañas de concientización… pero lamentablemente la gente aún no responde como uno desea. Las colillas de cigarrillo son parte del paisaje habitual; y botellas, bolsas, pañales, papeles, dan vueltas por la playa todo el tiempo. También se lo ve en el agua. Cada tanto el mar crece y se lleva todo eso, y luego lo vuelve a traer.

Devenir111: ¿Se escucha el mar, o se prefieren parlantes a gran volumen?
Ezequiel: Para nosotros ese es un tema. Por un lado están los balnearios o bares que ponen música, y por otro los particulares que llevan los parlantes y terminan compitiendo para sonar más fuerte. Lo cual molesta mucho a quienes quieren paz… Y además perjudica notablemente nuestra tarea. Tenemos que observar sin poder oír; cuesta escuchar el silbato de lxs laderxs, escuchar nuestras radios, escuchar a la gente que pide ayuda.

Costa Azul, enero de 2023

Devenir111: En muchos balnearios la gente se amucha. ¿Lo hace con respeto hacia el otro? ¿Te ha tocado intervenir para mediar en alguna trifulca, o sugerirle a alguien que no revolee paletas o pelotas riesgosamente?
Ezequiel: Se respeta poco al otro. La basura, la música, la apropiación de espacios, el exceso de alcohol en playa y la imprudencia en el agua son un problema.
  Las discusiones son cotidianas. No es nuestra función intervenir y no descuidamos nuestra labor específica que es la seguridad de los bañistas por esas cuestiones. Si sucede algo, por lo general se nos acercan y nos piden que llamemos a la policía. Solemos decirles que llamen ellos desde su celular; pero a veces realizamos alguna mediación o sugerencia. Desde luego que cada guardavidas tiene su criterio y estilo.

Devenir111: Lo que es tiempo de ocio para muchos, es tiempo de trabajo para otros. Residenes, comerciantes que en temporada abren negocios, empleadas y empleados que van a laburar y hacerse algún mango… ¿Cómo es ese mundo?
Ezequiel: Quienes viven de la temporada esperan y se preparan intensamente todo el año para eso. Los ves con mucha ilusión en noviembre y diciembre, y luego apagarse en marzo y abril.
 Hay gente que hace enormes sacrificios para llevarse el mango. Vivir acá, es caro. Suelen alquilar entre varios lugares modestísimos y cuidar mucho los gastos.

Devenir111: Algún tiempo atrás un colega tuyo que vivía en Mar del Tuyú y laburaba en San Bernardo me dijo con cierta acidez: “Por supuesto que hay historias; gente que llega abierta a que le pasen cosas y cosas que pasan. Pero es como si el turista no viniese a hacerse al lugar, a sentir, pasear, conocer; sino a consumir. Y en temporada es como si mi pueblo se trasmutara ofreciéndose cual parque de diversiones, galería comercial o escenario de algo así…”. ¿Qué se te ocurre al respecto?
Ezequiel: Y… La temporada es un momento; que activa una economía rápida y fugaz. Si alguien quisiera conocer en profundidad una localidad, yo le sugeriría que viniera en otro momento…

Amanecer en Mar del Tuyú, marzo de 2019

Devenir111: ¿Qué es, para vos, el mar? ¿Qué sentís al nadar en el mar?
Ezequiel: Tengo una relación mística con el Mar. Es todo. Es la vida misma. Es Dios. Al Mar no se lo contradice jamás. No se construye en la orilla, porque cuando quiere, crece y te tira la casa abajo. No se nada corriente en contra, porque no avanzás. No se sale por el chupón, porque te tira para adentro.
  Cuando nado en el Mar me siento agradecido y puedo pensar en cualquier cosa…

Devenir111: ¿Te sorprende el mar –sus reacciones, las corrientes…-; o es una materia predecible cuyo movimiento se ajusta a cierta lógica?
Ezequiel: Me fascina. No sé si me sorprende. Me encanta verlo feroz, calmo, marrón, celeste.
  Hay una tabla de mareas que marca los picos y horarios de creciente y de bajante. Pero hay episodios que no pueden preverse. Sudestadas, tormentas, marejadas…

Devenir111: Utilizás algunos términos que creemos sería conveniente los definieras, nos contaras qué son: “chupón” – “corriente/contra corriente” – “marejadas” – “mareas/creciente/bajante” – “rosca circular”…
Ezequiel: Un chupón es una corriente de retorno que se produce cuando el banco de arena se rompe. Aparecen y desaparecen con frecuencia. Toda el agua que trae una ola busca volver al mar. Cuando encuentra roto el suelo se forma un canal perpendicular a la orilla que lleva agua con fuerza y velocidad. Suele empujar hasta 50 metros mar adentro.
  El mar te lleva generalmente para un costado. A veces es a favor del viento. Generalmente tiene que ver con si está subiendo o bajando. Si nadás hacia donde te lleva, es ir corriente a favor. Si nadás en sentido opuesto, corriente en contra.
  Una marejada es una crecida excepcional. Es cuando parece no haber playa porque el mar llega muy arriba.
  El mar crece y baja dos veces por día. Aproximadamente son seis horas subiendo, quince minutos estable y seis bajando. Eso da más de veinticuatro horas. Por eso la bajante difiere cada día y se va corriendo.
  Hay varios tipos de salvavidas. Los más comunes son el torpedo, que es uno rígido, y la rosca, que es el típico salvavidas redondo con soga alrededor. Se usa también en náutica por ejemplo.

Devenir111: ¿Solés ir a la playa a disfrutar, meterte al agua para gozar del mar? ¿En qué momentos?
Ezequiel: Yo nado todos los días antes de entrar a trabajar. Lo hago porque quiero hacerlo. Espero todo el año ese momento. Me hace bien. Nadar antes de abrir puesto te ayuda a elegir la bandera y a saber las condiciones del mar cada jornada. Por otro lado, generalmente después de trabajar me quedo un rato tomando unos mates y disfrutando de ver el mar. 

Devenir111: ¿Cómo suponés surge en vos el anhelo de realizar el oficio de guardavidas?
Ezequiel: Desde chico yo quería pasar más tiempo del que pasaba –que por cierto, era mucho- en la playa, o en la pile del club… Y entendí que el guardavidas era alguien que estaba más horas y días que yo allí…

Devenir111: ¿Cuántos días por semana labura el guardavidas? ¿Cuántas horas diarias, hay turnos? ¿Tienen que revalidar aptitud cada tanto? ¿Hasta qué edad trabajan; se jubilan? ¿Cuentan con algún set de elementos –chalecos, salvavidas, handys…-?
Ezequiel: Cada jurisdicción tiene diferencias. No obstante hay una Ley Nacional de Guardavidas que enmarca nuestra labor. Deberíamos trabajar seis horas, seis días a la semana. Respetando eso, se arma la playa con puestos simples o dobles.
Todos los años revalidamos nuestro título mediante una prueba de idoneidad que toma cada distrito. Acá, prueba de natación, una charla de RCP (reanimación cardiopulmonar), una charla sobre violencia de género como estipula la Ley Micaela, y también nos solicitan apto médico y certificado de antecedentes penales.
La jubilación requiere cien meses de aportes. Cada año se aportan de dos a cinco meses, dependiendo de tu contrato. En general empezamos trabajando dos meses al año y con el correr de las temporadas vas alargando tus contratos. Se llega a juntar cien meses en treinta años de laburo.
  Nuestros elementos de trabajo son indumentaria, gafas, silbato, binoculares, salvavidas y radio. Necesitamos un mangrullo, botiquín y en algunas playas puede haber embarcación y desfibrilador automático o DEA.

Devenir111: ¿Cuál es la relación que los bañistas establecen con el guardavidas? (¿Existe el saludo al ingresar o al salir de la playa? ¿Les formulan preguntas; sobre qué? ¿Les llevan facturas, algún sanwichito…?)
Ezequiel: Eso depende mucho de la personalidad de cada uno. Y de las características de la playa en la que estás trabajando. Yo no soy un tipo muy sociable. Pero hace veintitres temporadas que estoy en la misma playa. Hay chicxs que vi nacer y que hoy son adultos con familia propia. Y hay gente que me vio envejecer acá. Me ven entrar a nadar siempre a la misma hora, me vieron formar mi familia, saben el nombre de mis hijxs… Hay quienes antes de bañarse se acercan a preguntar sobre dónde y hasta dónde conviene meterse, y otros que parecen ni fijarse qué bandera está puesta… 

Devenir111: Uno cree ver al guardavidas observando “atentamente” a la gente metida en el mar. Pero… ¿focalizás de algún modo esa mirada, previendo ciertos riesgos por ejemplo? O sea: ¿qué/cómo mirás?
Ezequiel: Hacemos una vigilancia permanente en forma de barrido, mirando nuestra zona de lado a lado. Se mira permanentemente a ambos laderos y se pone más atención a las zonas más peligrosas según el día y el comportamiento de la marea. Observamos a los menores que están solos, a la gente que sabemos que está alcoholizada y a los que se internan más que la media. Las caras que miran hacia la costa, pero no avanzan, también son alertas a atender. Por supuesto estamos muy atentos a los pedidos de auxilio y a las señas de lxs bañistas.

Devenir111: ¿Cómo se realiza un “rescate”? ¿Hay un “protocolo” pre-establecido, vas solo, le avisás a tus colegas vecinos de playa…? Y una vez que llegás a la persona a socorrer ¿cómo se procede?
Ezequiel: Dentro de lo posible, comunicamos a nuestros compañeros que vamos a un rescate. Puede ser tocando silbato, o avisando por radio. Lo ideal es entrar con elemento y en la aproximación empezar a dialogar con la víctima indicándole cómo colaborar para salir de allí. Le pedimos que se dé vuelta, o que se tome del material y una vez que lx o lxs flotamos, organizamos la salida.

Devenir111: Suponemos que hace al guardavidas cierto deseo de guardar, salvar la vida del otro; y que los rescates han de generar una emoción muy peculiar tanto en vos como en el rescatado. ¿Nos podés contar alguno que te haya dejado una marca singular, por el motivo que fuese?
Ezequiel: Salvar una vida es algo muy emocionante, siempre. No tiene que ver con lo complejo o lo peligroso que haya sido el rescate. A veces salvar una vida puede ser entrar caminando y rescatar a un nene que estaba solo en muy poca profundidad y otras veces hay que correr y nadar por larguísimo tiempo. Siempre es una bendición participar en un rescate exitoso. Siempre.
  Si tengo que elegir uno para relatar, escojo un rescate múltiple en mi playa, justo delante de mi torre hace unos cinco años.
  Fue al mediodía, cuando quedamos pocos guardavidas de guardia. Yo estaba solo y veo que un grupo de personas se abraza como jugando y empiezan a ir hacia atrás. Luego giran hacia la costa, y al ver que se alejaban se empiezan a asustar. Tomo mi radio y digo que voy al agua a un “múltiple” con elemento y llevo mi rosca circular. Toco silbato mientras voy entrando. Veo que el grupo empieza a separarse y a pedir auxilio.
  Todavía haciendo pie, agarro a un chico de unos cinco años y se lo doy a un señor que tenía el agua al pecho que lo tomó a upa y le pedí que lo llevara hasta la arena seca.
  Luego de nadar un poco encuentro a una chica adolescente muy asustada. La trabo en la rosca y le digo que me tenía que acompañar mar adentro a buscar al resto de su familia.
  Fui haciendo lo mismo hasta que junté cinco víctimas en mi rosca. Se peleaban por el salvavidas y se hundían entre ellos. Toqué silbato desde dentro del agua llamando a mis compañeros. Nada de esto es usual. Ni llevar a las víctimas para adentro, ni tocar silbato allí. Por eso lo elijo. Me salió resolver así. Y estuvo muy bien.
  Llegaron mis dos laderos de la izquierda. Pero desde la derecha, ya que estaban de franco y casualmente vinieron a esa playa. Luego vino el franquero que cubría la playa de mi izquierda y una chica aspirante a guardavidas que estaba haciendo una guardia de práctica. Estos dos vinieron con elementos. Nos organizamos y nos dividimos dos víctimas por salvavidas, pero decidimos salir en grupo, esperándonos unos a otros.
  El rescate fue muy adentro y duró mucho tiempo.
  Al salir, la gente de la playa había organizado una cadena humana y nos ayudó tirando en grupo.
  Al otro día vinieron a agradecerme y me contaron que eran una familia ensamblada. Primera vez que venían al mar. Apenas llegaron, dejaron las cosas en la arena y se metieron todos. Y les pasó eso. Una pareja con un bebé que había quedado con una abuela en la orilla. Y dos hijxs de cada uno. Yo estuve todo el día recordando las cinco víctimas. Y cuando vinieron a hablar conmigo, me recordaron al nenito que entregué al turista. Fueron seis.

«Cadena humana» organizada por la gente en el rescate relatado

Ezequiel Rodriguez, guardavidas.

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