Desde sus inicios la producción cinematográfica y en especial la de Hollywood tiene como propósito ganar dinero a través de la taquilla. Y en relación con esa meta principal hay otras secundarias, relacionadas al mismo fin, como instalar estrellas, promocionar discos, cantantes, diseños de vestuarios, lugares turísticos, autos y otras industrias de exportación. También otros algo más abstractos como vender “el sueño americano” y favorecer posturas políticas.
Una de sus tantas comedias románticas como “Houseboat” de 1958 es un buen ejemplo de esto. Posiciona a una estrella del cine italiano, Sofía Loren, en ascenso en aquel momento, lanzada al mercado internacional compartiendo cartel con una estrella masculina consagrada como Cary Grant. Hay algunas inclusiones musicales que promocionan un disco de Sofía Loren como cantante, que además luce explosivos vestuarios. La historia se desarrolla en varias locaciones con atracciones turísticas. El abogado que interpreta Cary Grant es un correctísimo señor, que trabaja en Departamento de Estado de EE. UU y abierto al intercambio cultural con Italia, la de posguerra aliada de su país. La niñera migrante puede casarse con su patrón norteamericano, que rechaza a otra candidata de su nivel social. Evidentemente se cumplen con los propósitos mencionados. Pueden chequear lo que digo viendo la película, pero si no son fanáticxs de lxs protagonistas, muy amantes de las comedias ligeras, adictxs al cliché romántico, nostálgicxs del cine clásico o investigadorxs del lenguaje audiovisual, les espera una ardua tarea de 110 minutos de un cine que es probable les resulte algo vetusto. No es mi intención menospreciar esta película sino, utilizarla para considerar cómo las películas de ficción sirven sin proponérselo como arqueología de las costumbres humanas. Aún en el caso de una comedia ligera. Y es un fragmento de esta película de hace 65 años que me motiva para pensar el ocio de hoy.
“Houseboat” deja constancia de una costumbre italiana (al menos de aquellos tiempos) sorprendente para los norteamericanos. “Dolce far niente” le dice Cintia, la niñera italiana interpretada por Sofía Loren a Tom Winters, su patrón, abogado del Departamento de Estado de EE. UU, que encarna Cary Grant, suscitando el significativo diálogo que transcribo a continuación:
Sofía Loren – “Dolce far niente.”
Cary Grant – “What does that mean?”
Sofía Loren -“Oh, it’s a saying we have in Italy: How sweet to do nothing.”
Cary Grant -“Well, you’re in America now and they can pull you in for that.”
Sofía Loren – “Oh, poor Americans.”
“Dolce far niente”. El “dulce hacer nada”, o como define Wikipedia “ociosidad que resulta agradable” es la irrupción de la cultura italiana de aquel entonces en la mentalidad de un norteamericano tipo, que le advierte que en su país “hasta pueden detenerla por eso”. Y no exagera. Y Estados Unidos, entre otras cosas con su cine, exportó un modo de vivir que impera globalmente hoy en día. “Hacer nada” está mal visto. Si el ocio es obligado, como el dxl desocupadx, también pierde su esencia de alternación con la labor. El ocio “permitido”, en la actualidad está plagado de actividades: vacaciones que son un gran trabajo pagar, ejercicios de paciencia con el tránsito al destino turísitico, actividades para volver lo suficientemente cansadxs como para tomarse unas vacaciones de las vacaciones. Y en época de trabajo, el ocio diario saturado de videos, mensajes y noticias de redes sociales, o maratones adictivas de plataformas. Niños, adolescentes y adultos cada vez en mayor número adictxs a pantallas. El entretenimiento, hecho para disfrutar como ocio, nos va atando porque nos excedemos, se transforma en ocio culposo, nos invade quitándonos tiempo de obligaciones y del ocio que nos conecta con la sensación de libertad.
Tal vez porque algunxs desconocen el “Dolce far niente”, un fragmento de una vieja película sirva para que descubran algo del pasado que existió y que podría darles un benéfico contacto consigo mismxs. La arqueología de una costumbre que parece en peligro de extinción.

Link fragmento de Houseboat
https://www.dailymotion.com/video/xyfm7x
Gabriel Dodero, cineasta. Egresado del ENERC. Docente de UNA (Universidad Nacional del Arte) y UMSA. Director, productor, editor, guionista y ensayista. Autor del Documental “Al Trote!” (2012) y el Cortometraje “Happy Cool” entre otras obras.