Devenir 111: Contanos qué es para vos “Boedo” –la propuesta musical, cómo surgió…-.


Monti: «Boedo» es mi vida, las canciones son mis hijos, un reflejo de lo que siento, pienso y quiero hacer, cambiar, mejorar o sanar, transmitir… El arte nos modifica el mundo, lo que sentimos y percibimos, y una música hecha desde la pulsión, si es real y genuina, sana, modifica, transforma. Luego está el trabajo, para que esa masa expresiva llegue a la otra persona, debe tener sus elementos en su lugar, es decir, tiene que estar bien tocada, ya que al ser un proyecto personal, «te cura o te mata». Y mi búsqueda pasa por eso, reconozco que si cada elemento está en su lugar es un hecho transformador.
Bajando un poco a tierra, “Boedo” surge allá por el 2012, 2011, cuando todavía no existía la palabra “Boedo” como proyecto, simplemente como barrio donde vivo y en donde empecé a componer. “Todos los chicos y las chicas”, “Cosas del motor”, “Todo bien te quiero”, son canciones que hice en aquellos años y que tardé bastante en traducir en un proyecto colectivo. En el 2015 apareció Juana en mi vida como compañera musical, quien me dijo “quiero tocar el bajo en una banda indi”, y bueno, me empecé a juntar con ella. Luego se sumó Julieta Limia en batería y en guitarra Julieta Heredia. Así quedó conformado “Boedo”. Que en un principio se llamaba “Vivimos con un mostro”, proyecto que venía arrastrando con dos amigos Julián y Facundo y que después continué solo. Una noche, en el cumpleaños de Nacho Castillo, quien nos produjo el Ep, yo, como tantas otras veces estaba contando algo, y en vez de decir “vengo de mi casa” siempre decía “vengo de Boedo”; la palabra casa era reemplazada normalmente por la palabra Boedo, por el nombre del barrio, y ahí a Juana se le ocurrió “¿y si le ponemos Boedo al proyecto?” Y quedó Boedo.
Más tarde comenzaron a haber diferencias dentro de la banda, así que yo seguí adelante con lo que considero mi proyecto personal de canciones, y hoy en día estamos juntándonos a ensayar y a planificar las próximas grabaciones.
Devenir 111: ¿Y Boedo, el barrio?
Monti: A Boedo me mudé en el 2011 y me enamoré del barrio. Algo lindo que tiene es que hay una especie de orgullo barrial por la gente que vive y trabaja acá, y vas a encontrar muchos locales y negocios en donde la palabra “Boedo” forma parte de su marca. Y lo mismo pasa con la banda, incluso algunas letras nombran al barrio y hablan un poco de los movimientos y mudanzas de mucha gente amiga que pasó por acá, que vivió en mi casa, y que marcaron toda una época de amistad relacionada al barrio. Una de esas canciones se llama “Con Ciro” que aún no está grabada. Otra es “Parque Ameghino” que si bien es un parque de Parque Patricios, barrio en el que viví un año, habla también de la geografía en torno a las amistades y los vínculos.
Así que acá compuse mucho, viví muchas historias y sigo habitando este barrio tan hermoso y tan amable, tan “montevideano” desde mi perspectiva.
(Videos inéditos de dos temas inéditos, en vivo: Con Ciro – Osososó)
Devenir 111: ¿Cómo suponés germinó en vos tu particular relación con la música?
Monti: Mi relación con la música empezó desde muy chico ya que en mi casa se escuchaba mucho casette y luego mucho cd, de estilos musicales totalmente diversos. Desde Eros Ramazzotti hasta Los Beatles, pasando por Aretha Franklin, Barry White, Michael Jackson, etc. Pero mi vínculo piel a piel fue cuando empecé a estudiar guitarra a los 15 años y el ritmo se me metió en el cuerpo, empecé a entender de cortes, de partes A y partes B, y a escuchar la música con un oído más atento. Inmediatamente llegó a mi vida el rock progresivo y tuve unos viajes muy interesantes con bandas como Pink Floyd, King Crimson, Pescado Rabioso, etc.
Desde chiquito mi vieja me contaba que yo agarraba cualquier objeto y lo tocaba como si fuese una batería, y me metía en la ducha y no paraba de cantar, o me encerraba en mi cuarto y ponía las canciones que grababa de la radio y también, me ponía a cantar como si estuviese en un escenario. Creo que ese vínculo pasional estuvo siempre y pocas cosas me dan tanta felicidad como entonar una canción que me gusta y me agrada, siento que es un acto sanador y pasaron varios años hasta encontrar mi lenguaje musical con el cual expresarme, un lenguaje mucho más simple de lo que mamé de chiquito o de lo que estudié.
Devenir 111: ¿Quién te enseñó, cómo aprendiste, a “componer”? ¿Podés contarnos, en la diaria, los modos de tu componer música y letra, canciones?
Monti: Diría que a componer no me enseñó nadie, es algo que viene desde el pecho, aún al día de hoy. Tuve dos profesores de guitarra que me marcaron mucho y me enseñaron algunos “tips” de composición. Pero lo que más me marcó fue que me mostraron canciones opuestas de los Beatles y de los Ramones con la misma cadencia de acordes, entonces entendí que el sentido de una canción no venía por su maquinaria de acordes ni por su complejidad sino por lo que se le imprime desde el pulso propio. Para mí eso quedó muy claro en mis primeros arreglos de teclado o cuando recurrí a otros “trucos” de escalas con la guitarra sobre temas en tonos mayores, y a la vez, me enamoré de esa melodía que salía prácticamente sola pero que se me quedaba tarareando en el cerebro y a mucha gente también. Cierto escritor decía que para crear una obra hay que sentir un fuego interno que necesita salir, y es lo que siempre me pasa al componer, una compulsión incontenible, ese fuego que quema. Si se compone desde la cabeza y desde la idea a mí no me resulta, me resulta plástico, forzado, superficial. Cuando una obra no es genuina me genera un competo rechazo.
Devenir 111: Hablanos de los instrumentos que te gusta tocar…
Monti: Me gusta mucho tocar la guitarra electroacústica que tengo en mi casa y el teclado, cualquier teclado o piano. Me gusta sacar los acordes de algunas canciones y buscarlos en el teclado. Un amigo me ha dicho que soy mejor para el teclado que para la guitarra –aunque haya estudiado años de guitarra y ninguno de teclado- y algo como “tenés facilidad para encontrar inversiones”. Esto significa que un acorde por ejemplo el de Sol se puede empezar tocando con la nota Sol como nota más grave (la más corrida hacia la izquierda) o se puede empezar por Re o Si. Y así es como toco el piano, planto la mano sobre las notas que más cómodo queden a la cadencia y le meto un poco de arpegio entre la rítmica y avanzo en una canción. Me encantaría mejorar, pero lo disfruto mucho.
Otro arte que descubrí en mi vida es el canto. Tuve dos profesoras que me marcaron, Lucía Rena cuando era chico, y Rosario Bléfari más de grande. Pero con la voz todos los días se aprende algo nuevo, es un instrumento vivo en constante desarrollo. Empecé en aquella época de Pixies, de El Mató, y no paré. Cantar es emocionante.
En vivo me gusta mucho tocar la guitarra eléctrica, acompañar con líneas de melodía a otras guitarras y otras melodías como las de la voz o las del teclado. A veces estoy cantando y punteando al mismo tiempo porque es necesario que una línea de viola aparezca ahí, y bueno… En definitiva no son más que piezas del cuerpo humano moviéndose dentro de una cuadrícula rítmica como si fuesen piezas geométricas, sólo hay que acomodarlas con fluidez.
(Videos inéditos de dos temas en vivo: Parque Ameguino – Todos los chicos y las chicas)
Devenir 111: ¿Qué músicas solés escuchar? ¿Qué bandas te han marcado especialmente a lo largo de los años, y por qué? ¿Podés nombrarnos algunas actuales que te parezcan valiosas?
Monti: Escucho mucho Virus, Los Encargados, Rosario Bléfari. De chico me gustaban Los Abuelos, Calamaro… De ahí desarrollé como una compulsión para escribir, letras, relatos, frases, pensamientos, ensayos, algo de poesía. En particular canciones, porque no hay letra sin melodía. Mientras se forma la melodía aparecen las palabras justas, las acentuaciones. También se me ocurre Luca, y Cortázar en la obviación de sílabas, el cortar antes una frase y cambiarle el sentido agregándole otra al final. Estudié cine y creo que en cada canción me imagino una historia que se desarrolla pero con mi corazón impactado por esa experiencia. Las canciones salen por cada producción de sentido que la vida te regala. De ahí que hable de cosas muy simples, como los chicos en la esquina para levantarme el ánimo, o un viaje misterioso enamorándose de quien te acompaña, o de mi gato que siempre vuelve, o de mis plantas que crecen más que yo… Y en esa simpleza aparece una profundidad que es donde creo que mucha gente se identifica y se siente tocada, porque la vida está llena de secuencias aparentemente simples que nos modifican… la vida.
Otro aspecto importante de mi escucha musical fue AC/DC durante toda mi adolescencia. Mi profesor de guitarra era fanático y ahí aprendí lo que es un Bombo (kick) y lo que quiero para mi vida rítmica, algo parecido a como marcha el corazón.
Luego de una etapa más blusera, después de otra más psicodélica o progresiva, llegaron a mi vida Pixies, Los Ramones, y El mató. Ahí había algo nuevo, rupturista, que venía a cambiar todo: la profundidad de la simpleza, el espiral de sentidos infinitos que un acorde simple bien acompañado rítmicamente puede crear. Pogo de abrazos, chicos y chicas inadaptados escuchando letras simples pero que te acompañan, no ya las letras tan cargadas de cinismo de los 90 o tan llenas de metáforas en intentos poéticos de los 70, sino letras que se amigan con los detalles de la vida, con las pequeñas cosas, algo más luminoso, en donde todo el mundo ya tenía ganas de identificarse y descansar; acompañado por un bombo y una rítmica motorik que también te acompaña y que te arranca del piso de a poco, te hace mover “la patita”. Ese “cuadrado” rítmico es lo más parecido al latido del corazón. A mí la música me atraviesa el cuerpo y “Si no puedo bailar no es mi revolución”. Generalmente con acordes mayores, con arreglos de teclado, y con una impronta punk en los rasgueos y en la rítmica, es la fórmula que encontré para cantar lo que siento hasta donde lo siento, sin tener que buscarle arreglos complejos y adornos innecesarios como me pasaba en los primeros años de composición.
Cuando el punk-pop llegó a mi vida, empecé a componer compulsivamente todo lo que quería decir y aunque me parecía un poco despojado (como cuando hice “Todos los chicos y las chicas» que tiene dos acordes), se lo mostraba a la gente y notaba que algo los hacía moverse, y también que los interpelaba la letra. En esa época me influencié por algunas bandas que descubrí en Bandcamp como Valentín y los volcanes, Los aviones del futuro, y Grupo Mazinger.
Devenir 111: “Todo el día en casa” es del 2018. No mucho después pintó la pandemia/cuarentena… ¿Cómo viviste esa instancia?
Monti: La pandemia a mí me vino bárbaro para bajar un cambio y alejarme de la ciudad (me agarró felizmente en un bosque en Uruguay), pero retrasó mucho la evolución del proyecto y el desarrollo del mismo. No seguí componiendo, salvo algunas canciones esporádicas, porque tengo mucho material para grabar, para “cocinar”. Supongo que cuando esos platos estén listos volveré a crear algunas recetas.
Devenir 111: Permitiéndonos tironear la letra de “Parque Ameghino”… Propone una pregunta -¿a dónde están/van los chicos…?- Bien: ¿a dónde están/estamos, a dónde van/vamos? Y también un “querer”, una “invitación” –los quiero invitar a tomar un vino…-. ¿Podés hablarnos de eso; de tu querer en relación a los otros, de tu posición y forma de hacer lazo con los otros?
Monti: Parque Ameghino es muy especial porque habla del paso del tiempo. Y del recuerdo de esos chicos que pasaban por mí y con quienes salíamos a recorrer los barrios, a encontrarnos en alguna zarpada. Luego vino el tiempo de las bandas, y perdimos un poco esa inconsciencia de tocar libre y sin que importe mucho el resultado. Parque Ameghino es el lado B de otra canción que aún no se grabó que es “Con Ciro”. Esta canción retrata la vida en un PH de Parque Patricios y Parque Ameghino retrata mi recorrido por ese barrio recordando esa etapa. La letra de Con Ciro dice así:
“Tabaco freso, hojitas caen
hay una casa en ParquePa
los chicos la quieren ocupar
y yo no se los voy a negar, los voy a ayudar.
Somos como una comunidad,
unos van y vuelven y a veces se quedan más,
nos íbamos a ir a La Paternal, o a donde nos dé la seña,
pero en Boedo hay un lugar, los chicos están acá,
los chicos están acá y les voy a dar de fumar”.
Se llama “Con Ciro” porque Ciro es el hijo (era el hijo bebé) de un amigo y jodíamos con que con un pibe en brazos iba a ser más fácil ocupar la casa, jaja. De esa fantasía y de esa alegría de compartir un techo y abrirle las puertas a la gente que yo quiero surgió esa canción / retrato.
Devenir 111: Casa, Boedo, Parque Ameghino, Persona “planeta”… Los “lugares” parece tuvieran un valor peculiar en vos…
Monti: Los lugares y barrios que fui descubriendo en Buenos Aires fueron llenando de magia mi alma, potenciados por la gente que me acompaña y acompañó. Los parques, los recis, siempre han sido más mágicos cuando puedo mostrarle ese encanto que veo y siento a la persona que tengo al lado. Veo a las personas como planetas que nos orbitan y nos afectan. Y justo en la etapa de Persona Planeta había personas que me estaban haciendo daño y por eso en la letra dice que «hay planetas que me hacen mal”, “algunas chicas, algunos chicos me hacen llorar, no se me cae una lágrima”.
Y sin dudas el lugar más sagrado y creativo que me interpela fue, es y será mi casa, sea donde sea que ésta esté.
Devenir 111: “Cosas del motor”… ¿Cuáles cosas te motorizan en la vida?
Monti: En esa canción y en esa etapa de mi vida me motorizó “el misterio”. Y hasta el día de hoy, siento que todo lo que veo y siento no lo puedo explicar con palabras, la única manera de transitar y compartir las cosas es a través del misterio. Hay gente que no lo entiende y se impacienta y hasta genera odio y envidia, pero otra gente se siente atraída por ese “no saber”, ese “saber sin poder explicar” o sin querer explicar, que son los elementos que el mundo te presenta y uno siente que está bien que así sea, que alguna mágica razón hay de fondo para este engranaje misterioso en el que rodamos.
(Videos inéditos de dos temas en vivo: Todo bien, te quiero – Persona Planeta)
Devenir 111: El “disparador” de este número de la revista es “memoria”. ¿Nos decís algo acerca de ella?
Monti: La memoria es muy peligrosa. Te diría que la memoria es una ficción, los recuerdos de cada persona son construcciones creativas de cada cual. Ojo que no estoy hablando de la memoria colectiva ni de la memoria política, por la cual tengo mucho respeto y defiendo a muerte, defiendo a muerte los hechos objetivos de la historia. Pero en mi intimidad y en la de cada uno, a veces cada cual se cuenta una historia totalmente distinta y bueno, no hay que generar dogmas sobre la memoria de nadie, que cada quien cuente su historia. Yo siento que la verdad siempre termina emergiendo como una flor de loto.
Devenir 111: Para finalizar, ¿qué estás haciendo ahora?
Monti: Esto sigue con un EP que se llamará “Salir un poco afuera” (luego de estar «todo el día en casa”), un LP llamado “7 mil millones de idiomas” (o la cantidad de seres humanos que haya en el planeta al momento de grabarlo) y otro EP llamado “Bosque Adentro” que se acerca un poco a mi historia de escapes y salidas de la ciudad conectando con Uruguay y con el amor por ofrecerle lo mejor a alguien, aunque ese alguien siempre termine siendo yo.
Estamos en conjunto con mucha gente y algunas personas no saben que van colaborar pero las tengo en cuenta. Estamos con Mariano que se cuelga a guitarra, Nachito que agarra los palos de la bata, Mercedes que acariciará las 4 cuerdas, Ailen que meterá teclas y voces potentes, Pipe que nos va a grabar y maquetear, Juana que siempre apoya, y mucha otra gente que va a ir apareciendo en el disco sobre todo, y para el vivo vamos a ir viendo quien está para tocar, quién lo desea, quién se compromete a acompañar este proyecto de canciones.

Hernán Monti Molinari, músico.