Luis Gilberto Caraballo: «Versarte versos»

Quiero versarte besos,
los tengo en el cáliz azul
del alba blanca,
en la que me precipito
embriagado, esperando la lluvia del Támesis
el abrazo de tus alas.

Quiero versarte besos
con los que no tenga
un mundo esquivo,
errante de miedo,
con los tulipanes en tu mesa
con la que me alzas
en tu mirada
del horizonte, el que va delante del barco
persiguiendo su ruta, haciendo cielo blanco y triste,
haciendo el verso.

Quiero enhebrarte versos
en el monte, en la cúspide
donde te abres de flores,
sembrarte eucaliptos verdes
de muertes lentas en el tiempo,
muertes verdes

Quiero versarte besos
de goce,
plácidos del vuelo
arqueado del albatros
por la burbuja,
azul
iluminada en el día
en el vientre de la natura.

Quiero versarte de besos
del verso melancólico
de lo perdido
en la selva negra y verde,
en lo intrincado del ancestro
con el remanso de la tarde
en el delta de tu río.

Quiero versarte besos
besos puros y tibios
en el alborozo
de tu piel,
versos de orquídeas moradas
a la espera de la llegada,
del verso de la luna
de la noche iluminada de ese
secreto,
con el que tientas tu destino,
con el que mueves los muelles,
muelles agitados por el viento azulado,
por donde la garza ve tu mar seguro,
por donde viene el barco cargado
de versos, versos enunciados,
por la distancia de tus sueños,
por el cangrejo solitario.

Quiero versar tu beso
el del fin acabado,
con una muralla de arena sigilosas
caídas,
ocres, blancas, de azucenas,
poblada de aromas
y mi ansia a puertas,
descalzo andar a tus olas.

Quiero versarte besos
y tatuarte, con mis labios de
palabras elegidas por la noche.
En la visita del duende,
en la melodía del caracol,
dejarte llena, de espirales,
dejarte de versos blancos.

La espera (de una imagen en la pintura), Luis Gilberto Caraballo

Iluminaciones de un lienzo II

“No podía pintar sino amaneceres.
Pintándolos se me olvidaban siempre las
gaviotas. Debe ser porque el color de su
vuelo tiene luz en otra hora.”
Armando Reverón


Me atrapó el silencio de tus horas.
El lienzo venía surcado por
grandes arterias en la tela blanco,
más blanco que el amanecer.
Más puro que una cala blanca
tibia con sus labios de nubes,
más profundo el silbido en mi pecho,
y oleajes rotos en la orilla blancos de azules salvajes aterrados a la orilla.
Así me vacío siempre con las gotas sangrantes y dulces la agonía urgente
al intentar alcanzar el abismo de los pasos.
Cada vez que intento tras sí,
solo recuerdo la iluminación,
una vertiente relámpago blanco
en el iris cerebral tiemblan
las hebras del dolor el pincel en la mano pulsa amor
un jardín desbastado.
Y solo intento no perderte,
salvar en pinceladas tus horas.
Distante astro y estrella lejana
luz cruzas como corcel
sabana de largo aliento
vuelas como gaviota en olvido
tus alas sueñan memoria de trazos
y noches en olvido
trasegadas.

Miro a mis ojos
sobre el lienzo encima de la paleta
los murmullos de la voz,
miro y vuelvo a ver.
A otro distante más hermoso
y de pelos crespos,
despeinado por el mar con los ojos consternados de luz.
Más certeros en cielo
de otro tiempo, te encuentro
en un espejo de inacabados sueños.
Cada vez estoy más adentro, más mar,
más hecho de tu piel, más muesca,
más lienzo en oleajes suaves la bruma.
No deja ver,
el salitre arde en el corazón,
y la brisa despeina la sed entre los dedos.
Llevo un camino en el óbice del instinto
me han heredado los cielos
a sujetarme en el viaje,
al centro del cuadro.
Se quedó un pájaro atrapado en el ojo
y revolotea con sus alas,
y pica con el trino levanta vuelo
en el atardecer y siempre regresa a mi ojo,
me surca con sus venas y mares.
Me miro al espejo los ojos,
y solo alcanzo a ver al silencio
a una vitrina con cristales dulces
de varias puertas se abren como trenes
hacia adentro en el alma.
Y una tras otras, como olas
silban el atardecer.
El pájaro no lo encuentro
ni en la memoria
sus alas.
Se quedó un pájaro atrapado en el ojo
y revolotea con sus alas,
y pica con el trino levanta vuelo
en el atardecer y siempre regresa a mi ojo,
me surca con sus venas y mares
en silencio en el centro del cuadro me he quedado
en el infinito de su oleaje.

De “Iluminaciones de un lienzo”, poemario inédito dedicado a Armando Reverón

Luis Gilberto Caraballo, poeta, artista plástico nacido en Venezuela con más de tres décadas de trayectoria. Entre sus poemarios publicados están Encuentros con el Sur (Venezuela, 2007), El árbol de las casas vacías (España, 2008), Los caminos del tiempo (España, 2009), Poemas de números y series infinitas (Portugal, 2012), Arpa Invisible (Letras Salvajes, Puerto Rico, 2020); Es tiempo de volver destellos de un regreso (Del Sur a Sur Editores, España, 2021) y La Gruta del Ávila (Letras Salvajes, 2021). Su libro Celajes de noche salió en febrero de 2022. Y sus libros Rafagas Poemas, retazos y mares de un poema salieron en Venezuela a finales de ese año.

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