Sábado otoñal a las diecinueve horas, barrio de Flores. Poeta, jardinero, coctelero, el Bode nos recibe en su hogar -algunos objetos y rincones ilustran la entrevista, lo pintan-. El reportaje fue una charla preciosa con un tipo al que además de valorar, queremos.

Devenir111. ¿Cómo fue tu infancia?
Bode. Vivía en una casa que mis padres alquilaban… y de la que estuvieron a punto de desalojarnos. Después la pudieron comprar. Pasamos de ser deudores a propietarios, sin intermedios. Como muchas cosas de mi vida no había punto medio. Por ejemplo, en mi casa faltaba guita, incluso, a veces hasta para comer o para pagar los servicios; pero mi abuela tocaba a Beethoven y a Chopin en el piano. Esa es una de las marcas de mi primera infancia. No había en mi casa algo ordenado, algo seguro. Yo saltaba de escuchar a mi abuela materna tocar a los clásicos en el piano a que faltara plata para pagar la luz. Pero no vivía eso como una situación angustiosa, sabía que era así.
Mi abuela se casó con mi abuelo que era un bohemio, empezó a trabajar a los cuarenta años. Antes era pasador de quiniela, supo tener una yegua en el hipódromo de La Plata que ganó varias carreras. Cuando esa yegua gana su primera carrera ahí se casa con mi abuela. Mi familia era despareja, no iba por la vereda. A mi abuela paterna casi no la conocí. Mi abuelo paterno, llamado Siríaco Lescano era propietario de campos en Entre Ríos. Mi viejo llega a Buenos Aires al barrio Vélez Sarfield a los nueve años. Acá tuvo varios oficios; pero era pintor de autos y chapista. Mi mamá siempre fue ama de casa, lectora empedernida. Mi acercamiento a la literatura parte de su incentivo. En mi casa había libros, había piano, había flores y había perros y gatos. Mi abuela decía que podía faltar todo en la heladera menos una botellita de champagne. Ella me determinó. Murió cuando yo tenía catorce años. O sea que pasé de la infancia a la adolescencia marcado por esa ausencia tan importante y determinante hasta el día de hoy porque estoy hablando de ella. Teníamos un perro que se llamaba Tovaris, que quiere decir amigo en idioma ruso. Seguramente mi mamá lo sacó de algún libro porque le gustaba mucho leer a los clásicos rusos. Tanto la tata, mi abuela; como Tovaris son visitas frecuentes en mi vida. Siempre regresan por alguna razón. Tuve mucha suerte en mi infancia. Fui muy cuidado, muy protegido, tal vez sobreprotegido. También tuve mucho barrio. Jugaba a la pelota en la calle. La calle ocupó un lugar muy importante durante mi infancia y mi adolescencia.
Devenir111. Decías que gracias a tu mamá te acercaste a la lectura. ¿Recordás algún libro que te haya pasado?
Bode. Si, fue el libro: “Iluminaciones” de Rimbaud, de Centro Editor. También recuerdo un libro de cuentos de Silvina Ocampo, también de Centro Editor. Con esos libros empieza mi vida como lector y no dejé de leer nunca más. A medida que iba creciendo, que las épocas cambiaban, que me relacionaba con otra gente, con amigos, también se agrandó el campo de lectura. Los amigos de la vida, los que se eligen; y mis compañeros de militancia fueron un gran estímulo, también. Ese intercambio tenía a la literatura y al debate político como temas infaltables.

Devenir111. Cuando fue el golpe del 76 vos tenías diez años. ¿Cómo se vivió ese hecho en tu casa?
Bode. Con mucho miedo y mucha angustia. Tanto mi madre como mi padre habían sido militantes políticos, militantes de base. Pese a ser peronistas, de Perón, militaban en un partido de izquierda, donde también militaban mis tíos. Habían tenido algunos episodios complicados en la dictadura anterior, en la época de Lanusse. Mi tía estuvo detenida y quedó registrada como militante política. Yo fui testigo de cómo mi mamá iba a la equina a quemar libros. En las esquinas había quema de libros porque era mejor que no te los encontraran en tu casa.
Después comencé a militar yo. Primero en la FEDE, la Federación Juvenil Comunista; y después en la UES, Unión de Estudiantes Secundarios Peronistas. Era una época complicada porque los milicos y la cana tenían total impunidad y siempre estabas en riesgo. En los recitales de rock te podían llevar por cualquier cosa y te dejaban adentro con los presos comunes. De todos modos recuerdo esa experiencia como algo de mucho crecimiento personal y muy divertido. La militancia era una forma de relacionarte con tu generación. No solo se hablaba de política; también se hablaba de música, de futbol, de literatura, había chicas; qué sé yo, muchas cosas. La militancia era uno de los pocos recursos que tenía para pasarle bien.
Devenir111. En algún momento dejaste la militancia política. ¿Cómo fue eso?
Bode. Sí, eso fue un paso, un quiebre. Dejé la militancia un poco antes de que asumiera Alfonsín. Recuerdo que fue en medio de una gran decepción. Yo venía de una casa donde siempre se habló y se discutió de política, la política era un aspecto cotidiano.
En ese momento me acerqué mucho más al arte. Canalicé la militancia por medio del arte. Me dediqué a escribir más, discutiendo, hablando, enriqueciendo mi escritura. Me empezó a gustar más la bohemia. Esa es otra forma de militancia, todo lo que hice lo hice pensando en colectivo, con otros. Si bien el acto de escribir es un acto solitario; el trabajo en equipo es fundamental. En los ochenta publicamos una revista con unos amigos. Eso fue también “Cerdos y Peces”, “Yacaré Cumbiado”, “Sexi Cangrejo”, todos esos emprendimientos los hice con otros y entre otros. Ahora estoy escribiendo, solo, y pensando en publicar poesía. Aunque también será un emprendimiento, si se quiere, colectivo; ya que por un lado está la editorial, algún amigo hará la tapa del libro, y las poesías son el producto de sensaciones y emociones que vienen de tu entorno. Siempre hay otros. Así como vos ves ese cuadro colgado en la pared, sabés que detrás hay un clavo que lo sostiene.

Devenir111. ¿Por qué te sentías decepcionado?
Bode. Porque tenía una mirada bastante inocente de lo que era la política, creía que la política era una herramienta de transformación social. Pero, en realidad me decepcioné en general de la sociedad en la que yo vivía. Veía que la política no iba a cumplir con lo que yo pretendía para mi vida.
Devenir111. ¿Tu escritura fue cambiando a lo largo del tiempo? Contanos algo de tu devenir en el campo de la escritura.
Bode. Yo sigo escribiendo en cuadernos o en papeles sueltos y con birome, no en computadora. No me considero un narrador, nunca escribí narrativa. Hice algo de periodismo; pero sobre todo, más que crónicas hice reportajes. Siempre escribí más o menos igual, del mismo modo. Quizás a esta altura de la soireé, con el paso del tiempo uno se pone más astuto; pero lo que haya, aún en mínimo grado, de asombro o de pasión no se ha transformado, está ahí, si es que lo hay. Tal vez haya un intento de arrimar el bochín a una síntesis. Un intento de pulir, como pule un carpintero. También los escritores pulimos los escritos.

Devenir111. ¿Y es: me siento a escribir; o es algo me convoca a sentarme a escribir?
Bode. Bueno, es un tópico ese, ¿no? Yo no tengo una carrera literaria, no soy un profesional escribiendo. Para mí la escritura es un oficio como lo es mi otro oficio que es el de jardinero. Utilizo la palabra oficio en el sentido religioso. El oficio de la misa, por ejemplo. Escribo como quien reza, como quien marcha, y no está regido por nada. No es que digo escribo de nueve a doce de la mañana. A propósito, una anécdota. En determinado momento hacía años que no escribía, por lo menos con un sentido de proyección hacia el futuro. Escribía un diario, anotaba cosas, impresiones cotidianas; pero nada concreto. Un día estaba en la cocina de mi casa a punto de cocinar y empecé a hacer una lista de los condimentos, de las especias que tenía. Y empecé: comino, orégano, pimentón, etc. Se me fue como un cuaderno entero con esa escritura; porque esa lista llevó a otra cosa y esa cosa a otra. Ahora creo que logré una síntesis. Lo maravilloso que tiene la poesía es que, como no hay mercado, no tiene un mercado; tenés una libertad absoluta. Si querés publicar una lista de condimentos y presentarla como un poema lo podés hacer. Esa es una gran libertad de las pocas que quedan, no hay muchas cosas que estén por fuera del mercado. El lector de poesía, por lo general es poeta, escribe poesía. Ahora me parece un buen momento publicar mis poesías.

Devenir111. Dentro de las publicaciones en las que participaste, una fue “Cerdos y Peces”. ¿Cómo te encontraste con ella?
Bode. Me la encontré en la calle. Yo iba a una secundaria nocturna en Paraguay y Ecuador que de llamaba “Revolución de Mayo”, y con unos amigos fundamos un centro de estudiantes, aún en dictadura; que fue el primer centro de estudiantes de una escuela nocturna. En esa época yo leía El Porteño y uno de los integrantes del centro también. Cerdos y Peces salía como suplemento de El Porteño. Entonces fuimos, con este amigo, a la redacción de El Porteño para invitar a Enrique Symns a que viniera al centro de estudiantes a dar una charla. No nos pudo atender y nos volvimos medio tristones, y antes de llegar a la esquina nos pegan un grito, nos damos vuelta y era Enrique que había salido a buscarnos. Nos dijo que estaba con mucho laburo, con muchas cosas y que en ese momento no podía ir a dar la charla. En resumen, se disculpó por no poder venir; pero prometió venir otro día. Ese fue el puente entre la militancia y el arte y para mi llegada a Cerdos y Peces. No fuimos a buscar a un político ni a un puntero, lo fuimos a buscar a Enrique Symns. A raíz de ese contacto, un día le llevé algunas cosas que tenía escritas, las leyó, me invitó a tomar algo y ahí entablamos una relación.
Devenir111. Volvamos un poco para atrás. Vos nombraste a tu abuela, a tu mamá, etc. ¿Si tuvieras que nombrar otras personas que te marcaron, a quiénes nombrarías y por qué?
Bode. Enrique Symns fue uno de ellos, sin duda. María Moreno fue una gran maestra para mí. También nombro a Fernando Noy. A Fernando lo conocí en un bar en Villa Gesell donde tocaba una banda “under” que se llamaba Sumo, que ni siquiera había sacado “Corpiños a la Madrugada”. En un momento se arma una batahola adentro del bar y tuvimos que salir por una ventana y ahí lo vi a Fernando. Casualmente la chica con la que yo estaba en ese momento lo conocía y me lo presentó. Él nos invitó a desayunar, así lo conocí. Después lo seguí tratando acá y en una época venía mucho a mi casa porque se hizo muy amigo de mi vieja. Fernando fue la primera persona que me hizo vivir la poesía fuera de su universo. Está el poema, el poeta y lo poético. Salir con él a la calle, todavía en dictadura, era todo eso junto, era una perfomance peligrosa; pero la pilotaba bien. Fue la primera experiencia con el misterio; es decir, lo poético en directo, en la calle. Era un tipo muy especial. Hoy es un personaje reconocido; pero lo que hace ahora lo hacía antes sin ningún tipo de banca ni de ayuda.

Devenir111. ¿Cómo surge tu trabajo de jardinero?
Bode. Empieza con la tata, con mi abuela. Siempre me llamó la atención la combinación del olor de los malvones con el de las baldosas mojadas. Yo tengo tres oficios, en realidad. Nombré el de escritor y el de jardinero. El tercero es el de la coctelería, es decir la mixología, la ciencia de la mezcla; que es lo que viene a hacer de puente entre el jardinero y el que escribe. La pasión por los tres es la misma. Cuando uno se dedica a hacer algo, el tiempo que le dedicás es el tiempo que tenés. La pasión no tiene que ver con el tiempo que le dedico a cada oficio. Tengo el privilegio de trabajar en lo que me gusta. A través de estos trabajos me considero un tipo alegre. No sé si feliz, porque eso es otra cosa; pero sí un tipo alegre. Mejor dicho, un tipo que es visitado frecuentemente por la alegría. La alegría es un pasar, un a través de; y, en ese sentido me siento un tipo alegre.
Devenir111. ¿La jardinería tiene poesía?
Bode. Sí, claro ¿qué te parece? La jardinería ES poesía. Y es un reflejo cabal del paso de la vida a la muerte.
Devenir111. ¿Bares de tu vida?
Bode. Bares como lugares formativos, digamos, determinantes. Lugares donde me enamoré, me desilusioné, me peleé, me encontré, me perdí. Bares. “El Británico”, Brasil y Defensa; “El Imaginario”, hoy en Bulnes y Guardia Vieja; “El Astral”, que ya no existe y quedaba en la avenida Corrientes; “El Bar de Mari”; uno actual, Iru Vermú en Bacacay y Donato Álvarez; “El Guaraní”, Paraguay y Pueyrredón.
Devenir111. Te vamos a nombrar a algunas personas. Nos gustaría que nos dijeras algo de ellas. Empezamos por quien inspiró tu apodo: Boudelaire.
Bode. Lo empecé a leer gracias a mi madre. Recuerdo que el primer libro que me robé en la avenida Corrientes fue un libro de Boudelaire. Era un libro con una traducción muy buena. De él surge mi apodo. Resulta que a la salida de la nocturna íbamos a tomar una cerveza a ese bar con los compañeros. Era una cerveza que duraba como tres horas porque no teníamos plata para otra. Hablábamos mucho de todo y yo estaba muy imbuido de su literatura y de su forma de ver el mundo. Así fue que ellos empezaron a llamarme Boudelaire y después quedó Bode.

Devenir111. ¿Cortázar “o” Borges, o Cortázar “y” Borges?
Bode. No son importantes para mi escritura. En ese aspecto ninguno de los dos. En mis gustos sí, obviamente. En el rumbo de la pregunta, yo nombraría a Macedonio Fernández, mentor de Borges, y a William Burroughs. Son mis ideales de escritura. Si me preguntás por Borges o Cortázar yo te digo Macedonio y William Burroughs. Silvina Ocampo y Marí Moreno también, claro. De todos modos, respondiendo a tu pregunta no utilizaría la “o”; siempre utilizaría la “y”. Me aburre eso de los hinchas de uno o de otro. Me aburren en todos los órdenes de la vida.
Devenir111. En Macedonio participa mucho el humor, la escritura humorística.
Bode. Sí; hay gente que dice: – Yo prefiero el Macedonio del humor y no el poeta. Otra vez, yo me quedo con los dos. ¿Por qué hay que elegir? El primero en denostar a Macedonio Fernández fue Borges, pese a que era muy amigo de su padre.
Devenir111. Mujeres. ¿Algún amor que quisieras nombrar, homenajear?
Bode. Además de mi abuela, mi mamá y mi hermana. Roxana Muriel, Fabiana Alcalier, Claudia Azula, Raquel Menajosky, Sol.
Devenir111. ¿Nos podés contar qué estás haciendo ahora?
Bode. Lo que hablamos hasta ahora. Escribiendo, jardineando y mezclando.
Devenir111. ¿Y qué vas a hacer dentro de veinte años?
Bode. Me gustaría pasar tiempo con mi hija Muriel Lescano y con mi nieta Aurora Lombardo. Me gustaría viajar y pasear con ellas. Divertirme, no me interesa durar. Si pudiera unir esas dos cosas, sería como el colibrí cuando entra a la boca de la flor.
Devenir111. En relación al disparador de este número de la revista… ¿Qué acerca de la angustia, o de su lazo con tu escritura?
Bode. Se me ocurre un frase de Alejandra Pizarnik…

Devenir111. ¿Te queda algo Bode, que quieras decir?
Bode. Sí, un poema mío que dice:
Hilo de silencio recordar alumbra se hace carne, llave vaso que se vuelca al borde de un decir


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Federico Lescano (Bode), poeta, escritor, jardinero, coctelero. Co-editor de la mítica revista Sexycangrejo. hastalavictorlaplace@gmail.com