Lidia Blanco: Iniciar al bebé en la literatura

De todas las creaciones que tienen como destinatario al niño pequeño, vamos a considerar en particular la canción de cuna. La canción de cuna, la nana, es un abrigo del alma, una caricia “por dentro” para el bebé que disfruta la entonación y el acunamiento que suele acompañarla. Las milenarias canciones de cuna representan una sublime actitud humana ante su fragilidad, su absoluta dependencia de los brazos que lo acunan y lo envuelven en melodías destinadas a poblar su imaginario de paisajes indescifrables tal vez, pero altamente significativos en la constitución de su humanidad, cualquiera sea su origen o extracción sociocultural.
Si nos trasladamos a comunidades marginales, allí donde la miseria, la desnutrición y la desesperanza son parte de la cotidianeidad, será a veces la madre, el padre o tal vez una abuela, o un hermano o hermana mayor, pero si existe una noción humanizada del bebé, existirá siempre una necesidad de cantarle.
Un adulto que mece a su bebé, le canta para que se duerma, pero también para transmitirle sus emociones, su alegría o su tristeza. Y en ese acto lo define persona, es alguien que la escucha, que también se conmueve. Esta forma de comunicación es el comienzo del espacio poético entre ambos, no importan los conocimientos que ese adulto tenga, simplemente en este acontecimiento se instala una forma singular del vínculo entre un adulto y un bebé, y entre el bebé y la poesía, esa manera de expresar la palabra que vuelve fundante cada sonido, cada expresión verbal. La canción de cuna inaugura un mundo, inicia al bebé en el lenguaje, en el ritual.
En nuestro medio muchos especialistas de literatura infantil y también músicos dedicados a la infancia, se han ocupado de mantener vivas las canciones de cuna. María Elena Walsh realizó un trabajo de recopilación de nanas que podemos encontrar en su libro “Versos tradicionales para cebollitas”. En la selección encontramos estos textos.
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Campanita de oro Arestín de plata
si yo te comprara, cuna de marfil
se la diera al niño arrullen al niño,
para que jugara que se va a dormir.

Campanitas de oro Este niño lindo
torres de marfil, que nació de noche
canten al niño quieren que lo lleven
que se va a dormir. a pasear en coche.

Campanas de plata, Este niño lindo
torres de cristal, que nació de día
canten a ese niño quiere que lo lleven
que se ha de descansar. a la nevería


También resultará beneficioso para los niños el contacto con el mundo poético de los juegos verbales, las rimas sin sentido, las retahilas, modestas formas poéticas que entrelazan la ternura y el humor, la convocatoria al juego, al movimiento de las manos, o de la cabecita del bebé. Estos textos, muchos originados también en la tradición oral latinoamericana, y que tal vez parezcan sin sentido, constituyen sin embargo, un espacio capaz de encender emociones sencillas y producir placer por escuchar y repetir.
Se trata de un conjunto de voces que brotan de lejanas fuentes históricas y que tienen el poder de evocar elementos de insospechado peso cultural. Son voces que aproximan al niño a los originarios procesos formativos del sujeto humano.
Estas primitivas formas literarias constituyen una verdadera iniciación a la literatura que dejará marcas y una actitud hacia la poesía que perdurará en el desarrollo del niño y la niña. La canción de cuna, las rimas y los juegos verbales son el camino hacia el mundo mágico de la fantasía y la creación poética en los primeros meses de vida del ser humano..

Lidia Blanco, especialista en literatura para niños y jóvenes

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