Gabriel Dodero: «En la línea de tiempo»

Ya en 1916 el pionero estudioso de la cinematografía y psicólogo Hugo Münsterberg consideraba los procesos cinematográficos como una réplica de los procesos mentales, equiparando las vueltas al pasado con el papel de la memoria en la mente humana.

El proceso cinematográfico del flashback, es comparable con el proceso mental de la recordación, la rememoración, la apelación a la memoria. Nuestro discurso mental, esa narración que nos hacemos a nosotros mismos, mientras resolvemos, lidiamos o disfrutamos el presente, puede abandonarlo para saltar al recuerdo del pasado o a la anticipación del futuro, lejanos o inmediatos a ese presente. En el cine la narración hecha para el espectador lo lleva a establecer un presente, una línea de tiempo, que puede dar un salto al pasado (flashback), o al futuro (flashforward, aunque poco usual en el cine). La palabra puede narrar en pasado a través de sus tiempos verbales. La imagen sólo transcurre en presente, nos invita a una cronología lineal que cuando se altera debe indicar al espectador que ese nuevo presente que contempla ahora sucedió anteriormente del presente que acaba de ver. Por ejemplo, Ciudadano Kane establece un presente de un investigador que recurre a un archivo escrito o indaga a quienes lo conocieron para definir quien fue Charles Foster Kane. En presente vemos su encuentro con cada entrevistado, y cada evocación de estos a través de la palabra, indica al espectador que ese nuevo presente que ve, por ejemplo, Kane niño jugando en la nieve, es el pasado del fallecido, narrado por un testigo. Vemos a Kane niño porque la imagen no podría representarlo de otra manera que en presente. Sea la palabra de algún personaje, las letras de un diario, un fundido, o cualquier otro recurso, el cine se vale de diferentes estrategias para indicar el cambio temporal.

Historia de un crimen de Ferdinand Zecca (1901) sería (condicional porque puede existir material desconocido, perdido, destruido) la primera película que utiliza una rememoración.  Un ladrón asesina a un guardia durante un robo y es llevado a la cárcel, acostado en el catre de la celda recuerda su vida de trabajador honesto y padre de familia, hasta que cae en el alcoholismo y la delincuencia). El procedimiento para que el espectador entienda que se trata de un recuerdo es el recurso que empezaba a utilizarse en esa época del cache* (cobertura parcial del lente de la cámara que deja ver un recorte del campo visual) en este caso rectangular. Hoy en día consideramos flashback cuando toda la banda de imagen y sonido representa ese tiempo anterior, pasa de la escena presente, por ejemplo, del investigador leyendo las memorias escritas de un testigo, a la escena del pasado, Kane jugando de niño.  En la de Zecca el pasado (el preso trabajando de carpintero) ocupa una porción de la imagen que muestra el presente, la celda. Invito a observarlo en la foto a continuación.

La narratividad no es la única arista del cine que tiene puntos de encuentro con la memoria. Su condición fundamental y fundacional de registro de la realidad lo convierte en un archivo de la memoria colectiva de la humanidad. El cine es documentalmente una memoria a corto plazo, no excede 1895. Pero la ficción puede reconstruir cualquier período histórico de la humanidad, como bien lo muestra el inicio de Odisea 2001 de Kubrick, donde los antepasados del hombre descubren que los huesos pueden ser usados como armas. Odisea además de evocar el pasado lejano de la humanidad se aventuró a anticipar el futuro. Realizada en 1969 imaginó entonces el 2001. Entre otras paradojas, esta típica del cine y también de la literatura, las fechas que la ciencia ficción asigna a sus narraciones como futuras llegan un día a ser pasado en el tiempo histórico real.

Odisea 2001 (1968) Dir.: Stanley Kubrick

Al cine se sumó la televisión y luego los dispositivos digitales, acumulando una cantidad de archivos audiovisuales inconmensurable. Evocando a McLuhan, podríamos considerar que, si la rueda fue la extensión de nuestras piernas, la computadora es la extensión de nuestra memoria. Hoy en día la mayoría no recuerda números telefónicos y no es una tara, simplemente no hace falta. Si nuestra memoria no accede rápidamente al dato que precisamos, ponemos una palabra clave en “buscar” en nuestros archivos o en Google y accedemos a la información que completa nuestra idea. No hay mnemotecnia que iguale esa práctica. La capacidad de memoria de un dispositivo es uno de sus valores fundamentales.

Vivimos rodeados de archivos. Según los médicos especialistas en memoria, esta es transitoria, algunos recuerdos duran más, otros menos y otros directamente desaparecen. Podemos interpretar estos olvidos como fallos en la memoria cuando, en realidad, pueden ser todo lo contrario:  un mecanismo sano que ayuda a «limpiar el disco duro» de información que se va acumulando con el tiempo, lo que permite almacenar nuevos recuerdos.

El exceso de recuerdos podría obstaculizar el acceso a la memoria. Dicen que “el que mucho olvida es porque tiene mucho para recordar”.

Los mecanismos de memoria de cada individuo podemos parangonarlos con los de la sociedad humana que enfrenta hoy una nueva circunstancia: la enorme acumulación de información que los nuevos medios generaron la desafía a discriminar la información útil de la inútil, a acceder al recuerdo más oportuno para pensar sus problemáticas entre una maraña de memorias múltiples y desordenadas. Olvidamos pronto el Covid, la Viruela del mono, la tercera guerra mundial y nos acordamos del Alzheimer. En Argentina reaparecen y aparecen personajes e ideas circulantes como si no fuera posible acceder al recuerdo de aquello que provocaron. Nuestra Odisea autóctona, la del 2001, no tuvo naves ni supercomputadoras. Tuvo responsables que vuelven a insistir con las mismas fórmulas económicas, que lograron el derrame… de pobreza. Será que prima la frase: “mejor ni acordarse”.

Gabriel Dodero, cineasta. Egresado del ENERC. Docente de UNA (Universidad Nacional del Arte) y UMSA. Director, productor, editor, guionista y ensayista. Autor del Documental “Al Trote!” (2012) y el Cortometraje “Happy Cool” entre otras obras.

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