Gaia Orbe: «Hay que saber cuándo volver a casa»

Tarde de domingo, café, budín y bizcochitos en una charla que devela las múltiples facetas, incluyendo la escritura, de nuestra habitual colaboradora Gaia.

Devenir111. ¿Dónde naciste?
Gaia. Nací en Parque Patricios, Colonia y Los Patos, soy quemera. En el 73 cuando salimos campeones, la fiesta fue enfrente de mi casa. De chica me gustaba mucho jugar en la calle, a la pelota, a la escondida. Mi papá era médico, tenía el consultorio en mi casa. Era el médico del barrio, del pueblo. Nunca tuvimos un almuerzo o una cena en tranquilidad, nos tocaban el timbre a cada rato. Por eso nos mudamos a Caballito, yo tenía seis años; pero siempre estuve ligada afectivamente con Parque Patricios.

Devenir111. ¿Dónde hiciste la secundaria?
Gaia. En el normal 4. Los tres primeros años eran de bachillerato común, y a partir de cuarto año podías elegir una especialización. Yo elegí la carrera de Bachiller Biológico. La secundaria fue una época maravillosa para mí, leíamos a Marx, Mao. Formaba parte de una división que combinaba un nivel intelectual muy alto con un sentido social y una combatividad muy fuerte. También leíamos mucho a los escritores clásicos españoles, el Martín Fierro, el Quijote. Tuve muy buenos profesores de Literatura y de Historia.

Devenir111. ¿Eso te llevó a la militancia? ¿Seguiste militando de alguna forma después de la secundaria?
Gaia. Si, si. Milité hasta el primer año de la Universidad, aunque nunca me gustó mucho la cosa de gueto, ni religioso ni político. Yo iba a las reuniones, participaba del debate ideológico; pero no me daba por afiliarme. Tuve una profesora en quinto año de la secundaria que dijo algo que me pegó mucho. Habló de la lucha desde tu frente, desde el lugar que a cada uno le toca. Me pareció una muy buena reflexión. Entonces empiezo la Universidad y milito todo el primer año hasta que la FEDE organizó una revuelta contra un artículo del reglamento estudiantil. Hubo una asamblea en la Facultad de Ingeniería y me entero de que ya habían firmado el acuerdo. Pedí una copia y comencé a leerla en plena asamblea. Me sentí terrible por esa traición. Así que me levanté y me fui y conmigo se fue también mucha gente. A partir de ese momento no milité más, me dediqué a hacerlo desde mi lugar.

Devenir111. ¿Qué carrera estabas estudiando?
Gaia. Farmacología. Siempre me gustó. Aprendí a leer y a escribir de muy chiquita leyendo los prospectos de los remedios que tenía mi papá para sus pacientes. Siempre me interesó descubrir como funcionaba el cuerpo humano y el efecto que los medicamentos tenían sobre él. Y hoy soy farmaceútica.

Devenir111. ¿Cómo pasaste vos el tránsito en el trabajo hospitalario? ¿Lo disfrutaste?
Gaia. Si, si. Tuve mis aprendizajes, algunos muy costosos; pero disfruté mucho. Me hice jefa muy jovencita. Trabajaba en el Ramos Mejía; pero estaba mal, no me gustaba, me perseguían mucho. Entonces se presentó un cargo en el Argerich y lo pude tomar. Ese trabajo forjó bastante mi carácter. Tengo escritos varios cuentos en y sobre los hospitales.

Devenir111. Imaginamos que por tu trabajo en hospitales, tenías vínculo con los laboratorios, que son una de las empresas más “detestables”. ¿Cómo hacías para convivir con ese universo de cosas? Porque estaba por un lado la gente, el mundo hospitalario que tiene sus cosas, tenés por otro lado a los laboratorios…
Gaia. Como todo proceso, tiene un derrotero. Empecé como técnica, hice guardias, pasé por todos los estamentos. Después me recibí de farmaceútica y empecé a trabajar en ese rubro. Todo me costó mucho. Yo comencé a trabajar de farmaceútica diez años después de haberme recibido. Trabajé cuatro años en cuidados paliativos, ahí abroché la vida y la muerte. Pero lo dejé, es muy duro ese aspecto de la profesión. Después empiezo a meterme en el mundillo de la gestión. La verdad es que nunca tuve grandes problemas con los laboratorios. Me llamaban La Theacher. Nunca recibí coimas ni fui a ningún congreso pagado. Las licitaciones las ganaba el que tenía mejor calidad y mejor precio. Punto. Pero las presiones son tremendas; tenés que demostrar firmeza.

Devenir111. ¿Nosotros nunca tuvimos producción nacional de medicamentos, no?
Gaia. No. Se hacían algunas cosas en los talleres protegidos. En el Roca se intentó hacer en una época medicamentos para la epilepsia, lo básico por lo menos; pero no prosperó. Tenemos producción nacional de material biomédico: sondas, jeringas, etc. La industria de los medicamentos es más potente y genera más ingresos que la armamentística.

Devenir111. Cambiando de tema, ¿En qué lugares has vivido? ¿Viviste un tiempo en Australia?
Gaia. Si, estuve en Australia un tiempito. Fue de lo mejor que me pasó en la vida. Estaba trabajando en el Argerich y una amiga me avisó que estaba la posibilidad de ir, mediante una beca, a Australia para hacer deslalinización de aguas. Ya había hecho un posgrado de toxicología, medio ambiente, ya me había inclinado hacia ese camino. Estaba en un momento de apertura espiritual muy grande. Viví en Brisbane, una ciudad que está en medio de la montaña, es una ciudad boscosa, muy seca; por eso es muy importante la desalinización del agua. Australia es La Argentina ordenada. Me fue muy bien, aprendí mucho y ahí me hice escritora, tenía cuarenta años. Tuve un profesor en la universidad que me decía que mis escritos académicos eran más como una novela que textos científicos. Era muy exigente; pero gracias a él aprendí muchísimo. Además conocí gente maravillosa. Hice muchos amigos árabes que iban a estudiar allá porque tienen el mismo problema con el agua.

Devenir111. ¿Por qué te volviste?
Gaia. En mi último poema lo digo. Porque un queru-queru me dijo: -Es tiempo de volver a casa. Tenía posibilidades de quedarme; pero el destino me puso a prueba. El último día estaba esperando el bus y para un señor en una camioneta y me ofrece llevarme al centro de la ciudad. En el viaje le cuento que me estoy yendo, que me vuelvo a La Argentina; pero que no sé qué hacer y él me ofrece casarnos para poder obtener la ciudadanía. Yo no podía creer lo que estaba escuchando. Al final me fui y el viaje que conseguí hacía escala en Nueva Zelanda y me quedé veinte días en Auckland. Allí conocí a una chica que me ofreció su casa para vivir hasta que me decidiera. Pero me pasó una cosa muy rara. Yo después la transformé en el queru-queru que es un pájaro de allá. En realidad pasó que un hombre maorí se me acercó durante una caminata para pedirme un cigarrillo, lo prende y me dice: -Es tiempo de volver a casa- y se va. Yo no sé si lo dijo o no; pero yo entendí y sentí eso. Es que la gente que está vinculada con la tierra tiene una sensibilidad especial. Los originarios perciben cosas que son intangibles.

Devenir111. En ese caso ¿Qué es casa? ¿Qué implica “casa”?
Gaia. Y casa es La Argentina, los vínculos, no los lugares donde uno vive. Yo soy una mujer de muchas patrias; pero casa es La Argentina.  

Devenir111. Recién mencionabas a la gente que tiene vínculo con la tierra como seres de una sensibilidad superior. Hemos leído varios poemas tuyos ligados a La Puna. ¿Tenés un peculiar amor por La Puna?
Gaia. No especialmente; pero he ido varias veces y se siente una cosa muy especial allí. Es maravilloso. Es un lugar, una inmensidad que te da una sensación que te habla todo el tiempo. También siento eso en las sierras de Tandil y en la Laguna de los Padres. Me parece que los originarios, en todos lados, representan la solución, el cambio. Porque uno es pasado, presente y futuro. El karma que se paga acá por tanta destrucción, no solo física, materialmente si no también civil. En ningún lado del mundo se respetó a los pueblos originarios. Pero, por ejemplo en Nueva Zelanda los mahoríes. En las escuelas tienen mahorí obligatorio. Ellos hicieron un arreglo, medicina y estándar de vida a cambio de las tierras.     

Devenir111. Antes nos contaste que te hiciste escritora en Australia. ¿Siempre escribiste?
Gaia. Siempre. Desde los catorce años llevo un diario. Pero en Australia comencé a escribir realmente. Antes de irme comencé a hacer varios talleres literarios. En ellos aprendí a pulir lo que escribía, a darle más fuerza a lo que quería decir.

Devenir111. Vos escribís poesía, relatos, novelas; que, utilizando la metáfora anterior, son casas diferentes, son modos distintos de escrituras. ¿Cómo paseas de uno a otro? ¿Cómo te sentís en cada uno de ellos?
Gaia. Yo no sabía que escribía poesía. Tampoco había leído mucha poesía. La poesía me salió. Vengo del relato, de la crónica. En la radio hice cónicas mucho tiempo.

Devenir111 ¿Qué te gusta leer?
Gaia. Todo. Leo todo lo que pasa por mis manos. Pero hay escritoras y escritores que no resuenan conmigo. Los leo de todos modos, leo todo lo que puedo.

Devenir111. Hace un rato decías que ahora escribís más que antes, cuando pensamos el disparador de este número nos preguntábamos por la producción artística, porque es poco frecuente poder vivir del arte que uno crea, entonces generalmente queda para los momentos en los que no se trabaja en aquello que constituye la fuente de sustento, para los momentos, digamos de ocio. ¿Qué te pasa a vos con eso? ¿Cómo lo vivís?
Gaia. A mi no me pasa eso. Yo no hago diferencia entre el ocio y la diversión con el trabajo. Yo me divertí con todos mis trabajos. Me pasa sí que no soporto las presiones. Ni en el trabajo ni para la escritura. No me imagino siendo una escritora de una editorial que me presione para entregar en tiempo un libro. Creo que el ocio y la diversión conllevan al desarrollo. No siento la diferencia entre bailar, porque también soy bailarina, y trabajar de farmaceútica, por ejemplo. En un momento de mi carrera me toco estar en una ventanilla atendiendo al público y me divertía muchísimo. Salía de ahí y me iba a bailar. Entonces el trabajo terminaba siendo una forma de ocio, el ocio debería ser pago.

Devenir111. Escribir no es solo divertirse. ¿Cómo la pasás escribiendo?
Gaia. Con mucha alegría. Actualmente le dedico doce horas semanales a la escritura. Tengo un horario estipulado que es para la literatura. A veces no escribo y leo o solo escucho música; pero estoy pensando como escritora. Y cuando me viene la inspiración me da un ataque de alegría, no puedo parar.

Deenir111. ¿No te produce ningún tipo de angustia escribir? Por ejemplo cuando no encontrás la palabra adecuada, cuando te trabás en un texto…
Gaia. No porque cuando escribo lo hago sin parar. Después sí, releo y corrijo. La parte más difícil, para mí, no es la escritura si no la edición, porque es ir sobre lo que escribí. Puedo estar semanas trabajando un párrafo. Escribo aunque no me guste lo que escribo. Largo la idea y una vez plasmada, trabajo el texto. Estoy muy contenta y satisfecha con lo que escribí. El año pasado fue de mucho crecimiento. Es muy importante nutrirte de los otros, tanto de escritores como de cualquier persona.

Devenir111. Leímos un poema tuyo que en un momento dice: “Me detengo”, Lugo hay un espacio en blanco y volvés a escribir. ¿Te pasa en la vida de detenerte, de hacer algún giro?
Gaia. Si, si, en general me detienen los dolores físicos. Si me doblé el pie derecho y me duele mucho, tengo que estar en reposo y me detengo a pensar porque me lo doblé, qué motivos internos intervinieron en ese acontecimiento. No creo que haya sido una casualidad. Espero tener, algún día, la sabiduría para detenerme antes de doblarme el pie. Por ejemplo si no me tomo vacaciones entre octubre y noviembre, no llego a fin de año. Necesito detenerme.

Último libro de Gaia Orbe

Devenir111. ¿Podés ampliarnos sobre tu faceta de bailarina?
Gaia. Sí, me encanta bailar. Bailé toda mi vida. En un momento me dediqué de lleno al hip hop e incluso representé a La Argentina en un mundial que se hizo en Francia. Me pasaron cosas lindas con el baile. Ahora con la edad que tengo comencé a estudiar danza clásica, que era lo que me faltaba aprender. En vacaciones me fui a Mar del plata y me anoté en una clase de prueba de clásico para determinar en qué nivel estaba para ubicarte  luego en el grupo adecuado y me pusieron en el nivel intermedio.

Devenir111. Contanos, ¿Cómo fue tu llegada al hip hop? ¿Cómo llegaste y cómo fue ese recorrido?
Gaia. Empecé de casualidad. Resulta que cuando tenía 23 años tuve un surmenage. En ese momento estaba casada, trabajaba todo el día y estudiaba dos carreras. Me atendió un médico mayor y no me dijo: -Mire, usted está estresada. Me dijo: -Usted tiene un surmenage. Lo que tiene que hacer es agarrar una agenda y anotar allí todas sus actividades, agregando dentro de ellas también el descanso, el ocio. Es decir determinar el porcentaje del día que le va a dedicar al estudio, al trabajo, a la familia y al ocio. Y así hice. Volví al club, a hacer gimnasia como siempre hice. Un día en el club hubo un espectáculo de hip hop que duró nueve horas. La pasé fantástico, me encantó. Entonces empecé a practicar. Con el tiempo participamos en un certamen selectivo para representar al país en el mundial de hip hop que se iba  a realizar en Francia, y lo ganamos. En ese momento comenzamos un entrenamiento más intensivo, porque una cosa en bailar en el club y otra competir en un mundial representando al país. Estas actividades cada vez te insumen más tiempo. A medida que te volvés más profesional aumenta la exigencia y tenés que estar a la altura. Ensayábamos todos los días menos los lunes. Pero nos dimos un gustazo. Nos fuimos casi sin plata. Conseguimos algunos pasajes, pero no todos. Hicimos rifas, vendimos tortas. Un día cortamos Acoyte y Rivadavia y organizamos un baile para recaudar fondos. Era el año 2001, y el mundial era al año siguiente. Juntamos cada moneda. Nos fuimos en carpa. Finalmente fuimos solo seis y el grupo era de veinte personas. Ya en la competencia pasamos dos rondas de las cuatro que tenía el certamen. Había países muy fuertes con bailarinas profesionales. Después de esa experiencia, para mí y para el resto del grupo no hubo imposibles.

Devenir111. ¿Tenés ganas de decir algo más? ¿Contarnos tus proyectos?
Gaia. Quiero hacer radio, me encantaría volver a hacer radio. No es fácil, necesitaría alguien que pague el espacio. Me gusta escuchar radio y me gusta hacerla. Ojalá este año pueda.

Gaia Orbeescritora, docente, farmacéutica, radialista, viajera. Socia fundadora de la cooperativa de trabajo La Taba, que desarrolla y comercializa servicios de comunicación. Escribe Fuga de Palabras, una columna mensual para Revista la Taba y Relatos domingueros en IG: @cooperativalataba. En 2014, publicó el libro Cartas a Nashira. El camino de las sombras largas. Y los relatos: “Hágase la luz”, en la Antología Jada Sirkin (Peces de la ciudad, 2017) y “Hechizo de jazmines”, en Ecos (Cuatro hojas, Madrid: 2019). Realiza las Crónicas Gaia en Radio Gráfica y Radio Hache. Su primera nouvelle saldrá en 2021 por Grupo Editorial Sur.

@nosotrosgaia FB: Gaia Orbe

Un comentario

  1. Personalmente observo que la inquietud que ciertas personas manifiestan, digamos intuición y la necesidad de encontrar en este mundo lo que transitoriamente uno a perdido su contacto, obtiene un resultado inesperado y feliz. Uno puede llamar esta circunstancia como si las hondas existentes en el más allá, han podido tener una influencia para poder encontrar felizmente a Gaia Orbe.
    Es un regalo del cielo o universo, el poder renovar nuestro contacto. Es cómo poder continuar con la amistad (amigo de la infancia) por medio de su hija.
    He leído la entrevista que ha hecho devenir111.com. Sus respuestas a las preguntas, demuestran el grado de intelectualidad que posee y también todo el camino que ha recorrido, para obtener el conocimiento de la vida en todo el sentido que representa. He tenido conocimiento de muchas cosas sobre su vida, pero à través este relato puedo decir que es mucho más amplio aún, pues no sé detiene en proseguir en éste camino que tanto a buscado.
    Fuerza y esperanza.

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